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El lío quedó en 'Boca' cerrada

El técnico pidió disculpas y aceptó quedarse, pero lo cierto es que él y el capitán no se soportan.

Daniel Avellaneda/Corresponsal, Buenos Aires
17 de febrero de 2012 - 03:40 a. m.

Las imágenes que se observaron ayer, en el mediodía de Casa Amarilla, fueron un contraste rotundo con aquellas que se reprodujeron frenéticamente durante el día anterior en el singular mundo de Boca Júniors. Hubo sonrisas en el complejo donde se entrena el coloso argentino. Incluso a pesar del agobiante calor que gobierna en este rincón del continente. Y esa puerta de salida que Julio César Falcioni había dejado abierta de par en par por el cortocircuito que tuvo el miércoles con Juan Román Riquelme quedó entornada.

Es que más allá de que el presidente del club xeneize, Daniel Angelici, haya logrado convencer al exportero de América de Cali de continuar en el cargo de entrenador hasta la finalización de su contrato, nadie puede asegurar que en el futuro no haya un nuevo encontronazo con la máxima figura azul y oro, porque la relación está quebrada. La noticia es que El Emperador seguirá en el banquillo xeneize. La pregunta es: ¿hasta cuándo?

El Espectador lo anticipó en su edición de este jueves: Julio César Falcioni presentó su renuncia, al margen de que Angelici intentó desmentirla.

Y durante todo el día, el dirigente se la pasó de reunión en reunión para intentar evitar el portazo del entrenador que sacó campeón a Boca Júniors después de tres años y que lleva 32 partidos invicto al frente del equipo. Lo consiguió tras dos cónclaves: uno con los principales referentes, incluido el propio Juan Román Riquelme, y otra con el técnico. Ambos se desarrollaron en las instalaciones del hotel Madero, habitual lugar de concentración de Boca.

La última, la que tuvo con Pelusa, concluyó en las primeras horas de ayer. “Fue un malentendido”, declaró Daniel Angelici. Una palabra ingenua, si se tiene en cuenta el escándalo mediático que se desarrolló a lo largo de 24 horas, el día después del empate sin goles en Barinas, Venezuela, ante el modestísimo club Zamora por la primera fase de la Copa Libertadores de América.

La contraorden de Juan Román

El incidente que se generó en el interior del vestuario de La Carolina, tal cual adelantó este diario, tuvo su raíz en un reproche de Julio César Falcioni al jugador Darío Cvitanich por la posición en la cancha. El delantero le dijo al técnico que había sido un compañero el responsable de la contraorden. Y El Emperador le apuntó a Juan Román Riquelme.

Entonces empezó la danza de reproches, esa que tenía guardada desde que asumió porque nunca se tragó a Román. “Si tenés un problema conmigo, lo arreglamos entre nosotros”, le dijo el capitán del Boca Júniors. Lo cierto es que el entrenador no quedó bien parado delante del plantel. Quizá por eso, antes del entrenamiento de ayer, les ofreció sus disculpas a los jugadores. Una posición bien diferente a la que había mostrado durante el vuelo de regreso a la ciudad de Buenos Aires, cuando, furioso como nunca, le dijo a Angelici que se iba del equipo, que no había vuelta atrás, que bajo esa coyuntura no podía seguir dirigiendo.

En la reunión de última hora, el presidente de Boca Júniors le dijo a Falcioni que “el dueño del equipo” era él. Y que hiciera y deshiciera “a gusto y piacere”. Ayer por la mañana, a ambos se los vio sonrientes. Pero Julio César se mantuvo en silencio. Recién hoy, en la conferencia de prensa, dará su versión de los hechos. Y se sabrá si pondrá de titular a Román en el partido que Boca jugará ante Unión en Santa Fe, por el torneo Clausura. Un partido que no estará exento del morbo que produjo semejante escándalo entre el técnico y el capitán.

Por Daniel Avellaneda/Corresponsal, Buenos Aires

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