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Liga de fútbol de España, al borde del abismo

Un informe solicitado por 10 clubes de Primera y uno de Segunda a una consultora revela "dudas razonables" sobre la viabilidad de la mayoría de equipos españoles.

Amaya Iríbar, El País
24 de febrero de 2013 - 05:14 p. m.
Liga de fútbol de España, al borde del abismo

La admiración que despierta el fútbol español es directamente proporcional al escalofrío que generan sus cuentas económicas. Si desde hace casi una década se habla de la crisis del sector, expresada por esa veintena de clubes que, incapaces de lograr hacer frente a sus deudas, se han acogido a la ley concursal, desde que en 2008 la economía española se metió en el pozo del que todavía no ha salido, la situación se ha agravado hasta hacer saltar todas las alarmas. ¿Puede entrar en liquidación algún club? Ni siquiera el presidente de la federación, Ángel María Villar, lo descartó el pasado lunes en una entrevista a EL PAÍS: 'Me temo lo peor'.

El Deportivo, con una deuda de 100 millones de euros según Augusto César Lendoiro y último en la Liga; el Málaga, castigado por la UEFA por impagos; el Valencia, en manos de la Generalitat y el Guadalajara, denunciado por la misma Liga de Fútbol Profesional (LFP) por supuestos trapicheos en la última ampliación de capital, son solo los últimos ejemplos, los más extremos, pero el mal es generalizado: el sector arrastra una deuda de unos 3.600 millones de euros (600 con Hacienda), según el Consejo Superior de Deportes (CSD).

Hay 'dudas razonables sobre la viabilidad de muchos clubes', advierten los expertos de la consultora KPMG Sports que han analizado durante tres meses el modelo de negocio del fútbol español a petición de 11 equipos (10 de Primera y uno de Segunda) que, como el Atlético, Athletic, Real Sociedad y Valencia, cuestionan el reparto de derechos televisivos. También tienen dudas sobre la fiabilidad de las cuentas que presentan la mayoría de los clubes: 'La información financiera actual es inferior por lo general a los parámetros exigibles', escriben.

Estos expertos creen que la recuperación del sector exige un cambio radical del modelo de negocio, que han plasmado en un informe de casi 150 páginas. KPMG Sports ve el fútbol como un puzle de seis piezas y aboga por cambios en todas ellas: desde los operadores de televisión y los derechos audiovisuales, al control económico de los clubes y la estructura de la LFP, pasando por las relaciones entre esta y la federación española. Encajar de una forma diferente de la actual todas estas piezas permitiría no solo hacer viable el sector sino atraer nuevas inversiones y explotar mejor el negocio que las une, dicen. Para ello es necesario centralizar los derechos de televisión y modificar el sistema de reparto para hacerlo más equitativo, aun reconociendo la preeminencia que deben seguir teniendo Madrid y Barça como motores del negocio, siempre según el informe.

Al contrario que en el resto de Europa, los clubes españoles subastan sus derechos, lo que ha provocado no solo una inflación insostenible sino una explotación deficiente. Para KPMG Sports la centralización, que tendría que ser al finalizar los actuales contratos en 2015, permitiría vender mejor el producto. El espejo en el que mirarse es la Premier, que recauda 1.828 millones de la televisión, según sus datos.

La centralización de derechos es el camino lógico para gran parte del sector, aunque encuentra algunas resistencias. Otra cosa es el reparto de ese dinero. Hoy, casi la mitad de la tarta acaba en las arcas de los dos grandes clubes, lo que hace muy difícil que el resto pueda competir con ellos. La consultora propone acercarse de forma gradual a lo que ocurre en Europa, donde las diferencias no son tan grandes, y reservar un pedazo para la Segunda.

Esa reforma debería completarse con la elaboración de planes de viabilidad económica para cada club y el fortalecimiento de los órganos de control económico que les vigilan, que además deben ser independientes. Entre las medidas que proponen para la Segunda está la posibilidad de que el descenso permita reducir los salarios de la plantilla.
El informe de KPMG es un intento, no el único, de buscar una solución al túnel en el que se ha metido el fútbol. El Gobierno, a través del CSD, hace tiempo que se dio cuenta de que todos los males de la crisis económica se concentraban multiplicados en este negocio peculiar. En abril firmó un protocolo con los clubes para que se pusieran al día con Hacienda, que se había convertido en una fuente más de financiación para el sector. Estranguladas las habituales -operaciones inmobiliarias, subvenciones públicas, crédito y venta de jugadores- por la crisis, a muchos clubes les salía más barato aplazar y renegociar la deuda con la Agencia Tributaria. Pero el Gobierno se plantó.

El siguiente paso ha sido el nuevo reglamento de control económico, presentado como un ejercicio de autorregulación, pero en el que se ve también la mano del CSD, y que implica el examen previo del presupuesto de los 42 equipos de Primera y Segunda. Los que no presenten equilibrio financiero no podrán fichar el próximo verano.  'Las medidas son poco certeras e insuficientes', añaden en la Asociación de Futbolistas Españoles. Para ambos, como para la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español el hecho de que el control lo haga una comisión de la propia LFP supone un problema de independencia.

El punto de partida es pésimo. Solo seis equipos pueden presumir de equilibrio económico, según varias fuentes consultadas. Cuatro de ellos son aquellos que sortearon hace más de dos décadas la obligación de convertirse en sociedad anónima: Real Madrid y Barcelona, que se benefician de buena parte de la tarta de los derechos televisivos -140 millones cada uno de un total que este año asciende a 785 millones de euros- y que a efectos económicos están en otra Liga, y Athletic y Osasuna. Los otros dos están en Segunda: Numancia y Huesca. El resto sobrevive como puede.

Y lo hace en un mercado donde las principales vías de ingresos están a la baja. La asistencia a los estadios bajó esta temporada un 3,58% en Primera y el 8,1% en Segunda en la primera vuelta, según la LFP. El año pasado la Liga ya se vio superada por la Bundesliga y la Premier en este terreno. Es también el torneo con las entradas más caras (50 euros de media). Además, el mercado de fichajes va a la baja, el de patrocinios es dramático, y las televisiones no parecen dispuestas a inflar los presupuestos de los clubes al ritmo que lo han hecho hasta ahora.

Por debajo de la Premier y la Serie A

En el modelo de ingresos y gastos que presentan los equipos españoles, la televisión se ha convertido en 'la principal fuente de ingresos' de los clubes, asegura el informe de KPMG Sports. Si en la temporada 2006/2007 los clubes ingresaban 378 millones de euros de los operadores, en la actual la factura se eleva a 785 millones y en la que termina en 2015, cuando expiran la mayoría de los contratos el desembolso comprometido es de 855 millones, según los datos de las operadoras.

Estas cifras contrastan con una economía en recesión y con un mercado publicitario en contracción. Las televisiones han pasado de ingresar algo más de 3.000 millones en 2008 a 1.835 millones el año pasado. Y la estimación es que siga cayendo en 2013. La televisión de pago no es ajena tampoco a la crisis económica y también sufre una pérdida de abonados constante desde el año pasado, de hasta el 7,5% entre todos los operadores, agravada por la subida del IVA (del 8% al 21%) el pasado septiembre.

El resultado es que el coste de emisión de los partidos se ha disparado. Para los expertos de KPMG Sports la solución exige que los clubes negocien en conjunto sus derechos audiovisuales, como ya hacen sus colegas de las otras grandes Ligas, con mejores rendimientos económicos: la Premier es la que más recauda de las televisiones (1.828 millones anuales por la venta dentro y fuera de  Inglaterra), pero también la italiana Serie A (1.000).

Esto permitiría aumentar los ingresos conjuntos de forma considerable, asegura el informe, que también aboga por un reparto más equitativo.

El acuerdo no es sencillo. La viabilidad del modelo vigente, tampoco.

Por Amaya Iríbar, El País

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