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Higuaín: Sueño con levantar la Copa

Argentina nunca tuvo problemas en ataque. Siempre encontró un número 9 que calmó la ansiedad por gol. Tomando en cuenta el primer Mundial que ganó, en su propia casa, hasta esta Copa del Mundo en Brasil, que lo impulsa a la final, la selección celeste y blanca contó con artilleros de primer nivel.

Daniel Avellaneda / Belo Horizonte, Brasil
08 de julio de 2014 - 10:08 p. m.
Gonzalo Higuaín celebra el tanto que le marcó a la selección de Bélgica.  / EFE
Gonzalo Higuaín celebra el tanto que le marcó a la selección de Bélgica. / EFE
Foto: EFE - Fernando Bizerra Jr.

Desde Leopoldo Jacinto Luque y Mario Alberto Kempes, campeones en 1978, hasta Jorge Valdano en 1986. Claudio Paul Caniggia no era un centrodelantero definido, pero se cargó la responsabilidad en Italia 90. Gabriel Batistuta y Hernán Crespo también marcaron una época. Entonces, apareció Gonzalo Higuaín, hijo de un zaguero central que jugó en River Plate y Boca Juniors, pero con genes de goleador. Pegó cuatro gritos en Sudáfrica 2010, pero no logró el objetivo de superar la barrera de los cuartos de final. Fue un gran torneo para Pipita. Y llegó hasta aquí con toda esa presión que tienen los atacantes de sus características. Sin embargo, habían pasado cuatro partidos y estaba dormido el top scorer del Nápoli. Hasta que se despertó. Y rompió la red del número uno belga, Thiabaut Courtois. Justo cuando más lo necesitaban, en la instancia decisiva.

“Estaba tranquilo, yo sabía que el gol iba a venir”, dice Higuaín ante El Espectador en Cidade do Galo, el búnker de la concentración argentina. Hubo un logro personal ante Bélgica: Pipita llegó a los cinco goles en los mundiales, igualando la marca de Lionel Messi y superando a Daniel Bertoni, Caniggia, Crespo, René Houseman, Luque y Valdano. Quedó a una sola conquista de alcanzar a Kempes, a dos de Guillermo Stábile y Diego Maradona y a cinco de Batistuta. Y ahora que se levantó de la siesta, todos confían en que este delantero nacido hace 26 años en Brest, Francia, pero argentino de pura cepa, podrá seguir avanzando en esta carrera por el podio que encabeza Batigol.

¿Estaba preocupado porque no le llegaba el gol?

Algunas veces entra; otras, no. Por suerte, se dio para definir un partido importante. Yo me sentía bien, siempre trabajé. Por una cosa u otra la pelota no entraba. Uno vive del gol, así que estoy muy feliz de haber podido convertir. Todo delantero necesita hacer goles, pero también ayudar al equipo; son dos funciones que uno tiene que cumplir.

¿Cuánto tuvo que ver la lesión que sufrió antes del Mundial para que se demorara en jugar un gran partido?

Yo estaba bien. Llegué con poco ritmo a Ezeiza, porque no jugaba desde la final de la Copa Italia, pero me fui reponiendo de a poquito. Y no me sentía mal, para nada. Incluso, terminé los 120 minutos contra Suiza de la mejor manera, con lo que implica jugar dos tiempos suplementarios.

¿Fue el gol más importante de su vida?

Fue un gol muy importante. Conseguimos la clasificación a las semifinales, algo que no se le daba a Argentina desde hacía mucho tiempo. Y la verdad, me siento un privilegiado.

¿No sentía que esa presión que existe sobre usted, la de hacer goles todos los partidos, podía jugarle en contra?

El delantero vive de su producción en el área, está claro. Pero, al que me escuchó, yo le dije que estaba sereno. Nunca me desesperé. Sentía el respaldo del cuerpo técnico, estaba feliz, mientras Argentina siguiera pasando, no me preocupaba. Hacer el gol, ayudar para clasificarnos a la siguiente fase, es una satisfacción; pero mucho más, lo que peleó este grupo. Hacía mucho tiempo que no estábamos entre los cuatro mejores. Estoy orgulloso de ser argentino y de pertenecer a esta selección, que quedó en la historia.

Su padre, Jorge, fue uno de los principales sostenes, ¿no? Les salió al cruce a las críticas.

Sólo tengo palabras de agradecimiento para mi papá. Sin él, no sería nada. Me ayudó mucho en mi carrera. Ellos me bancaron en todo momento. La familia siempre está cerca de uno. Eso es muy importante.

¿Qué es lo que más destaca de esta selección?

Yo creo que, antes que ninguna otra cosa, hay que felicitar a este plantel por la garra y los huevos (sic) que puso para pasar esta barrera, es admirable. Estamos cada vez más cerca, nos faltan dos pasitos y yo creo que podemos conseguir la Copa, pero hay que seguir jugando y metiendo como hasta ahora.

¿Se imagina levantando la Copa?

Desde el primer día que llegué a Brasil, sueño con levantar la Copa. Es la obsesión que tenemos todos los jugadores que integramos esta selección. Dios quiera que se nos pueda dar, sería algo maravilloso.

¿Y no sueña con ser el goleador de la selección? No le falta mucho para alcanzar a Batistuta.

Lo que más deseo ahora es poder llegar a la final. Estamos tan cerca que no tenemos que desviarnos de ese objetivo. Acá hay un grupo y eso es lo más importante. La meta es de cada uno de los 23 jugadores que llegaron hasta aquí, no sólo de uno. No están todos los años los mundiales, se dan cada cuatro. Sentimos que hay un país detrás de este sueño y ojalá podamos darle una alegría a nuestra gente.

¿Qué se imagina después del Mundial? ¿Cuál es su futuro? Porque en Europa no hablan de otra cosa que de su pase al Barcelona.

La verdad, no sé qué pasará. Conmigo nadie habló al respecto. Con mi representante, tampoco. Por ahora soy jugador del Nápoli. Igualmente, tengo la cabeza puesta en la selección. Lo único que me preocupa en este momento es ganar el Mundial. Después, veremos.

Por Daniel Avellaneda / Belo Horizonte, Brasil

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