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El yerno de Bianchi

El técnico de Huracán es familiar de Carlos Bianchi, quien conquistó América y el mundo sentado en el banco de Vélez Sarsfield y Boca Juniors. Con apenas 37 años, va por su primer lauro internacional.

Daniel Avellaneda, BUENOS AIRES
30 de noviembre de 2015 - 01:00 p. m.

Colombia fue un quiebre en su carrera como jugador. Y también puede serlo en esta breve experiencia como técnico. Cuando vistió la camiseta del DIM, Eduardo Domínguez hizo un clic. “Fue la primera vez que jugué en el exterior. Era otro país, otra cultura, no conocía a nadie. Era el extranjero. Entonces, tenía que esforzarme el doble. A partir de ese momento tuve más confianza que nunca”, cuenta el ex zaguero central del Poderoso de la Montaña. Y como si el destino tuviera un punto geográfico reservado para los grandes pasos en la vida de este bonaerense nacido hace 37 años en Lanús, en Bogotá tendrá la posibilidad de coronarse campeón como entrenador. Y continuar con una tradición familiar. Porque Domínguez, el estratega de este sorprendente Huracán que el miércoles recibirá a Santa Fe en la primera final de la Copa Sudamericana, es el yerno de Carlos Bianchi, quien supo conquistar América –y luego el mundo– sentado en el banco de Boca Juniors, nada menos.

Domínguez jugó su último partido el 15 de agosto en Mataderos. Esa tarde, Huracán cayó 3 a 0 ante Nueva Chicago. En la semana, renunció el entrenador, Néstor Apuzzo. Y el presidente Alejandro Nadur le ofreció a Domínguez hacerse cargo del equipo. Lo consultó con Bianchi y aceptó el cargo. A partir de ese momento, El Globo volvió a tomar vuelo. “Lo consulté a Carlos, me dio las palabras que me tenía que dar, me contó un poco de su historia y me dijo que ahora todo quedaba en mí. Tenía pensado retirarme en diciembre, pero todo se adelantó”, contó Domínguez, quien a partir de ese momento colgó los guayos, se calzó un traje y se paró sobre la línea de cal a dar indicaciones. Salvó a Huracán del descenso (lo hizo en la última fecha) y lo depositó, por primera vez en sus 107 años de historia, en una final continental.

“Cuando uno consigue cosas, después parece que es fácil lograrlo, pero nos costó mucho llegar a donde estamos hoy. Muchos dicen que este es el momento más importante de la vida de Huracán, pero tampoco vamos a cargarnos la mochila de todos los años en los que el club no ha ganado títulos”, dice Domínguez, que entre sus principales virtudes como entrenador armó un equipo con pocas variantes y no se guardó nada, a pesar de la doble competencia. Capitán del Huracán campeón de la Copa y la Supercopa Argentina, les marcó el terreno a sus excompañeros con disciplina y una clara disposición táctica (4-2-3-1).

El marcador central que, además de jugar en el DIM, vistió las camisetas de Vélez Sársfield, Olimpo de Bahía Blanca, Racing Club, Independiente, Los Ángeles Galaxy, All Boys, Atlético de Rafaela y Huracán, se casó con Brenda, la hija del Virrey. Y le dieron dos nietos al mejor técnico suramericano de las últimas dos décadas: Mateo y Nina. Ahora, ¿se habla de fútbol en la familia Domínguez-Bianchi? “Se conversa en las reuniones familiares, pero no me gusta abusar. Si no, puedo parecer un molesto. A veces le hago alguna pregunta si me surge alguna duda en una jugada”, dice Domínguez, quien se dejó crecer la barba y ya nadie tiene dudas de que se trata de una cábala. Su suegro también las tenía, aunque no eran públicas. En su última etapa en Boca, antes de un partido por el campeonato, llevó al plantel al teatro. El equipo ganó y a partir de ese momento se transformó en una sana costumbre.

Claro que la vara está alta para Domínguez. Bianchi ganó siete campeonatos locales (tres con Vélez Sársfield, cuatro con Boca Juniors), cuatro Copas Libertadores (una con Vélez, tres con Boca), tres Intercontinentales (una con Vélez, dos con Boca) y una Interamericana (Vélez). Su palmarés de quince títulos es admirable. Su yerno va por el primer lauro de su incipiente carrera como entrenador, aunque encara con cautela este partido ante el equipo cardenal. “Santa Fe es un rival complicado. Hay que planificar bien cada uno de los partidos. Tenemos que aprovechar el primer partido en nuestra casa, queremos ser los mejores. Huracán estuvo a la altura en las semifinales, superamos al campeón vigente (River Plate), pero no podemos quedarnos en eso. Hay que mirar hacia adelante”, asegura “Edu”, quien apenas lleva quince semanas en el cargo, pero ya se ha ganado el respeto en un fútbol argentino que empieza a apostar por el recambio generacional de los entrenadores. Con 37 años es el estratega más joven de la máxima categoría. Y el yerno de Bianchi. Y por la ruta del éxito que transitó su suegro quiere llegar a la gloria Domínguez. Con Huracán, el club del que es hincha, aquel con el que hace apenas un año ascendió a Primera División, todavía en pantalones cortos. Y ahora que tiene los largos, va por más.

Por Daniel Avellaneda, BUENOS AIRES

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