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La hora de Gareth Bale

La suspensión de Cristiano, que decidirá el Comité de Competición este miércoles, situará al galés como referencia del ataque del Madrid, anticipando la estrategia de la directiva.

Diego Torres, El País de España
27 de enero de 2015 - 04:21 a. m.
Gareth Bale celebra el tanto con el que Real Madrid venció al Córdoba. Foto: AFP
Gareth Bale celebra el tanto con el que Real Madrid venció al Córdoba. Foto: AFP

Lo repiten los directivos y sus colaboradores, lo mismo que los empleados de las dependencias más recónditas del Madrid: el presidente Florentino Pérez se distingue por su capacidad para trazar estrategias. Puede que suspenda, pero jamás olvida un proyecto. Puede que finja o aparente distracción, pero en su cabeza no dejan de formarse ideas en la búsqueda de soluciones que le permitan alcanzar aquello que alguna vez se propuso. Y hace más de un año que se marcó como objetivo convertir a Gareth Bale en el futbolista más importante del club.

Solo la presencia incontestable de Cristiano, capaz de un rendimiento tan constante como inaudito desde 2009, posterga la realización inmediata del plan presidencial. Mientras Cristiano conserve su promedio de un gol por partido, Bale seguirá siendo un actor secundario. La cuestión que ronda los despachos del Bernabéu repica desde hace meses. ¿Hasta cuándo Cristiano se mostrará intratable? ¿Cuándo comenzará su cuerpo a emitir señales de declive, puesto que está a punto de cumplir 30 años? ¿Fue su agresión a Edimar en Córdoba, el pasado sábado, una manifestación de frustración ante la evidencia de que la era de su apogeo biológico ha quedado atrás?

Por primera vez en su carrera como madridista el goleador se marchó del campo sin tirar más de dos veces y ambos disparos se fueron desviados. Su media de disparos (6,1 por partido) ha caído respecto al año pasado (7,3) y solo los penaltis mantienen su estadística anotadora (suma 8 en Liga en lo que va de temporada).

La advertencia de los médicos es clara: tarde o temprano Cristiano mostrará los signos de fatiga que le condicionaron en la parte decisiva de la temporada pasada. Tarde o temprano una tendinitis, o cualquier problema físico, le frenará, porque su forma de actuar no ha cambiado. Porque quiere jugarlo todo y se regula menos de lo conveniente. Porque, entre otras cosas, Cristiano sabe que el club tiene planes que difieren mucho de los suyos. Lo sabe Cristiano y media plantilla: Bale es el elegido para heredar el imperio, porque así lo dicta la estrategia diseñada en la presidencia.

La ansiedad de Cristiano por salvaguardar su posición es visible para el público. No digamos para sus propios compañeros, testigos cotidianos de las demostraciones del portugués. En cada entrenamiento, en cada rondo, en cada partidillo, Cristiano lucha con abnegación por exhibir su poderío. Bale, mientras tanto, se ha mantenido al margen, quizás por su carácter, o por su condición de británico, como diría un empleado del club “es más polite”.

Bale, de 25 años, es consciente de que tiene el tiempo a su favor. Su relación con Cristiano es correcta, profesional, incluso cordial. Tampoco le desagrada la perspectiva de verse en el vértice de todos los ataques del equipo. Siente que cuando él juegue por la izquierda, o de segunda punta —como hace ahora Cristiano— contará con muchos más espacios para destacarse y golear. Y eso es exactamente lo que le prometen de parte de la directiva. Es lo que le transmiten que ocurrirá con los años, cuando él acabe de afianzarse como la figura indiscutible del Madrid.

Bale podrá ensayar su papel de referencia ofensiva en partidos importantes si el Comité de Competición, que se reunirá este miércoles, sanciona a Cristiano con más de dos partidos de suspensión. Entonces el portugués se perderá como mínimo el encuentro contra la Real Sociedad en el Bernabéu, contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, y contra el Atlético en el Calderón. Así, hasta un máximo de 12 encuentros de suspensión, pena extrema en la que seguramente no se circunscriba la patada a Edimar.

Cristiano pidió disculpas por su agresión en Twitter, a la espera de que su expresión pública de arrepentimiento le sirva de atenuante. Está preocupado porque conoce la estrategia del club y la ambición y la popularidad de Bale. Cuentan en el vestuario que cuando llegaron a Dubai para disputar el partido amistoso con el Milan, antes de fin de año, la multitud de aficionados locales exhibió más devoción por el galés que por nadie. Y que Cristiano se sumió en la desazón.

“Cristiano se retirará en el Madrid con 38, 39, o 40 años”, declaró su agente, Jorge Mendes, en un ruidoso acto en su honor, la semana pasada. Lo dijo ante Florentino Pérez, que asistió impasible al despliegue de exuberancia. Como si le entrara por un oído y le saliera por el otro.

Por Diego Torres, El País de España

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