Publicidad

Wílder Medina: merecía volver a vivir

El antioqueño cuenta cómo estuvo dos meses en un centro de rehabilitación para aspirar a ser goleador en 2013 con Santa Fe.

Luis Guillermo Montenegro
13 de enero de 2013 - 02:00 a. m.
Wílder Medina comenzó la semana pasada pretemporada con Santa Fe, su objetivo es volver a ser goleador del fútbol colombiano.  / Luis Ángel
Wílder Medina comenzó la semana pasada pretemporada con Santa Fe, su objetivo es volver a ser goleador del fútbol colombiano. / Luis Ángel

Estaba 10 kilogramos por debajo de su peso ideal, le costaba concentrarse, siempre mostraba síntomas de sueño y aunque sus órganos no habían sufrido daños, actuaba como una persona enajenada y abstraída, pero nunca alucinada como para recurrir al siquiatra. Por eso el 2 de octubre pasado empezó su batalla contra la adicción de marihuana en una finca en Subachoque —a 45 minutos de Bogotá—, lejos del caos y de las opiniones mediáticas que ponían en tela de juicio su llegada a Santa Fe y, además, que este club pagara su rehabilitación. Las dos personas que se recuperaban de la misma adicción en esa casa de madera, lo vieron a su llegada y lo reconocieron enseguida: era Wílder Medina, que cargaba tantas maletas como para un largo viaje de dos meses.

Hasta el 2 de diciembre ellos se convirtieron en sus cómplices y casi familiares. También las cinco personas que lo acompañaron durante el proceso: la cocinera, que también aseaba su cuarto; un médico, una sicóloga de familia, el jardinero del sitio y el especialista y director terapéutico del programa Avanza, Carlos Cruz. La rehabilitación terminó por estrechar la amistad entre Wílder Medina y el médico. Y el fútbol también. Ambos veían partidos de Santa Fe, de Tolima y sobre todo los de Millonarios en la Copa Sudamericana, por aquello de que el doctor es hincha, paradójicamente, del actual campeón de Colombia.

No había llegado a un centro de reclusión, no. El cuarto de Wílder bien podría ser alquilado algún día para un turista que visite esas tierras: baño propio, televisión, privacidad y paz interior. En la tranquilidad de esa finca el antioqueño no andaba con una bata de enfermo pues no es la esencia del programa. Él prefería vestir de pantaloneta, o de jean cuando el frío aumentaba. La rutina diaria, aunque rigurosa, hizo especiales los dos meses de recuperación. Se despertaba a realizar el entrenamiento que el entonces preparador físico de Santa Fe, Gustavo Bustos, le había preparado especialmente . Para eso le entregaba los ejercicios pertinentes y un pulsímetro para entregar cada ocho días resultados. “Al principio —cuenta Carlos Cruz— me tocó bajarle los estados de negación, pero rápidamente mostró una voluntad completa, sobre todo en el campo físico. Pero él la tiene clara, y ahora más que antes: este es el momento de renacer en su vida profesional y personal. Es un ganador”.

El resto del día, hasta las 10 de la noche, se dedicaba a terapias bajo el modelo Minnesota, que abarca temas físicos, sicológicos y sociales, así como un porcentaje de sesiones espirituales. En la noche fría de Subachoque realizaba la última de diez terapias diarias: una retroalimentación de la jornada que consignaba en un fólder o que realizaba con una sicoterapia conversada. Durante un mes permaneció encerrado y luego, cada ocho días y en compañía omnipresente de Carlos Cruz, pudo visitar a su familia en Bogotá, a su esposa y dos hijas. Para ir a la capital, los recogía en la finca algún entrenador de Santa Fe o el propio César Pastrana, presidente del club.

Cada día se hacía más ameno. El mismo Wílder Medina se encargó de eso con su humor natural: “Contaba chistes, imitaba gente, cuando estaba alegre bailaba, simplemente abrazaba a la cocinera o ella me molestaba a mí con Millonarios. ¡Un personaje!”. La despedida, el 2 de diciembre, no fue fácil, rodaron algunas lágrimas después de la última sicoterapia y, por último, Wílder sembró dos árboles en el jardín que simbolizan su renacer de las mismísimas cenizas donde lo encontró Santa Fe.

¿Quién lo buscó de este club?

Agustín Julio (gerente deportivo y exportero). El fútbol es muy lindo, porque él y yo tuvimos problemas dentro de la cancha, nos decíamos cosas, pero afuera éramos amigos. Él se comunicó conmigo y me ofreció su ayuda, me dijo que hablara con el presidente de Santa Fe y así lo hice. Me invitó a Bogotá, me reuní con César Pastrana y en 20 minutos cuadramos todo lo del contrato.

César Pastrana dice que usted es como un hijo, ¿qué opina de él?

Es un gran ser humano. En su interior sabe que soy una buena persona. Estoy feliz y agradecido, siempre que lo veo le digo “Don César, gracias por la oportunidad que me dio de vivir”. Creo que la merecía y ahora la voy a aprovechar.

Si su papá Manuel Esteban (murió de un infarto en 1997) viviera, ¿cree que usted no habría caído en las drogas?

Yo estoy seguro de que si él estuviera vivo, yo nunca hubiese cogido el camino de la calle y las conductas malas que tuve durante mi juventud. Él falleció y me hizo mucha falta. Aunque, eso sí, si él estuviera vivo y yo anduviera en esta situación, me hubiera apoyado. No sé si con dureza o con amor, pero estaría ahí.

¿Se arrepiente de contarle a la prensa su pasado?

Todo lo que he vivido me ha dado experiencia, somos poquitos los que aún decimos la verdad, no nos guardamos nada. No me siento un ángel porque cometo errores, pero no en las mismas condiciones de antes.

¿Cuál es la diferencia entre este proceso de recuperación y los anteriores en Ibagué?

Hay algo que es clave. Las personas que me están recuperando acá fueron alcohólicas o adictas. Son gente que duró 20 o 30 años en recuperación y saben cómo tratarme. En Ibagué los que me ayudaron nunca habían tomado un trago o fumado un cigarrillo. Acá saben lo que es tocar fondo y por eso saben cómo hacerlo reaccionar a uno.

Se dice que Maradona sin las drogas hubiese logrado el doble, ¿qué sería de usted?

Solo Dios lo sabe. Seguramente Él primero me quería curar de mi adicción para poderme llevar al fútbol del exterior o a la selección. Estoy en proceso de ser un mejor jugador, amigo, hermano, hijo y papá.

¿Ha tenido recaídas en este nuevo proceso?

Ya jodí mucho en la calle, hice y deshice. Ahora voy a jugar realmente al fútbol. Hasta ahora no he sentido ganas sino de jugar.

¿Cómo lo ha recibido el grupo en esta pretemporada?

Muy bien, los compañeros están muy felices por mi cambio. Yo les dije: “Hay que ser honesto con uno mismo para no engañar a los demás”, y les conté mi situación. Ahora me vieron de la forma como llegué y me felicitaron. Siento el apoyo de ellos y sabemos que juntos vamos a hacer una gran campaña.

¿Quién es su confidente y amigo en el equipo?

Hablo mucho con Luis Carlos Arias, quien es una persona que pasó por adicciones (se recuperó en Alcohólicos Anónimos) y que cada día se recupera más. Ómar Pérez me pregunta mucho cómo voy. Con John Valencia compartí en otros equipos y él se puso muy contento por verme bien, igual que el preparador físico, Esteban Gesto, que estuvo conmigo en el Tolima.

¿Siente revancha y ganas de reaparecer para callar a sus críticos?

Yo tengo una revancha conmigo mismo, llevo año y cuatro meses sin jugar. Quiero demostrarme que puedo llevar una vida diferente. Quiero jugar fútbol, triunfar y darle una mejor vida a mi familia. Creo que ahora voy a jugar mejor, porque solo tengo buenas cosas en mi cabeza.

En una entrevista con este diario en septiembre del año pasado mencionó que estaba como el baloto: acumulado de goles, ¿ahora cómo está?

Estoy más acumulado todavía. La vez pasada me ausenté tres meses y marqué cinco goles en tres partidos. Ahora con esta para tan larga, no me imagino la cantidad de goles que vienen.

¿Qué les dice a los hinchas de Santa Fe que sufrieron con ese gol suyo del Tolima en 2010?

Que las lágrimas ahora van a ser de felicidad. Cada vez que salga a la cancha lo voy a hacer como un león.

Por Luis Guillermo Montenegro

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar