Publicidad

Kirchner y el fútbol, una pasión infinita

El ex presidente de Argentina, fallecido el miércoles, era un furibundo hincha de Racing. Como socio, mandaba mensajes a los técnicos.

Daniel Avellaneda, corresponsal Buenos Aires
01 de noviembre de 2010 - 02:00 a. m.

Entre esas miles de banderas del dolor que tapizaron la Casa Rosada había una que tenía los colores de la Nación Argentina pero simbolizados en el escudo de Racing Club. "Néstor no murió", rezaba debajo del símbolo del equipo que enamoró su corazón, el mismo que dejó de latir este miércoles y conmovió a todo el país y el resto del continente. Es que Kirchner, el ex presidente, marido de la actual mandataria, Cristina Fernández, y secretario general de la Unasur, era un apasionado del fútbol. En especial, de esa institución celeste y blanca con la que festejó el campeonato del mundo de 1967, cuando apenas tenía 17 años y comenzaba a hacerse más fuerte su lazo con la política. Incluso, fue uno de los aficionados que más insistió en el final del gerenciamiento de la empresa Blanquiceleste S.A., que tomó la conducción financiera de la entidad en el amanecer de la década pasada, cuando la quiebra la sacudió. La platea del Cilindro de Avellaneda, cuyo nombre real es Juan Domingo Perón, el impulsor del movimiento político al que adhería Kirchner, fue uno de sus lugares en el mundo. Esa en la que ahora despierta todos los aplausos Giovanni Moreno, nada menos, con el talento de su zurda.

Sí, Kirchner era un fanático del fútbol y de la Academia desde su niñez, desarrollada en Río Gallegos, esa ciudad de Santa Cruz, provincia austral, en la que sus restos descansarán eternamente. Incluso, acercó a capitalistas dispuestos a invertir en el equipo cuando asumió Rodolfo Molina, actual presidente. Cuentan que fue Kirchner, socio honorario, el que puso en el camino de Racing Club al Banco ‘Macro', primero, y al ‘Hipotecario', después, para que se transformaran en el sponsor de la camiseta celeste y blanca a bastones horizontales. Era tal el fanatismo que tenía por su club que en junio del año pasado, cuando Racing venció 3-0 a Boca, le regaló cuatro televisores plasmas de 32 pulgadas al plantel que entonces dirigía Ricardo Caruso Lombardi, ahora técnico de Tigre.

Cuentan por Avellaneda, también, que fue Kirchner el que le bajó el pulgar a Claudio Vivas en el inicio del torneo pasado, después de tres derrotas en cadena. Entonces, los dirigentes echaron al ex ayudante de Marcelo Bielsa en la selección sin mediar explicaciones. Se dijo que el ex presidente había recomendado a Miguel Ángel Russo, quien todavía conduce los destinos del equipo. Es más, en sus últimas horas de vida, Kirchner se comunicó con el entrenador para pedirle que juegue Bruno Zuculini, un juvenil mediocampista que le gustaba por su despliegue. Sin dudarlo, este fin de semana, antes de que la Asociación del Fútbol Argentino decidiera suspender la fecha, Russo había resuelto que el pibe que tanto quería el ex mandatario dentro del campo de juego fuera titular. El martes en la noche, en su última cena en El Calafate, se lo había dicho a Lázaro Báez, un empresario amigo con quien comió en un coqueto restaurante: "Tiene que jugar Zuculini". Y Russo cumplirá el deseo.

Al margen de este sentimiento, Kirchner también aprovechó su vinculación con el fútbol para hacer política y negocios. Fue el ex presidente el que impulsó la cancelación del contrato que tenía la AFA con la empresa Televisión Satelital Codificada, dueña de los derechos de transmisión de los partidos de la Liga Argentina durante 20 años. Entonces, su esposa presidenta habló de que se habían terminado "los goles secuestrados", ya que no se podían ver imágenes de las definiciones de los encuentros hasta la emisión del programa Fútbol de Primera y ahora todos iban a poder ver el campeonato nacional por canales abiertos. Y hasta utilizó una analogía vinculada con los desaparecidos de la Dictadura, a fin de cuentas, muy poco feliz. Con Fútbol Para Todos, tal cual se llamó el proyecto, el Estado invirtió 600 millones de pesos anuales. Kirchner, el ideólogo de esta movida, contó con un aliado imprescindible: Julio Grondona, titular de la AFA. El objetivo estaba claro: terminar con un meganegocio que era propiedad del holding empresarial con el que se había librado una batalla mediática y ganar espacio en la pantalla para bajar su línea de conducción. La TV Pública, justamente, emite la mayoría de los partidos. Y hasta la programación tiene la finalidad de competir contra el resto de los canales de aire. Si River o Boca, los equipos grandes de esta tierra, juegan en el horario nocturno los domingos para cosechar rating y preceder al programa pro gobierno 6,7,8, de fuerte contenido político.

El fútbol siempre fue una tentación para los políticos por su masividad en Argentina. Durante la dictadura militar que sacudió la década del setenta, el Mundial de 1978 que ganaron Passarella, Fillol y compañía con la conducción de César Luis Menotti maquilló una despiadada realidad de opresión, tortura y muerte. Kirchner, a pesar de su militancia de izquierda y su política a favor de los Derechos Humanos, también utilizó a la selección nacional. En su entorno se imaginaban otro título mundialista y el clamor popular. En ese sentido, Diego Armando Maradona fue un elemento vital. Con la venia del gobierno, Grondona lo contrató para dirigir el seleccionado al que engalanó en pantalones cortos cuando Alfio Basile, cansado y sin resultados, decidió renunciar. Y lo hizo a pesar de que el más grande de todos sólo había sido técnico de Racing Club y Deportivo Mandiyú a mediados de los noventa.

Diego acompañó a Cristina a la presentación del proyecto Fútbol Para Todos y estuvo en cada acto en el que se le requirió. A pesar del fracaso en Sudáfrica, la presidente lanzó un "aguante, Maradona", durante un discurso. Y hasta se asegura que gran parte de los 20 mil argentinos que lo recibieron al regreso de Johannesburgo eran punteros políticos del intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, cuyo hijo, Gastón, es íntimo amigo de Maradona. Pero el técnico decidió viajar a Venezuela a visitar a Hugo Chávez y no atendió los llamados de la Jefa de Estado, que quería recibirlo en la Casa Rosada. Entonces, se generaron algunos cortocircuitos. De todos modos, en septiembre, Diego visitó a Kirchner en la Quinta Presidencial de Olivos luego de que el ex presidente se sometiera a una operación de la carótida. Muchos observaron un gesto interesado del "10", no sólo preocupado por la salud del ex mandatario. Entonces, reclamaba a los cuatro vientos una nueva oportunidad para dirigir el seleccionado argentino. Aunque, incluso intentando pegarse al gobierno, no iba a tener más posibilidades porque Grondona, también con el guiño de la Casa Rosada, ya le había cerrado la puerta a su ciclo.

Podría haber sido basquetbolista Kirchner, que medía 1,87 metros y jugó en el equipo nacional de 1965 a 1968. Eligió la política, esa por la que tenía tanta pasión como el fútbol.

Por Daniel Avellaneda, corresponsal Buenos Aires

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar