:format(jpeg)/www.elespectador.comhttp://thumbor-prod-us-east-1.photo.aws.arc.pub/nhQV8SvN0cCy1TFD_BRilkCm8yU=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/ZIKVGXOFXFGUZPSTVHXZ5HHZGY.jpg)
Qué tarde la de ese domingo 15 de agosto de 1993. La Selección Colombia doblegó a Argentina por marcador de 2-1 y se colocó como líder del grupo A de la eliminatoria mundialista, con cinco puntos.
Colombia lo hizo todo y mereció más. Pero fue suficiente, porque dejó, además, enterrado en el campo del Metropolitano un invicto de 33 fechas que llevaba el conjunto de Alfio Basile.
La V de la victoria funcionó y se completó el esquema, porque fueron precisamente Iván René Valenciano (minuto 2) y Adolfo Valencia (minuto 52), los encargados de quebrantar el cerco de Sergio Goycochea.
Ramón Medina Bello, faltando tres minutos para el final, descontó en una acción individual, superando a Perea y Herrera.
Colombia le impuso la ley a Argentina, equipo que resultó obediente, frente a la calidad futbolística y táctica de los locales, que manejaron el balón y coparon todos los espacios, con dos jóvenes, pero grandiosos volantes: Harold Lozano y Herman Gaviria.
Sin espera
Apenas entraba en calor el encuentro. La gente ya había elevado la temperatura en la tribuna y bastaron sólo dos minutos para que se rompiera el estigma de la inapetencia del gol.
De pronto, una jugada por la zona derecha. La pelota llegó a los pies de Valencia, que la devolvió a Valderrama, más libre de marca; éste la tiró al vacío, Valenciano la recibió con el pie derecho, amagó ante Cáceres, pero corrió la esférica a un ladito y con la pierna izquierda la colocó en un rincón de la portería de Goycochea.
Fue el primer gol de la tarde y el que abría una tarde fastuosa y de superioridad futbolística.
A partir de este momento, el encuentro tomó otro rumbo. En realidad, Argentina no se esperaba este preámbulo y la fórmula de la V en el conjunto de Maturana comenzaba a dar sus frutos.
Suplentes enormes
Después, vino el deleite, el goce. Con un capitán como Carlos Valderrama, el equipo criollo se apoderó de la cancha y del balón y no le permitió durante todos los primeros 45 minutos, a los argentinos, que se expresaran.
La primera parte del encuentro sirvió para ver a unos suplentes grandiosos. Aquí se olvidó a “Barrabas” Gómez y a Leonel Álvarez, porque Hermán Gaviria y Harold Lozano se prodigaron. Fueron aplicados al esquema, con una recuperación del balón excepcional; pero además le agregaron su parte, la cual fue pisar el área, y apoyar en la ofensiva.
Argentina apenas llegó a los 42 minutos, cuando falló Herrera y Simeone hizo un centro que pasó muy cerca del parante izquierdo.
La otra V
El reloj marcaba apenas los siete minutos de la complementaria, cuando en una jugada de contragolpe Carlos Valderrama sirvió las esférica a Valencia y éste arrastró a tres defensas, les amagó, los dejó pegados al piso, eludió a Goycochea y marcó de pierna zurda.
Apareció entonces el delirio, locura y la emoción irrefrenable.
Colombia estaba para grandes cosas y tenía humillado a su contendor. Ni la sapiencia de Simeone ni el entusiasmo de Redondo, ni la tenacidad de Acosta y Medina Bello valieron valieron en esta ocasión frente al equipo local, que ese día jugó su mejor partido de los últimos meses.
Por momentos dio la impresión de que Argentina se montaba en el partido, en vista de que adelantó sus líneas, decidió abrir la pelota sobre los costados con Medina Bello por la izquierda y con Zapata y Simeone por la derecha.
Pero Carlos Valderrama hizo lo que tenía que hacer. Pidió la pelota, la colocó en el piso, jugó, recreó, divirtió y acabó con los esquemas para hacer del fútbol algo simple pero hermoso.
Las incursiones no tardaron y de nuevo Valencia aterrizó sobre predios argentinos. Rincón no logró conectar un disparo con izquierda tras ser habilitado por Asprilla y éste vio como el guardameta argentino le sacó un remate.
Colombia hizo un partido casi perfecto. Pero el exceso de confianza permitió que esta Argentina, que nunca se da por vencida, se sacudiera con Medina Bello, en una acción en la que hubo flaqueza en la marca, por parte de Perea y Herrera.