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El Parma, camino de la exclusión

Por una profunda crisis económica y administrativa, el equipo en el que triunfó Faustino Asprilla en los años 90 ha aplazado sus dos últimos partidos y con dos más será eliminado del campeonato italiano.

Eleonora Giovio, Especial de El País de España para El Espectador
02 de marzo de 2015 - 03:18 a. m.
El Parma, camino de la exclusión
Foto: EFE - ELISABETTA BARACCHI

El 18 de mayo del año pasado el Parma celebraba el regreso a una competición europea después de siete años de ausencia. Nueve meses más tarde, los jugadores tienen que lavar sus camisetas en casa, el vestuario se ha quedado sin banquillos y muebles (han sido embargados por los oficiales judiciales y puestos a la venta en internet) y once futbolistas han abandonado el club. Nadie cobra desde agosto. Y nadie juega.

El vestuario de la ciudad deportiva se ha convertido en un lugar de reuniones donde se habla de todos menos de fútbol. El pasado domingo el Parma cerró el estadio porque no tenía dinero para asumir los gastos del partido contra el Udinese. Quedó aplazado y no hay fecha prevista para disputarlo. Ayer tampoco jugó en Génova contra el Genoa. Son dos ya los partidos aplazados; al cuarto, el equipo quedará excluido del campeonato italiano.

Los jugadores, capitaneados por Alessandro Lucarelli, han pasado del “queremos jugar e iremos a Génova aunque tengamos que pagar nosotros el viaje” a “aplazan el partido o haremos huelga”. ¿Por qué? “No existen las condiciones para jugar, no estamos en condiciones de jugar. No nos hemos sentido apoyados”, explicó ayer Lucarelli a la salida de la ciudad deportiva. También se quejó de la falta de solidaridad de sus compañeros de profesión y reveló que sólo había recibido una llamada, la de De Sanctis, portero de la Roma.

El capitán lanzó un ultimátum a Tavecchio, presidente de la Federación de Fútbol. “O se aplaza el partido o hay huelga”. Lleva semanas repitiendo que las instituciones los han abandonado, que sólo la Asociación de Futbolistas (AIC), presidida por Damiano Tommasi, se ha interesado y acercado a ellos. Los demás, Lega Calcio y Federación, han esperado demasiado. El próximo viernes tendrán una asamblea especial para tratar el caso Parma. Demasiado tarde para los jugadores y sus familias.

“Han decidido reunirse el 6 de marzo, así que vamos a esperar a ver qué hacen y qué deciden ese día. Hasta entonces no vamos a jugar”, aseguraba ayer Lucarelli. La situación del Parma va por un camino sin retorno desde finales de enero. El nuevo presidente —el quinto en siete meses— tenía de plazo hasta el 16 de febrero para pagar las nóminas de jugadores y empleados. Dos semanas después sigue aduciendo “problemas técnicos”. Ayer fue abucheado a su llegada a la ciudad. “Bufón, saca la pasta”, le gritaba la gente.

Desde finales de enero nadie se ha movido, salvo la AIC. Tommasi se ha reunido con la plantilla un día sí y otro también. Decidió que el fin de semana los partidos comenzaran con 15 minutos de retraso para que el fútbol se solidarice con la situación del histórico club italiano. Lega Calcio (la Dimayor italiana) y Federación, en cambio, acudieron a Parma por primera vez el pasado viernes, día que se comunicó el aplazamiento del partido contra el Udinese.

Todo está paralizado porque el presidente Manenti, que sigue asegurando que tiene dinero, se resiste a entregar los registros contables al juez. Esa es la única forma que adelantaría la instancia para declarar la quiebra prevista para el 19 de marzo.

Sin esos libros contables y sin la declaración de quiebra, nadie puede hacerse cargo del club hasta el final de Campeonato. Es lo que pretenden Federación y Lega Calcio, asumir los gastos, unos 6 millones de euros, que supondría terminar la Liga mientras aparezca un comprador que se haga con las deudas y empiece desde la serie B (Segunda). Fallimento pilotato (quiebra guiada), así se llama en Italia este proceso que prevé salvar el nombre deportivo empezando en otra categoría.

“Los jugadores del Parma se sienten como carroña abandonada en el desierto”, declaró el sábado el entrenador del equipo, Roberto Donadoni. “Habíamos pedido el apoyo de las instituciones, pero nadie más allá de los sindicatos de jugadores y entrenadores se ha interesado por nuestros problemas. Resulta bastante triste el panorama, para nosotros y nuestras familias”, agregó.

Por Eleonora Giovio, Especial de El País de España para El Espectador

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