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Los Muriel, reyes de Santo Tomás

El Espectador visitó la casa en la que creció el delantero de la selección colombiana de fútbol, que sería suplente ante Argentina.

Luis Guillermo Montenegro
17 de noviembre de 2015 - 02:01 a. m.

 

Ir a la casa de la familia Muriel en Santo Tomás (Atlántico) fue mucho más fácil de lo pensado. “Apenas llegue al pueblo, en la Texaco gire a la derecha, por la calle pavimentada, siga unas dos cuadras y ahí a mano derecha está la casa”, había explicado vía telefónica Luis Muriel, el papá de Luis Fernando, el jugador de la selección colombiana de fútbol, quien había invitado a El Espectador a conocer la casa en la que viven y en la que creció su hijo mayor, que hoy triunfa en la Sampdoria de Italia y fue una de las grandes figuras en el partido del pasado jueves ante Chile en Santiago. Sin embargo, seguir sus instrucciones no fue necesario porque sólo con preguntarle a un mototaxista por dónde quedaba la casa de Muriel respondió: “Síganme”, y como si fuera un GPS, después de dar varias vueltas, tras unos tres minutos, se llegó al destino final.

La construcción llama la atención porque es la más moderna de la cuadra. Tiene dos pisos y grandes ventanales. Como buena casa de tierra caliente, cuenta con una terraza exterior para sentarse a “ver pasar gente” y recibir la brisa. Ya adentro hay una amplia sala comedor, decorada con muy buen gusto, una cocina completa y un amplio patio, con una gran jaula llena de pájaros. Eso sí, lo que más se destaca al entrar a la zona social son dos cuadros. Uno tiene la camiseta que usó Luis Fernando Muriel en el Mundial Sub-20 de Colombia en 2011 y el otro es un retrato en óleo del delantero, vestido con el uniforme tricolor.

El lote es el mismo en el que crecieron, pero con el dinero que ha ganado el mayor de la familia han podido ir remodelando. Ahí viven Elizabeth, la mamá de Luis Fernando; su papá, Luis; su abuelo, y su hermano Jesús, quien estudia veterinaria. Luis Alberto, su otro hermano, está en las divisiones inferiores del Deportivo Cali, así que no vive allí. Él es prácticamente la fotocopia de Luis Fernando: cachetón, potente, rápido y goleador.

La fama y la plata no han sido impedimento para que los Muriel sigan viviendo en el pueblo en el que crecieron. Aunque Luis asegura que desde que Luis Fernando jugaba en el Deportivo Cali les recomendaron irse de Santo Tomás por seguridad, ellos siempre hicieron caso omiso. “Nos sentimos felices, cómodos y seguros. El día que eso cambie, ya habrá que analizar la situación”, le dice a este diario el padre del delantero que hoy sería suplente ante los argentinos en el estadio Metropolitano de Barranquilla.

Los pasos del goleador

Aunque ningún familiar de Luis Fernando había logrado llegar a ser futbolista, él decía, desde que tenía cinco años, que su futuro sería hacer goles en un estadio de fútbol. Con la camiseta del Júnior de Barranquilla salía a patear balones a la cancha del pueblo y un día uno de sus vecinos, Plácido Díaz, lo vio y le dijo que fuera a entrenar con la Escuela Santo Tomás. Tras estudiar, iba a jugar, y con el paso del tiempo, tras mejorar su técnica y forma física, pasó a las divisiones inferiores del Júnior.

Parecería que su camino era ideal, pero ese salto al equipo costeño fue como una pesadilla. La principal dificultad era que la situación económica en su casa era complicada, y con lo que ganaba su papá, siendo taxista en Barranquilla, no le alcanzaba para llevarle alimento a su familia, pagar el colegio de sus hijos y darle para los pasajes de buses a Luis Fernando. Por eso los Muriel vendían boletas de $200 para completar lo de los pasajes. Así Luis Fernando se iba a la sede de Bombona a entrenar y su padre, por la noche, cuando ya venía desde Barranquilla a Santo Tomás, lo recogía y lo llevaba a casa.

Esa rutina se repitió por cuatro años, mientras que el delantero estuvo en el equipo barranquillero, pero por esos días llegó una crisis que por poco lo retira del fútbol. A los 13 años sufrió una lesión en el glúteo, de la cual le costó recuperarse, y una tarde, después de un entrenamiento, su técnico le dijo: “Luis Fernando, mañana no vuelvas, esto es insostenible. Llevas mucho tiempo lesionado, tal vez el fútbol no es lo tuyo”. Fueron días difíciles. Claro que su decisión fue dedicarse al estudio y a jugar, pero de manera recreacional con sus amigos en Santo Tomás.

Pero esa decisión tan sólo duró una semana, porque Álvaro Núñez, quien había sido entrenador del Júnior y ahora estaba en la Escuela Barranquillera, lo vio y lo convenció de retomar su carrera. Cerca de tres meses le tomó a Luis Fernando recuperar su nivel, pero cuando volvió los goles siguieron siendo por montones y de manera continua. En 2007, en un torneo Asefal, Jorge Cruz, entrenador de las divisiones menores del Deportivo Cali en la costa atlántica, se convenció de su talento y le dijo a Agustín Garizábalo, veedor del cuadro azucarero en la costa, que le hiciera seguimiento. Al poco tiempo, Muriel viajó a Cali y luego, con 17 años, debutó como profesional. Hizo nueve goles en 11 partidos y muy rápidamente se fue a jugar al Viejo Continente.

Granada de España, Lecce, Udinese y Sampdoria, de Italia, ha sido su recorrido por Europa. Con 24 años, es una de las grandes promesas del fútbol colombiano y lo destacable es que, a pesar de ganar mucha plata y llevar una vida totalmente diferente a la de niño, sigue siendo el mismo. “A él le encanta Santo Tomás”, dice su padre, quien recuerda que hace unos meses su hijo tuvo cuatro días de descanso y viajó fugazmente a Santo Tomás para visitarlos. “Eran ya como las 10 de la noche, habíamos apagado las luces y echado llave, cuando sonó el timbre, bajé y era él”.

“No somos los mismos, aunque aparentamos ser los mismos. Todos nos miran diferente y nos respetan mucho. La situación económica obviamente es diferente”, asegura Luis, quien ya no es taxista, pero maneja una camioneta BMW X6 que le regaló su hijo. Ahora dedica sus días a cuidar sus pájaros, que están en el patio de la casa, o a estar pendiente del jardín infantil que pusieron en el pueblo, junto con la madrina de Luis Fernando. Esta tarde irán todos al estadio Metropolitano, y así juegue o no su hijo, se pondrán la misma camiseta amarilla que usaron el pasado jueves, cuando con Muriel como protagonista se consiguió un valioso empate 1-1 ante Chile.

Por Luis Guillermo Montenegro

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