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Rafael Santos Borré, la principal novedad de la Selección Colombia

El delantero barranquillero, de 19 años, brilló con la Sub 20 y ha sido la gran figura de Deportivo Cali en las últimas fechas.

Luis Guillermo Montenegro
21 de marzo de 2015 - 03:21 a. m.
Rafael Santos Borré Amaury, delantero del Deportivo Cali. Cortesía ‘Diario de Occidente’ /
Rafael Santos Borré Amaury, delantero del Deportivo Cali. Cortesía ‘Diario de Occidente’ /

Cuando Deisy Amaury e Ismael Borré supieron que tendrían un hijo, el nombre que le pondrían se definió rápidamente: Rafael Santos. El mismo que le puso el cantante Diomedes Díaz a su primogénito, a quien le compuso Mi muchacho. Cada vez que ellos oían esa canción pensaban en el momento de tener a su pequeño en brazos. “Si te inspira ser zapatero sólo quiero que seas el mejor. Porque de nada sirve el doctor si es el ejemplo malo del pueblo”, le cantaba Ismael. Unos años más tarde Rafa se decidió por el fútbol y su padre siempre lo apoyó. Fue justamente él quien lo llevaba a ver jugar a sus tíos en los partidos que disputaban en las polvorientas canchas del barrio Santo Domingo de Barranquilla, en donde nació el amor de su hijo por este deporte y al poco tiempo comenzó a entrenar con la escuela Toto Rubio.

Ismael se llevó a Rafael a vivir a Valledupar cuando se separó de Deisy y se casó nuevamente. Allí metió en una escuelita a su hijo, quien mostró talento y capacidad goleadora, y por eso se fijaron en él los dueños de la escuela Neogranadinos en Barranquilla. Justamente uno de ellos, Federico Chams, le abrió las puertas de su casa para que viviera porque su madre habitaba en un barrio que consideraban peligroso. Esos días son los que más recuerda Rafael, porque no tenía plata para los pasajes de bus y le tocaba caminar varias cuadras bajo el agotante sol de la Costa Caribe. Su entrenador Henry Peralta le recomendó a su amigo Agustín Garizabalo, un cazador de talentos del Deportivo Cali, para que fuera a algún partido a verlo. Luego de seis meses de insistencia Garizabalo aceptó la invitación y con ver tan sólo 20 minutos de un juego se convenció del talento de Rafael y lo fichó para el equipo azucarero.

Desde su llegada fue catalogado como una de las perlas de la cantera. Su capacidad de asociación en la parte ofensiva del campo causaba sensación. Borré es uno de esos jugadores de área que tiene olfato goleador, pero además piensa en colectivo. Con diagonales, que él mismo asegura son innatas, rompe los esquemas defensivos de los rivales y cuando tiene espacios no perdona. Si tiene cómo habilitar a algún compañero, no lo duda. Ese talento lo ha llevado a ser apodado entre sus compañeros como La máquina.

Su cupo para el Suramericano Sub-20 en la selección de Colombia se lo ganó casi de casualidad. El equipo dirigido por Carlos Piscis Restrepo se encontraba en la sede de Pance del Deportivo Cali en la última fase de preparación previa al torneo que disputaría en Uruguay y para una de las sesiones de entrenamiento Rafael Santos fue un invitado. Descrestó al técnico y finalmente se ganó un lugar en el equipo nacional, dejando por fuera a un jugador como Darío Rodríguez, de Independiente Santa Fe, quien había estado en todo el proceso. Para el certamen en territorio charrúa comenzó de suplente, pero sus goles lo consolidaron como un titular indiscutido.

Tras lograr el cupo al Mundial de Nueva Zelanda y al repechaje de los Juegos Olímpicos de Río 2016, Borré regresó al Cali, equipo con el que había debutado en primera. Fernando el Pecoso Castro le dio la confianza rápidamente y ha cumplido. Lleva cinco goles en el semestre y los hinchas verdes lo idolatran. “Ha sido un recibimiento muy bueno el que me ha dado el Pecoso. Estoy agradecido con el Deportivo Cali. Espero seguir así para recompensar todo lo que me ha dado”, asegura el barranquillero que sabe que, a pesar de su juventud, mantiene una actitud tranquila y no se cree el cuento de la fama. “Andrés Pérez y el Pecoso me repiten mucho que debo mantener los pies sobre la tierra. Me dicen que voy bien, que tengo mucho que aportarle al equipo, pero que debo estar concentrado en hacer las cosas bien”, reconoce a El Espectador el delantero de 19 años, que además ya es ejemplo para otros. En Cali comparte apartamento junto con otro delantero prospecto del club, su paisano Pablo Sabbar, de 17 años. “Yo hago más goles que él, pero es un gran jugador”, asegura entre risas.

El sufrimiento ha quedado atrás, en él está la responsabilidad de ayudar a sus padres, quienes desde que nació le dijeron que hiciera lo que quisiera siempre y cuando fuera el mejor. Así se lo propuso y lo esta logrando. El camino es largo, pero va por donde es.

Por Luis Guillermo Montenegro

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