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Nicolás Vikonis, el ‘psicoarquero’

Este sábado (6:00 p.m., Win) jugará su primer clásico capitalino frente a Independiente Santa Fe. “La motivación siempre es la clave para salir de los malos momentos”, asegura.

Luis Guillermo Montenegro
14 de marzo de 2015 - 03:38 a. m.
Óscar Pérez - El Espectador / Nicolás Vikonis, arquero de Millonarios.
Óscar Pérez - El Espectador / Nicolás Vikonis, arquero de Millonarios.
Foto: LUIS ANGEL

Aunque desde que tenía seis años había decidido que su futuro sería como futbolista, siempre sus padres, Otto y Dalma, le inculcaron que la diversión no iba de la mano con el estudio. “Si quieres ir a entrenar y jugar con tu equipo, solo tienes una condición. Primero debes preocuparte por las calificaciones en la escuela. No olvides qué es lo más importante”, le repetían con cierta regularidad y así lo entendió Nicolás.

Una tarde se reunieron sus familiares en el cumpleaños de una prima y él quería estar ahí sí o sí, porque sabía que iba a asistir otro primo que era directivo de un equipo de fútbol. Apenas lo vio, corrió hacia él y sin saludarlo le dijo que deseaba ser arquero en ese equipo. “Es que yo no quiero ser médico, ni abogado. Lo mío es el fútbol. Ayúdame”. Al día siguiente comenzó a entrenar. Claro que ya sabía cuál era la condición de sus padres y por eso sus notas en la primaria siempre fueron excelentes. El momento más critico para él fue cuando pasó al equipo Huracán Buceo. Las prácticas ahí eran por la mañana. Por las tardes debía entrenar con una selección juvenil de Uruguay. Y por las noches, estudiar de 8 a 12. Su mamá, enfermera de profesión, se acostaba temprano, pero su padre, licenciado en hemoterapia, se quedaba despierto para acompañarlo a comer. Un día cualquiera, Otto le preguntó a Nicolás cómo iba todo y la respuesta fue: “Esto es muy duro, papá. Yo estaba pensando en conversar con vos porque quiero tomar un descanso del estudio. Mirá la hora que es y hasta ahora llego a casa…”. Sin compasión, Otto le respondió: “A vos no te falta nada. Tenés todas las comodidades que con esfuerzo te damos tu madre y yo. Ya sabés que una condición para seguir como futbolista es no descuidar el estudio”. Esas palabras calaron tanto en Nicolás que incluso cuando terminó el colegio, se inscribió para estudiar psicología, carrera que terminó con decoro pero que no ha podido ejercer y tiene planeado hacerlo cuando llegue el momento de colgar los guantes.

“Básicamente lo que intento hacer es estar equilibrado mentalmente en todo. Eso lo aplico en la vida y en el trabajo”, asegura Nicolás cuando se le pregunta si ha tenido que aplicar dentro de una cancha de fútbol lo aprendido en la carrera. Cuando estaba a punto de disputar un suramericano juvenil con la selección de Uruguay, sufrió una lesión en el quinto metatarsiano del pie derecho en una de las últimas prácticas. Se quedó fuera del certamen y sufrió mucho, pero se mentalizó en recuperarse y tras un tiempo regresó a los entrenamientos. Desafortunadamente al volver, su equipo, Huracán Buceo, fue desafiliado por la Federación uruguaya por la cantidad de deudas, así que se quedó sin equipo y debió entrenar por su cuenta durante un tiempo. Fue a pruebas a diferentes equipos y finalmente recaló en el Centro Atlético Fénix, un equipo de segunda. Un día lo llamó Liverpool y estuvo un corto período en primera para luego ser una pieza fundamental en el ascenso del Club Sportivo Cerrito. Por un problema de empresarios se cayó un negocio que lo vinculaba con un club rumano y terminó llegando al Atlético Bucaramanga, equipo que lo dio a conocer en Colombia, donde jugó después en Patriotas y ahora en Millonarios. “Nicolás toda la vida ha estado sometido a presión. A él siempre le ha gustado enfrentar momentos limites”, le cuenta su padre a El Espectador. Justamente como el que vive el cuadro embajador, que no ha podido volver al triunfo tras cuatro fechas de la Liga Águila.

“Estoy muy feliz de poder vivir un partido con tanta historia. Todo el equipo está con mucha expectativa y con las ganas de salir de esta sequía de triunfos”, asegura Vikonis, quien como psicólogo recomienda a sus compañeros estar alejados de los malos comentarios hacia el equipo. “Sabemos que no estamos en nuestro mejor momento, pero todo depende de lo que hagamos en la cancha, así que por eso hemos trabajado con la intención de que las cosas salgan de la misma manera que en las tres primeras fechas”, asegura el uruguayo de 30 años, quien acepta que el técnico Ricardo Lunari ha sido el más preocupado por mantener en alto el ánimo del equipo de cara a un partido tan trascendental para el hincha como el clásico capitalino.

El psicoarquero por ahora tiene como objetivo conseguir triunfos con Millonarios, espera ser una pieza útil dentro del equipo. Sin embargo, piensa en su futuro y asegura que será dedicado a la psicología. “Lo ideal sería ejercer mi profesión, pero vinculado al fútbol. Mis dos pasiones”.

 

Por Luis Guillermo Montenegro

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