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Wilson Morelo, el goleador que colgó los guantes

El jugador de Independiente Santa Fe entrenó para ser boxeador, pero a los 12 años se propuso ser futbolista.

Luis Guillermo Montenegro
26 de septiembre de 2014 - 03:30 a. m.
Wilson Morelo, goleador de Independiente Santa Fe en la Liga Postobón. Suma seis tantos y es el tercer anotador del torneo. /Luis Ángel - El Espectador
Wilson Morelo, goleador de Independiente Santa Fe en la Liga Postobón. Suma seis tantos y es el tercer anotador del torneo. /Luis Ángel - El Espectador
Foto: LUIS ANGEL

“Recuerda, debes apretar fuerte la mandíbula para aguantar los golpes, ser rápido a la hora de atacar y ágil a la hora de defender. Es muy importante que muevas bastante la cintura para esquivar correctamente los golpes de tus rivales. Sé fuerte y no te rindas. ¡Ah!, y se me olvidaba, debes prepararte muy bien físicamente”. Esas eran las recomendaciones que le daba William Morelo, el hermano mayor de Wilson, cada vez que iban a iniciar una sesión de entrenamiento en un gimnasio de Montería. El pequeño Morelo era apenas un niño, pero soñaba con ser como su hermano, un boxeador profesional que era el orgullo de la familia y quien creció siendo el mayor referente suyo.

Cada día, luego de salir del colegio, Wilson corría a estar con su hermano, quien muy disciplinado se preocupaba por estar bien físicamente para las próximas peleas que fuera a disputar. Muchas veces el pequeño Morelo no se ponía guantes ni entrenaba, simplemente se deleitaba viendo cómo William le daba puñetazos a un saco de arena. Claro que todo no era tan bueno, el boxeo también es sufrimiento, dolor y mucho sacrificio. Por más de que se tenga pasión y compromiso, en una pelea, si algo se hace mal, se puede terminar noqueado, en la lona en tan solo segundos. Tal vez fue por eso que cuando Wilson tenía 12 años, su padre le preguntó si quería seguir los pasos de su hermano o hacer su propio camino en el fútbol, deporte que también practicaba.

Ahí fue cuando ingresó a una escuela de fútbol en Montería. Cambió los guantes por guayos, pero las recomendaciones básicas que le daba William sobre un ring las llevó al campo de fútbol. Se preocupaba por ser rápido a la hora de atacar y muy ágil para recuperar el balón. La berraquera y el aguante también lo llevaron a destacarse rápidamente a nivel aficionado y por eso cuando apenas tenía 16 años pasó al Bajo Cauca, un equipo de la B en el que compartió camerino con íconos del fútbol nacional como René Higuita, John Jairo La Turbina Tréllez y Carlos Castro. Marcó cerca de 19 goles en la B y eso le permitió pasar al Envigado en 2006.

Sin muchas opciones en el equipo antioqueño, viajó a Bogotá para probarse con Millonarios. Dorlan Pabón también lo acompañó en esa expedición, pero sólo él logró quedarse en el cuadro azul. Juan Carlos Osorio, quien en ese momento era el técnico, lo vio en un partido y le dijo que quería contar con él para el primer equipo, así que le hicieron contrato y se volvió jugador de Millonarios. Claro que no contó con suerte, porque a los pocos meses, casi sin jugar, Osorio salió del banquillo y Luis Augusto Chiqui García, por sus problemas personales con Osorio, decidió no contar con él.

Luego pasó al América de Cali, en donde lograría su primer y único título en el fútbol profesional. Claro que en esos años vivió el peor momento de su vida. William, su hermano, conocido en el mundo del boxeo como El Martillo, fue asesinado por los paramilitares en Montería. Era el lunes 27 de julio de 2009 cuando llegó, como de costumbre en moto, a entrenar al coliseo Miguel Happy Lora. Cuando se disponía a ingresar al escenario deportivo, un grupo de sicarios le dispararon. Según Wilson, todo fue porque lo confundieron con un integrante de bandas criminales. “Éramos uña y mugre. Hablábamos seguido y siempre recuerdo que era él quien me motivaba a darlo todo en la cancha”, asegura el goleador.

El apoyo de su esposa fue fundamental para sobrepasar ese momento. Justamente ella y sus hijos son junto a Dios lo más preciado para él. María Isabel Zapata, Salomé y Santiago lo acompañan en su camino por consagrarse como uno de los delanteros más temidos del fútbol colombiano. Su sueño internacional lo realizó el semestre pasado con los Rayados de Monterrey, en México, , pero no tuvo éxito allá y por eso volvió a Colombia para jugar con Independiente Santa Fe. Fue uno de los refuerzos del equipo albirrojo para este semestre y rápidamente el cordobés de 27 años se ha adaptado al estilo de juego del técnico Gustavo Costas, tanto así que es el goleador —con seis tantos— del equipo cardenal, que marcha segundo en la Liga Postobón. Morelo marcó los dos tantos de la victoria del rojo sobre Equidad.

“La adaptación ha sido muy buena. Tanto en lo grupal como en lo personal queremos hacer cosas muy grandes. A la mayoría de los jugadores los conocía, así que es muy fácil adaptarse a un grupo como este. Me han recibido de la mejor forma, siempre como en familia y por eso estoy muy contento de hacer parte de Santa Fe”, le dijo a El Espectador el hombre gol del primer campeón de Colombia, quien a pesar del buen momento personal y grupal, cree que todavía falta mucho por conseguir. “Vamos por buen camino, pero no podemos celebrar nada porque no se ha ganado aún. Queda es la motivación de seguir trabajando por mejorar día a día”, asegura Wilson, quien de William, su hermano, siempre recordará que en la cancha y en el ring hay que ser un luchador hasta el final. 

lmontenegro@elespectador.com

@luisguimonte

Por Luis Guillermo Montenegro

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