El fútbol de Holanda según el modelo Cruyff

A propósito de los 40 años de la ‘Naranja Mecánica’, de un libro y del papel de los holandeses en el Mundial de Brasil.

Nelson Fredy Padilla desde la tierra del fútbol
24 de junio de 2014 - 02:01 p. m.
Holanda se clasificó a octavos de final de Brasil 2014 tras ganarle 3-2 a Australia en Porto Alegre el pasado 18 de junio. / AFP
Holanda se clasificó a octavos de final de Brasil 2014 tras ganarle 3-2 a Australia en Porto Alegre el pasado 18 de junio. / AFP
Foto: AFP - WILLIAM WEST

A Brasil 2014 traje, como lectura inspiradora para cuando no estoy viendo partidos, Fútbol, mi filosofía (Ediciones B), de Johan Cruyff. Hoy lo terminé con una sensación entre dulce y amarga que permite dar una mirada a la selección de Holanda que empieza a dejar huella en el Mundial, en especial por la goleada 5-1 a España.

Esperaba encontrarme con el testimonio del subcampeón mundial en Alemania 74: secretos de camerino, anécdotas en la cancha, vivencias del líder de la ‘Naranja Mecánica’, que cumple 40 años, y del llamado “fútbol total” encarnado en aquel flaco número 14 que podía jugar como defensor o medio y transformarse en centro delantero sin parecer sobreactuado sino siempre bajo control, marcando pausas para que la maquinaria del equipo estuviera al servicio del talento individual y viceversa.

No me encontré con la fogosidad del exjugador y extécnico que cuando habla remueve conciencias, sino con un texto eficaz, frío y desabrido en el que uno de los más grandes jugadores de la historia, junto a Maradona, Pelé, Beckenbauer y Garrincha, hace un inventario de consejos que en pocas de las 167 páginas salen de obviedades como “debes saber parar el balón, basar el juego sobre una técnica sobria, saber pasar, chutar, cabecear, tener cualidades defensivas y ofensivas”.

Quienes jugamos fútbol aficionado sabemos eso, pero aún queremos aprender de sabios del deporte como él la mejor forma para hacerlo, así nuestras cualidades sean escasas. ¿Cómo lo hacía en la cancha? ¿Cómo lo ponía en práctica en su club y en la selección? ¿En qué influían los adversarios? Nada de eso cuenta, ni en Ajax, Feyenoord o Barça. Llegué a la depresión cuando empezó a dar consejos como que después del juego no debía olvidar secarme bien los pies, especialmente entre los dedos, para evitar los hongos.

Tuve que releer para encontrar entre líneas lo que aspiraba, aquellos conceptos que desnudan al fútbol holandés y nos permiten entender por qué en Sudáfrica 2010 recobró esencia y personalidad hasta llegar a la final con España y por qué se mantiene vigente en Brasil, hasta ahora, a pesar de una renovación gradual. Hallazgos: que una selección no debe abandonar los principios callejeros, los que marcan el afecto hacia el deporte desde la niñez, en el barrio: “Un juego maravilloso y simple que debe generar, sobre todo, mucho placer”. Si los profesionales dejan de disfrutar, de sentir amor por la camiseta que lucen, el juego no será productivo y caerán en la mediocridad.

Por eso la fundación que lleva su nombre se dedica a promover entre los niños el fútbol “como forma de vida”, en campeonatos de seis contra seis (Cruyff Courts) antes de entrenarlos de a once y empezar a pensarlo competitivamente como una forma de subsistencia, de orgullo nacional. Robin van Persie no sería el epicentro de la naranja mecánica del siglo XXI si durante la maduración técnica y táctica hubiera dejado los regates que aprendió en las calles de su natal Róterdam.

Cruyff cita al exdelantero del Ajax y amigo John van ‘t Schip como modelo de esa suma de aptitudes que se condensan en Maradona y Messi. El libro puede ser más útil para holandeses o especialistas porque, eso sí, evoca posición por posición a los grandes jugadores de ese país (casi todos de Feyenoord y Ajax), incluidos el mejor cabeceador, el definidor, el que mejor la bajaba con el pecho, el que se desmarcaba más rápido. Por ejemplo, analiza diferencias y coincidencias generacionales entre Bergkamp y Neeskens.

Interesante lo de “aprender cuál es la pierna buena y la pierna mala” de cada rival, así sean ambidestros como Overmars, para saber por dónde atacarlo, como cuando en tenis se detecta que el punto fuerte es el drive y el débil el revés. De eso depende, dice, cómo usar zurdos y diestros en un equipo. Luego adiciona conceptos como “pensamiento”, “visión de juego. El que más debe correr es el balón”. Le fastidia que hoy se quiera reemplazar a los punteros con marcadores de punta que van y vienen, como hace Colombia con Zúñiga y Armero. “Hay que encontrar y formar nuevos Stanley Mattews, Jairzinho, Garrincha”. Y centrodelanteros como “Pelé, Van Basten y Romario que encienden la imaginación de los amantes de este deporte”.

Su defensa del fútbol de ataque como objetivo central incluye la frase más polémica del libro: “Pelé (arriba) y Maradona (desde el medio) se complementarían perfectamente, porque el enorme sentido de la responsabilidad del brasileño contrarrestaría el individualismo del argentino”. ¿Responde la actual selección de Holanda a este modelo? Diría que sí, basado en lo visto hasta ahora en el Mundial. Claro que Cruyff opinó que en el primer juego España se “la puso fácil”. Con base en su “filosofía”, entiendo que este equipo es fruto de la escuela de “juego posicional” establecida en los 60, internacionalizada desde los 70 y consolidada en los 90. Eso sí está detallado en el texto. Para él es trascendental que a esa tradición, a las cualidades de cada jugador y del trabajo en equipo, se sume “la aprehensión de rutinas” y apunta como ejemplo de esa disciplina al Manchester United de Álex Ferguson y en particular al delantero Paul Scholes.

La obra de Cruyff fue publicada antes de Brasil 2014, pero al leerla se entiende por qué Holanda es y seguirá siendo una de las selecciones mundialistas que más respeto se han ganado. Recordemos que, aparte de jugar el fútbol ideal, el tulipán de oro se negó a jugar en Argentina-78 por el clima de violación sistemática de los derechos humanos. Los compañeros que fueron, al recibir los trofeos para el subcampeón, no saludaron a los generales que dirigían allí la dictadura.

Aunque el mago anaranjado no es amigo de novelar a partir de sus infidencias, les comparto una de primera mano: en 2007, cuando mi hermano Fabio Padilla —campeón nacional paralímpico— y el profesor Sigifredo Hidalgo querían hacer el primer junior camp y el primer torneo internacional de tenis en silla de ruedas en Colombia, realizado en Cali, la fundación deportiva internacional que accedió a patrocinarlo fue la de Cruyff. Humanidad y deportivismo holandés.

Por Nelson Fredy Padilla desde la tierra del fútbol

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