Brasil humillado en casa, 64 años después

Como ocurrió hace 64 años, la selección brasileña fracasó en su intento de conquistar una Copa del Mundo de fútbol en su propia casa. El dolor de ese famoso Maracanazo, esta vez fue muchísimo mayor, por la humillante derrota 1-7 ante Alemania.

Luis Guillermo Ordóñez, Belo Horizonte, Brasil
09 de julio de 2014 - 04:26 a. m.
Los jugadores alemanes celebran su clasificación a la gran final del Mundial de Brasil.  / EFE. David Luiz no lo puede creer.  Su selección fue humillada.
Los jugadores alemanes celebran su clasificación a la gran final del Mundial de Brasil. / EFE. David Luiz no lo puede creer. Su selección fue humillada.

Brasil, la tierra del fútbol, no volverá a organizar un Mundial. Las dos veces que lo ha hecho, ha sufrido las peores frustraciones de su historia. Jamás sanará la herida que le deja la vergonzosa derrota de ayer ante Alemania 1-7, en la primera semifinal del Mundial 2014. Como todavía no ha sanado la que dejó la caída en la final de 1950, en el estadio Maracaná, ante Uruguay, frente a más de 200 mil personas.

Ayer el escenario fue otro, el estadio Mineirão, que pasará a la historia por el Mineirazo. Y no porque el equipo verdeamarillo fuera invencible, pues la de este año ha sido una de sus peores versiones, sino por la manera humillante y casi despectiva como Alemania le pasó por encima, con cinco goles en apenas 28 minutos, varios de ellos de esos que se hacen solo jugando al microfútbol, con varios toques en el área y el arquero tirado en el piso.

Para los anfitriones, el Mundial, ese que generó tantas protestas antes e incluso en los primeros días del evento, terminó de la peor manera. Una cosa es perder corriendo y luchando ante un equipo superior y otra irse goleado, sin haber mostrado argumentos futbolísticos y absolutamente impotente. En la cancha quedó claro que aunque tenía el apoyo de 200 millones de personas, el scratch no tenía fútbol para lograr su sexto título.

Alemania, en cambio, tomó venganza de la final de la Copa Mundo de 2002, cuando cayó 2-0. Con seriedad, orden y contundencia aguantó los primeros cinco minutos del juego, los únicos en los que Brasil pareció fuerte, y luego se hizo amo y señor del compromiso. Se puso arriba a los 11 minutos, con gol de Thomas Müller, quien llegó a cinco en el torneo, uno menos que James Rodríguez, quien por ahora sigue siendo el goleador.

El golpe de gracia llegó a los 22, por intermedio de Miroslav Klose, quien además llegó a 16 goles y se convirtió en el máximo artillero en la historia de los mundiales, superando a Ronaldo, quien hizo 15. Y en seis minutos los teutones hicieron tres goles más, dos por intermedio de Tony Kroos y uno de Sami Khedira.

A esas alturas, muchos de los hinchas que habían cantado a todo pulmón el himno brasileño, chiflaban a su selección, más que por el resultado, porque no lograba reaccionar. Pero así como algunos se fueron del estadio, otros siguieron alentando, ya no al equipo destruido anímicamente, sino a los jugadores que, con más corazón que fútbol, alcanzaron a ilusionar a sus seguidores, sobre todo tras las victorias, sufridas eso sí, ante Chile y Colombia.

No pasó mucho en el complemento. Brasil, con vergüenza, buscó el descuento a punta de pelotazos, mientras Alemania prefirió no arriesgar más y comenzó a pensar en la final, que disputará el próximo domingo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, ante el ganador del partido de hoy entre Argentina y Holanda. Claro que así, a media máquina, anotó dos tantos más, por intermedio de Andre Schuerrle.

Justo cuando los teutones marcaron el séptimo, los 58.151 espectadores que asistieron al estadio, todos con camiseta amarilla o blanca, se pararon de sus asientos y ovacionaron al equipo que dirige Joachim Löw, al estilo de los hinchas argentinos tras el 0-5 ante Colombia, en Buenos Aires, en 1993. Vinieron después los oles. Brasil marcó el logró de la honrilla por intermedio de Óscar, en el minuto 89.

Ni el más pesimista de los brasileños y menos el más optimista de los alemanes podría haber pronosticado un desenlace así. La selecao chiflada, en el medio del terreno de juego y sus jugadores cabizbajos y humillados, con Luiz Felipe Scolari a su lado. La derrota, pero sobre todo la forma, fue un baldado de agua fría para un país en campaña electoral y sumido en una profunda crisis social que no se sabe cómo reaccionará ante semejante humillación, porque si algo paraliza a este país, lo calma, o lo conmociona, es el fútbol.

Tendrá que reinventarse el balompié brasileño. Ya no es cuestión de jugar bonito, como se creía, sino de volver a ser competitivos, de recuperar el prestigio, no solo perdido, sino pisoteado. Tendrá que hacerlo, seguramente con un nuevo entrenador y con otros jugadores, desde el próximo 5 de septiembre, cuando enfrente a Colombia en Miami, en fecha Fifa.

Alemania espera cerrar una actuación brillante en Brasil con su cuarto título, tras los que consiguió en Suiza 54, Alemania 74 e Italia 90. En su cuarta semifinal consecutiva logró el triunfo más significativo de su historia, pero tendrá valor solo si levanta la copa.

Quienes creímos que lo habíamos visto todo en este Mundial, estábamos equivocados. El campeón se fue en primera ronda y Colombia hizo historia, pero la goleada de ayer será, sin duda, el hecho que marcará este Brasil 2014.

Por Luis Guillermo Ordóñez, Belo Horizonte, Brasil

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar