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No me interesan ni los elogios ni las críticas: Gerardo Pelusso

Además de la Liga y la Copa Águila, Santa Fe comenzará su participación en la Sudamericana enfrentando a la Liga de Loja ( Ecuador), este miércoles desde las 4:45 p.m. (Fox Sports).

Theo González Castaño
10 de agosto de 2015 - 03:41 p. m.
Gerardo Pelusso tiene 61 años, de los cuales le ha dedicado 46 al fútbol profesional. / Cristian Garavito -El Espectador
Gerardo Pelusso tiene 61 años, de los cuales le ha dedicado 46 al fútbol profesional. / Cristian Garavito -El Espectador

“Amarás el fútbol sobre todas las cosas”. Ese es el mandamiento más importante para Gerardo Pelusso desde que jugó sus primeros partidos en Florida, su pueblo natal en Uruguay. De sus 61 años ha dedicado 46 al fútbol profesional, primero como jugador y luego como entrenador. Por eso este deporte se convirtió en su estilo de vida, más precisamente en un sacerdocio, como él mismo lo define.

A mediados de 2015 recibió una llamada desde Colombia. César Pastrana, presidente de Independiente Santa Fe, le ofreció la dirección técnica del conjunto cardenal. El estratega charrúa, que ha salido campeón con Nacional y Danubio en Uruguay, Alianza Lima en Perú y Olimpia en Paraguay, no dudó ni un instante en aceptar la invitación, pues ya sabía todo acerca del plantel y la institución a la que llegaría.

Han pasado ocho partidos desde el arribo de Pelusso al equipo bogotano, y aún se mantiene invicto. Con seis triunfos y dos empates, tiene participacíón en tres torneos, la Liga y la Copa Águila, además de la Sudamericana, en la que hará su debut el próximo miércoles (4:45 p.m, Fox Sports) frente a la Liga Deportiva de Loja, de Ecuador. A pesar del buen arranque, el entrenador es consciente del difícil calendario que se viene, por tal razón los elogios no lo desvelan y sabe que tendrá que blindarse contra las crtíticas que vendrán en algún momento.

¿De dónde viene su amor por el fútbol?

Yo me crié en el campo, en una ciudad pequeña que se llama Florida, a 100 kilómetros de Montevideo. Allí jugaba fútbol todo el día. El balón fue el único juguete que tuve en mi vida. No sé jugar nada más, ni maquinitas ni videojuegos, no sé que es un casino. Tampoco toqué ningún instrumento.

¿Cómo llegó al fútbol profesional?

A los 15 años agarré un bolso, metí mis cosas y me fui a Montevideo a probarme con Nacional, el club de mis amores. Probé suerte, me quedé e hice parte de las inferiores por tres años. Fue una experiencia inolvidable porque los juveniles jugábamos los preliminares de aquel inolvidable equipo de 1971 que salió campeón de la Copa Libertadores y del mundo. Ese equipo también alcanzó el recordado tetracampeonato de 1969 a 1972. Eso fue un orgullo para mi.

¿Y que pasó después?

Sólo jugué un partido en el primer equipo de Nacional. Estuve por tres años en Colón, un equipo de la B uruguaya. Retorné a la A con Liverpool de Montevideo, donde jugué dos temporadas. Me fue bien, incluso me convocaron a la selección uruguaya. Luego me vendieron a Atlético Potosino en México y terminé mi carrera en Ecuador con el Emelec.

¿Por qué acabó su carrera en Ecuador?

Dejé de jugar fútbol profesional a los 28 años. Fue una carrera muy precoz. Me hicieron dos operaciones en una rodilla y en ese momento empecé a estudiar para ser entrenador. Desde que era jugador sentía que tenía la vocación para dirigir.

¿Cómo se dio cuenta que tenía la vocación?

En esa época eran prácticamente nulos los programas deportivos en televisión y llegaba todo escrito. Yo recortaba todo, tenía carpetas para cada técnico. Recuerdo que estaba viva la controversia entre Carlos Bilardo y César Menotti. Pero mientras bilardistas y menotistas se peleaban, yo seguía a Carlos Timoteo Griguol, que hizo una campaña memorable con Ferrocaril Oeste en Argentina. Él y un entrenador de básquet, León Najnudel, eran de otro nivel. Estaban por encima de todo.

¿Qué aprendió de ellos?

Siempre hay que saber el por qué de todo. Todo lo que se trabaja con el equipo, desde los entrenamientos, las concentraciones y durante los partidos. No se te puede escapar nada.

¿Y más allá del fútbol le busca el por qué a todo?

No hay más allá del fútbol. Yo vivo para el fútbol y por eso estoy solo. Hace 20 años que me divorcié. Lógicamente he tenido mis parejas, porque eso sí, cada día me gustan más las mujeres, que quede claro (risas). Lo que pasa es que mi vida está dedicada a este deporte. El fútbol es un sacerdocio para mí. Las compañeras que he tenido no me soportan el tema. Yo me encierro un viernes en la noche a ver todos los partidos que pueda y si llega una mujer y me dice: ¿otra vez viendo fútbol?, le saco tarjeta roja, le digo adiós. El fútbol es mi vocación, mi trabajo y mi diversión, es mi vida entera. El que me quiera tocar el fútbol está frito y para eso hay que vivir solo.

¿Sus hijos son igual de futboleros a usted?

Tengo dos, una chica y un chico, y son totalmente diferentes. incluso el menor, Fabricio, salió totalmente opuesto. Le gusta el dibujo y la música, tiene su propia banda de rock. A él no le importan los horarios ni se preocupa por cumplir metas. En cambio yo muero por cumplir los objetivos que me he propuesto.

¿Nunca le inculcó ese amor por el fútbol?

Lo llevaba a los entrenamientos de Nacional cuando tenía ocho o nueve años. Lo dejaba cerca a la cancha y me iba. Pasaron los meses, hasta que me encontré un día con el entrenador. Me preguntó qué era lo que pasaba con Fabricio que nunca iba a entrenar. Extrañado le pregunté a Fabricio qué pasaba, si yo lo dejaba en la cancha. Me respondió que esperaba a que yo me fuera, y se iba a la casa de un amigo a tocar la guitarra, porque no quería jugar a la pelota, me quería matar (risas).

¿Cómo le va con el rock?

Cuando mi hijo toca con su banda voy a los toques y me divierto mucho. Me gusta el rock argentino y uruguayo clásico. Alberto Spinetta, Charly García, Litto Nebbia, Sui Generis, Soda Stereo. También me gusta mucho una banda uruguaya que se llama No te Va a Gustar.

¿El fútbol lo va llevando por el mundo?

El fútbol no me pone en ninguna parte. Me lleva a donde yo quiero que me lleve.

¿Por qué aceptó dirigir a Santa Fe?

Yo veía a Colombia como un país muy futbolero, con unaliga preciosa. Vinimos porque analizamos la institución, el presidente que tiene y su política estable y coherente. Santa Fe tiene un grupo y un proceso de tiempo. Sabíamos todo sobre este equipo antes de llegar y los retos que afrontaríamos. Estoy acá porque quiero. Tuve dos ofertas jugosas para ir a Arabia, pero no les regalo un año a los árabes ni loco. ¿Irme para allá a hacer qué? No me interesa ni su cultura ni la plata.

¿Cómo ha vivido este arranque de semestre y cuál es su plan para lo que viene?

Hasta ahora hemos vivido todo con calma. Cuando las cosas salen acorde con lo planeado el ambiente se hace favorable, pero cuando tengamos que jugar tres días durante dos meses todo cambiará. El reto es difícil pero las expectativas son altas.

¿Siente el cariño de la hinchada santafereña?

No me la voy a ganar tirándole besitos, me la gano con resultados. Yo tengo mi estilo y todo dependerá de que nos vaya bien. No me importan las críticas ni los elogios, aprendí a vivir sin éstos. El entrenador de fútbol tiene que perderle miedo a todo, a la prensa, a los directivos, incluso a la hinchada. Yo no soy Superman, pero aprendí que si no te pones una coraza nunca va a ser un entrenador de verdad.

Por Theo González Castaño

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