Los nueve años de gestión de Luis Bedoya

Luis Bedoya, expresidente de la Federación Colombiana de Fútbol. Foto: Luis Ángel

"Las cosas se deben hacer bien o sencillamente no se hacen", le dijo en alguna oportunidad Luis Bedoya a El Espectador. El bogotano de 56 años, que este lunes presentó su renuncia a la Federación Colombiana de Fútbol, mantuvo esa filosofía durante los nueve años que estuvo al frente de la federación.

Y su gestión fue muy notoria, económicamente le dio un impulso grande a la institución generando varios acuerdos comerciales, además del que ya tenía con Águila. Coca Cola, Homecenter, Bancolombia, Chevrolet, Adidas, Servientrega, Avianca, entre otros se unieron a la federación bien sea como socios, patrocinadores o proveedores oficiales. 

Pero la labor de Bedoya no se vio únicamente de manera económica, también se destaca la construcción de la sede para las selecciones Colombia en Bogotá, además que deja el proyecto para la realización de una en Barranquilla, la cual tuvo una inversión de $12.000 millones. 

A esta gestión se añade lo deportivo, donde la Selección Colombia volvió a un Campeonato Mundial de Fútbol después de 16 años, además del primer título en un suramericano sub-20 fuera del país y la realización del Mundial de la categoría en 2011. También se suma todo el proceso para la puesta en marcha del Mundial de futsal, que en 2016 se realizará en el país.

Pero no todo fue positivo, las críticas cayeron durante su mandato. La Copa América 2007 fue el primer revés que tuvo, deportivamente hablando. A este se le sumaron la desazón de las eliminatorias a Sudáfrica 2010, el problema con Hernán Darío Gómez, que posteriormente significó la salida del técnico de la selección, los partidos amistosos de los últimos años y el rendimiento del combinado nacional durante la Copa América de Chile 2015.

Con el pasar de los días, dijo en una entrevista con este diario, que había aprendido a volverse inmune a las críticas. “Inmune, no sordo”, aclaró. “Uno tiene que a aprender a aislarse pero no de una manera que uno no oiga lo que está ocurriendo, porque ahí sí uno se estaría engañando; pero hay que tener el equilibrio suficiente, porque las críticas a veces pueden estar desviadas o sesgadas”, reflexionó.

Sin duda su labor le dejó alegrías y también muchos sin sabores, pero ante todo fue importante para que el nombre de la selección nacional volviera a ser reconocido a nivel mundial.