Givanildo Vieira de Souza era el consentido de su casa, ubicada en Campina Grande, en el estado de Paraiba. Por ser el único varón entre seis hermanas mujeres, sus papás Seu Gilvan y Maria do Socorro le permitían todo, entre otras cosas monopolizar el control del único televisor del hogar. El niño veía dibujos animados todo el día hasta quedarse dormido en el sofá. Tenía delirio de superhéroe.
—Papá, mira: soy como Hulk.
Se acercó hasta la cocina y levantó la pipa de gas para demostrárselo. Desde entonces su nombre no volvió a ser Givanildo, sino Hulk. E interiorizó tanto el sobrenombre, que empezó a tratar de parecerse: por eso en casa pedía doble porción de pollo y feijoada, y por eso sus padres convirtieron en adagio esta frase: “Si van a botar la comida, dénsela a Hulk. Él se la come seguro”. Le encantaba el jabá, una carne seca previamente expuesta al sol y que es típica del nordeste de Brasil. Y en el fútbol ese apetito eterno lo potenció antes que perjudicarlo.
El remate y la velocidad a pesar de la masa muscular eran sus elementos diferenciadores. Esa fortaleza prometía tanto, incluso, que cuando sus padres se quedaron sin dinero para la mensualidad en la escuela de fútbol, el entrenador José Alberto Costa lo dejó seguir entrenando sin pagar. Y gracias a esa decisión, el fútbol ganó una estrella y la población obesa perdió un posible integrante.
Pero esas son suposiciones. Lo real es que su reputación lo acerca al mundo de la farándula y su actualidad deportiva lo coloca como el sucesor de Neymar en el Mundial. El ‘7’ de la selección de Brasil es tan adorado por los niños, que en los estadios se ponen máscaras de Hulk versión caricatura. También fue elegido en una encuesta reciente como el más sexy de su equipo y los hinchas alaban tanto su cuerpo que una mujer, en el juego contra Colombia, sostenía un letrero que decía: “Hulk, haz un gol con el culo”.
Pero, además, su fútbol es tan explosivo que aquí, cuando toma el balón, produce un efecto dominó de personas parándose de su silla. Pesa 92 kilogramos (un brazo suyo es como una pierna de Neymar), pero su rapidez alcanza los 30 kilómetros por hora y la velocidad de su disparo promedio puede llegar a 100. Es una bestia. Enfrentársele en un mano a mano o taparle un remate es sólo para temerarios. Y entrevistarlo, además, intimida: tiene un reloj del tamaño de una mano y su voz gruesa no admite contrapreguntas. Mejor no hacerlo para evitar que se enfade.
¿Será que pasaremos del furor por Neymar a la Hulkmanía?
Yo, feliz. La gente es maravillosa conmigo acá en Brasil. Cuando tengo el balón o aparezco en la pantalla del estadio, todos gritan con voz gruesa: “Hulk, Hulk, Hulk…”. Las máscaras de los niños no las puedo notar mucho en la cancha, pero sí cuando veo las repeticiones por televisión. Estaría feliz de ver algunas de esas el 13 de julio, el día de la final (risas).
¿En qué porcentaje queda Brasil sin Neymar?
Él es un genio, un crack. Pero creo que lo más fuerte de Brasil en el Mundial es el equipo, el conjunto. Estoy seguro de que la persona que entre a reemplazarlo nos va a ayudar muchísimo.
¿Entonces no cree que enfrentar a Alemania sin Neymar y Thiago Silva es una desventaja?
No, pero sí nos duele mucho cómo los perdemos a ambos. A Thiago Silva le sacan una tarjeta que yo creo que no merecía. Fue el arquero (David Ospina) el que tiró el balón a la espalda de él. Y a Neymar lo golpearon fuerte y ni amarilla le mostraron al jugador colombiano. Eso es triste. A Brasil también lo perjudican los árbitros y nadie dice nada.
Contra Colombia usted jugó mucho por la banda izquierda, que siempre habita Neymar. ¿Eso es señal de que puede reemplazarlo?
No necesariamente. Yo juego en la derecha, en la izquierda o también puedo llegar por el medio. Scolari me puede poner en cualquier posición y ahí tengo que rendir.
¿Es más fácil enfrentar equipos europeos o suramericanos?
Pienso que las selecciones de nuestro continente son más duras, porque todo termina en una guerra en el buen sentido de la palabra. Contra Europa es diferente, no hay tanta rivalidad. Pero hay que estar igual de concentrados y correr un poco más. Vamos a encarar este juego como una final anticipada, porque queremos llegar al Maracaná y ser campeones.
¿Cómo va el tema sicológico? ¿Fue tan exigente el juego de Colombia como el de Chile?
Creo que este fue más calmado. Por eso salimos más tranquilos. Es que contra Chile fue una guerra en el campo. Ante Colombia fue difícil, pero diferente. Creo que llegamos fuertes para el juego de este martes.
Para usted, ¿Alemania es el mejor equipo de la Copa? De los semifinalistas es el que menos goles ha recibido y el que más ha marcado…
Para mí el mejor del Mundial es Brasil. Nosotros sólo estamos enfocados en nosotros, en ser hexacampeones y ya.
¿Será que contra Alemania sí puede marcar su primer gol en un Mundial? Es un equipo que, como propone, también deja espacios al rival…
Es posible, yo seguiré rematando como contra Colombia. Eso no me impacienta. Ospina me tapó dos y en la fase de grupos me anularon uno. Estoy cerca. Pero, repito, si tengo que escoger entre hacer goles y ser campeón, prefiero lo segundo. Si me tengo que ir del Mundial con el título y sin una anotación, acepto.
¿Pero no lo inquieta ni un poquito que esté tan cerca de anotar y no lo consiga? Al fin y al cabo ustedes los delanteros viven de los goles…
Después del juego ante Colombia no pude haber salido más feliz. Es cierto que no concreté tres acciones. Pero no pasa nada. Espero ahora hacer un gran partido contra Alemania para seguir adelante hacia el 13 de julio. Tenemos esa fecha en la cabeza.
¿Le sorprendieron las atajadas de Ospina?
Sí, claro. Es para felicitarlo. Estábamos tocando mucho en el área de ellos y yo aproveché eso. Las dos las rematé cruzadas, pero el arquero salió muy rápido. En el primer tiempo jugamos mucho mejor que ellos, y gracias a Ospina nos fuimos al entretiempo con un resultado muy barato.
Y todo cambió en el segundo tiempo, ¿no?
Claro, el juego de la selección murió un poco y Colombia salió a arriesgar todo. Era apenas normal. Pero esas cosas pasan en la Copa del Mundo, los partidos se vuelven batallas. Igual quedamos tranquilos, porque jugamos muy bien en el primer tiempo y en el segundo defendimos como debíamos. La entrega y la victoria fueron maravillosas.
¿James Rodríguez fue quien más los complicó?
Él es especial, claro. Es un crack. Yo había jugado con él en Porto y por eso ya lo conocía. Tiene una gran capacidad técnica. Pero en general hay que felicitar a toda la selección de Colombia, porque llegaron hasta cuartos con méritos propios. Y nos generaron muchas dificultades.