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Cuando los hinchas chilenos no pudieron alentar a la selección en el 62

Para los locales, en 1962, el silencio sería la clave mortal ante Brasil, pero resultó ser lo contrario.

Manuela Bernal Serrano
29 de mayo de 2014 - 07:59 p. m.
Archivo El Espectador / Archivo El Espectador
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El mejor lugar que ha alcanzado la selección de Chile fue en el Mundial que se celebró en sus propias tierras. Venció a Yugoslavia por 1-0 y se adjudicó el tercer lugar de un campeonato de la FIFA. Sin embargo, pudo lograr más de no ser por el silencioso partido de semifinales ante Brasil.

Eran las 2:30 de la tarde en la ciudad de Santiago de Chile cuando el árbitro mexicano, Arturo Yamasaki Maldonado dio el pitazo inicial en el estadio Nacional.

Ese 13 de junio de 1962 se jugaría el partido más silencioso de la historia del fútbol. Las tribunas estaban llenas y la selección nacional y local enfrentaba a uno de los equipos más difíciles de vencer, Brasil. Era una semifinal difícil, pero los chilenos habían logrado llegar hasta esta instancia luego de vencer a la Unión Soviética por un marcador de 2-1 en cuartos de final.

Aunque sus partidos de grupo no habían sido los mejores, Chile había logrado pasar la fase en el segundo lugar del Grupo B por debajo de Alemania Federal, equipo con el que habían perdido 2-0. Pero Chile había ganado ante Suiza (3-1) e Italia (2-0) con un equipo que demostraba corazón y muchas ganas.

De pronto los aficionados ayudaron, pues jugar contra el local no es lo mismo que contra cualquier otro equipo. Las graderías completamente rojas, los gritos, la fiesta, el ruido, asustan hasta al propio Pelé, pero la selección chilena no creyó que eso podría estar a su favor.

Así que días antes de la semifinal con Brasil, medios de comunicación y todos los espacios públicos multiplicaron el mensaje que la Asociación Chilena de Fútbol había pedido a los aficionados que ingresarían ese 13 de junio al estadio Nacional de Santiago.

“No griten muy alto” titulaban los medios, “no hagan mucho ruido” decían los transeúntes. La razón: podrían desconcentrar a los jugadores.

Así Chile jugó su partido, en casi un absoluto silencio. Miles de chilenos que colmaron las graderías debieron aguantarse en silencio los goles de Brasil, la humillación de la verdeamarela que no dejó callados a los asistentes, sino los mantuvo como llegaron, en un silencio ensordecedor que acabó con la esperanza de la roja y no le permitió alzar la copa en su casa.

Chile terminó con un resultado de 4-2, dos goles de Garrincha en el primer tiempo y dos de Vava en el segundo. Tan solo Jorge Toro y Leonel Sánchez lograron disminuir la goleada, pero en silencio celebraron y así Chile no llegó a la final, sino que tuvo que jugar por el tercer puesto, eso sí, allí los aficionados no se aguantaron y gritaron, aplaudieron e hicieron toda la bulla que pudieron.

Por Manuela Bernal Serrano

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