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Semana de pasión adelantada para Millonarios

No es asunto de animadversión o de crítica obcecada, viendo jugar al equipo albiazul en su versión actual, la sensación que prevalece entre los hinchas es que lo van a golear.

Redacción Deportiva
23 de marzo de 2015 - 05:17 p. m.
Semana de pasión adelantada para Millonarios

No es asunto de animadversión o de crítica obcecada, viendo jugar a Millonarios en su versión actual, la sensación que prevalece entre los hinchas es que lo van a golear. Este domingo 22 de marzo, cuando el árbitro Adrián Vélez pitó la finalización del encuentro contra Junior, el balance fue doble: la amargura de una nueva derrota en calidad de visitante, acompañada de una extraña especie de descanso colectivo porque el equipo no se fue con una abultada cifra de goles en contra.

Y pudo ser. Si se cuentan las intervenciones providenciales del arquero Nicolás Vikonis y los goles que se comieron los jugadores del Junior, la conclusión es que Millonarios la sacó barata en Barranquilla. Con alguna mejoría en el segundo tiempo, sobre todo después del ingreso del volante de primera línea, Villareal, la fórmula de los tiburones fue idéntica durante todo el juego: pelotazos al vacío y la desesperación de los volantes y defensores azules tratando de frenar lo imposible.

En ciertos momentos del partido parecía repetirse la película del estruendoso cinco a uno que le propinó el Deportivo Cali en su estadio hace unas semanas. Lo que los entendidos en el tema ya saben. Cada que Millonarios tiene al frente a un rival con cierta vocación ofensiva, sus hinchas ven el juego al borde de un ataque de nervios. Retrocede tan mal el equipo, se le ve tan frágil para encarar a jugadores habilidosos, que es difícil pensar de dónde va a salir la fórmula para evitar otro desastre.

Millonarios arrancó el torneo con tres victorias en serie en calidad de local, amenizadas por algunos descontextualizados periodistas que le hicieron creer a la afición que era un equipo contundente y equilibrado. La verdad es que fueron tres rivales fáciles. Patriotas apenas armándose después de la salida de varios de sus jugadores notables del anterior torneo y Cúcuta y Cortuluá, recién ascendidos al campeonato mayor, luego de singulares cuadrangulares inventados en enero por la Dimayor.

Cuando el equipo bogotano fue a jugar a Ibagué contra Tolima, empezaron a notarse las fisuras. Más allá de la derrota por la mínima diferencia a través de un penalti dudoso, se advirtió su desequilibrio en el campo. Incapacidad de sus delanteros para balancear el juego, deficiencias en la marca y mal retroceso con el balón en contra. Un diagnóstico que quedó al desnudo de manera catastrófica una semana después cuando el Deportivo Cali lo arrolló y además se quedó corto, a la hora de celebrar goles.

De ahí en adelante tres empates: dos en condición de local con Equidad y Santa Fe y uno como visitante ante Águilas, con el pírrico aporte de apenas un gol a favor, además hecho por el defensa central Gabriel Díaz en el juego contra Equidad. La nueva prueba de fuego era Junior, y por lo visto este domingo en Barranquilla, la situación de Millonarios sigue intacta: no hay poder ofensivo, sus volantes de enlace tampoco generan muchas opciones claras y la contención, cuando el rival aprieta en velocidad, es crítica.

Con nueve partidos jugados Millonarios escasamente registra 11 goles, de los cuales sus delanteros han hecho cinco. Dos de Agudelo en el primer juego contra Equidad y tres de Fernando Uribe, uno en el 3 a 0 al Cúcuta y dos contra Cortuluá, uno de ellos de penalti. Los otros seis goles han sido de volantes o defensores. Dos de Insúa, uno de Reina, uno de Román Torres, otro de Macallister Silva y el de Gabriel Díaz. De los 11 goles, 9 fueron en los tres primeros juegos contra rivales en formación.

Desde el 22 de febrero a la fecha, es decir en seis partidos, Millonarios ha anotado dos veces. Sus delanteros han demostrado escasa eficacia. Se podría pensar que ni siquiera les llega el balón, pero sobre todo en el caso de Uribe, tampoco se le ve el máximo esfuerzo por dejar atrás su mala racha. Y cuando un equipo no tiene poder ofensivo, la defensa del rival se toma confianza y es lo que se ha visto en el campo: volantes y defensores en estampida tratando de frenar los avances del contrario.

Vienen dos juegos de local esta semana que son cruciales. Ante Pasto y Chicó el equipo azul tiene la oportunidad de no quedar definitivamente rezagado, cuando el campeonato llega a la mitad de sus juegos. Sin embargo, habrá que ver de dónde va a sacar argumentos el técnico Lunari para cambiar la estructura. Si sus delanteros no despiertan, si no se encuentran caminos claros para quitar balón en la primera línea y si la defensa se desordena por intentar lo que no hacen sus arietes, el asunto pinta fatídico.

Se dice que Lunari tiene el respaldo de los dueños del equipo, pero si esta semana Millonarios no suma seis puntos contra dos rivales accesibles, el último en la tabla de posiciones y el único que aún no conoce la victoria, su suerte puede estar sellada. Al menos la paciencia de los aficionados quedaría al límite. Y la solución pasa porque los delanteros reaccionen. Si no aciertan una, será lo mismo que se ha visto. Un equipo desesperado por hacer un gol, pero exponiéndose a que le hagan muchos.

Ya empezaron los problemas de los lesionados. Este domingo fue Reina y no se sabe si están listos para regresar Insúa y Vargas. La situación del argentino Maximiliano Núñez es dudosa porque no ha tenido continuidad para evaluar su rendimiento. Y los delanteros que pelean en la Liga Águila, Tello y Salazar, si no están para reemplazar a Uribe y Agudelo, el panorama es incierto. En esas condiciones, Millonarios vivirá una semana de pasión adelantada. La fórmula para superarla es que su ofensiva despierte.  

Por Redacción Deportiva

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