Freddy Montero: "Los futbolistas de acá tenemos más chispa"

El delantero de 25 años llega a Millonarios a ser goleador y también para acercarse a la selección de Colombia.

Juan Diego Ramírez Carvajal
11 de enero de 2013 - 03:00 a. m.
Montero se sorprendió por el cálido recibimiento en Bogotá.  /Gabriel Aponte
Montero se sorprendió por el cálido recibimiento en Bogotá. /Gabriel Aponte

Su entrada a la sala de equipajes no la notó nadie. Él vestía de jean, chaqueta azul y un gorro para el frío que desentonaba con el calor de afuera. Se acercó al puesto de maleteros y deslizó 20 mil pesos para meter sus cuatro maletas que traía de Seattle, Estados Unidos. Tenía pesos porque hacía 10 días había visitado Barranquilla con su esposa Alexis. Mientras montaba su equipaje, nadie lo identificó. Pasó Aduana e Inmigración sin firmar un solo autógrafo ni responder ninguna entrevista: curioso. Por eso, cuando traspasó la puerta de llegadas internacionales del aeropuerto El Dorado de Bogotá, sonrió con los ojos abiertos. Vio una bandera grande de Millonarios y escuchó una algarabía: “¡Freddy!, Freddy!, ¡Freddy Montero!”, gritaban hinchas y periodistas, a quienes atendió con paciencia durante más de una hora.

“Estaba extrañando esto, la pasión que se vive por el fútbol en Colombia. Sólo mire este bonito recibimiento. La MLS ha crecido muchísimo, pero van a tener que pasar unos diez años para que las nuevas generaciones en Estados Unidos tengan la pasión de los colombianos por este deporte”, aseguró el delantero nacido hace 25 años en Campo de la Cruz, Atlántico, y conocido en su casa como Henkyer, su segundo nombre.

“¿Qué espera lograr en Millonarios?”, le preguntaron antes de que un hincha, a su espalda, gritara como si fuera lo más obvio que había escuchado: “¡Pues ser goleador!”. Y sí: lo fue en Atlético Huila, Deportivo Cali y Seattle Sounders. “Siempre he dicho que el ideal del fútbol de Estados Unidos es el despliegue físico y cerrar espacios. Acá en Colombia hay más talento, los futbolistas tienen más chispa: un jugador puede resolver un partido con dos toques. Por eso mismo hay más espacios acá y más posibilidades de meter goles. Esa es mi mentalidad, sí, meter goles”.

En Estados Unidos su principal obstáculo para conseguir goles fue, primero, el esfuerzo físico de la MLS del que hablaba: “En Colombia no tenía que recibir tanto de espalda”. Y, segundo, el idioma: “al principio se me dificultaba mucho entender y aprender inglés y por eso me costaba comunicarme en la cancha”. De hecho, a su actual esposa estadounidense, Alexis, la conquistó con señas y monosílabos, luego de conocerla en una fiesta de un amigo en común. Ella y el perro de la casa vendrán en unos días, cuando Freddy esté ya acomodado en Bogotá.

Ahora su principal dificultad en Millonarios para anotar goles será la altura: “Vengo de jugar al nivel del mar. Pero quiero ponerme ya a disposición de Hernán Torres para adaptarme. Estoy muy motivado de venir a un club tan histórico, el último campeón y un participante de la Copa Libertadores. Incluso, Juan Guillermo Domínguez, amigo mío y exjugador de Millonarios, ya me había advertido de la grandeza de este club y de su hinchada”, resumió el atlanticense, que habló también sobre la selección de Colombia.

“Si estaba ilusionado con un llamado de Pékerman cuando jugaba en Estados Unidos, imagínate cómo crecerá mi deseo ahora que voy a jugar en la capital de Colombia, en un equipo tan grande y que disputará torneos importantes este año. Espero poder lograrlo”, aseguró.

La seguridad con la que habla recuerda los tiempos en que el volante Ricardo Ciciliano, compañero en el Cali, lo tildó de soberbio. No era soberbia, quizás, sino el convencimiento de su talento al proponer su propia jugada. También esas palabras sobrias de este jueves a la prensa con su cara inexpresiva rememoran una frase de Agustín Garizábalo, su descubridor, cuando lo ofrecía a las inferiores de Deportivo Cali: “Traje a un gran jugador, goleador, exquisito; pero los profesores se quejan de que es muy frío”. El entrenador que escuchó eso y que lo dirigió en el torneo de las Américas, del que Montero sería máximo goleador, le respondió al tiempo: “Dígales a los entrenadores que ese no es un jugador frío, sino sereno. Ningún frío hace dos goles cuando las papas están calientes”.

De niño participó en las Olimpiadas Franciscanas de Cali representando a su colegio, el San Francisco de Barranquilla. Allí estaría un veedor de Deportivo Cali para verificar que lo que había visto Agustín Garizábalo hacía tiempo atrás era verdad. Que era ese niño de sonrisa tierna que había sido goleador del Torneo Asefal de Barranquilla con la escuela Toto Rubio. Cuando el veedor asistió al certamen, sin embargo, ya había perdido su equipo y de lo único que tomó nota fue de su flacura y estatura desapercibida. Pero también le pareció simpática la elocuencia natural del niño, que luego de distinguirlo como veedor del Cali, lo abordó: “Yo soy Freddy Montero, el recomendado del profesor Garizábalo. Vine a ver dónde es que voy a entrenar”, le soltó Montero.

Lo picó tanto la curiosidad a aquel veedor, que lo incluyó en un partido ocasional de las divisiones menores del Deportivo Cali, y así, con guayos y uniforme prestados, anotó dos y allí inició su carrera como delantero temido. Eso cuenta el mismo Garizábalo en su blog de cazatalentos.

Luego vinieron sus éxitos prematuros en el Atlético Huila, adonde llegó en 2006 por un préstamo del Cali y del que se fue con 20 goles un año después. Eso sería el preludio de sus 25 tantos en Cali entre 2007 y 2008, y los 60 en el Seattle Sounders en cuatro años. En esa ciudad lo trataban, hasta este jueves, como a un ídolo, era un jugador franquicia (futbolistas con mayores salarios y de talla internacional), además era el capitán del equipo. Su presente ahora le pertenece a Millonarios. El club embajador es por ahora el dueño del delantero frío y convencido.

Por Juan Diego Ramírez Carvajal

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