Benavídez, una localidad erguida a 40 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, es el refugio de Gustavo Costas. Está en la Zona Norte, en la otra punta de Avellaneda, el barrio que lo vio crecer, aquel que visita cada vez que va a la casa de sus padres o a ver a Racing Club, el amor deportivo de su vida. “Pero, la verdad, casi no me muevo de acá. Anduve por tantos lugares dirigiendo, que una vez que estoy en mi país, lo quiero aprovechar. Aunque no será por mucho tiempo”, advierte el técnico en charla exclusiva con El Espectador. A fin de año, su idea es volver a dirigir después del descanso que se tomó tras su salida de Santa Fe. Y aunque dice que en los últimos meses el teléfono no le paró de timbrar, el profe aguardará hasta diciembre. Eso sí, esta noche será uno más de los aficionados del equipo cardenal, porque el rival no es otro que Independiente, el clásico adversario de su querida “Academia”. Por eso avisa: “Hoy seré más hincha de Santa Fe que nunca”.
Le sobran los motivos, cantaría Joaquín Sabina, para alentar al rojo capitalino. Costas fue la mascota del Racing campeón de 1966, jugó doce temporadas vestido de celeste y blanco y fue campeón de la Supercopa en 1988. También, tuvo dos oportunidades como entrenador (1999 y 2007), aunque el contexto institucional no lo ayudó. Por la rivalidad que existe con los Diablos Rojos de Avellaneda, entonces, se pondrá contento si Santa Fe (desde las 6:45 por Fox Sports) consigue un buen resultado en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa Sudamericana en el estadio Libertadores de América. También, claro está, por su pasado reciente en Santa Fe.
“Yo soy de ponerme la camiseta de los clubes que dirijo. Me pasó con Barcelona de Ecuador, con Alianza Lima de Perú y ahora con Santa Fe. Dejé muchos amigos en Colombia y un gran grupo humano. Tengo diálogo permanente con los jugadores”, dice Costas bajo el sol de Buenos Aires.
Entonces, esta noche será uno de los más fervientes seguidores…
Hoy seré más hincha de Santa Fe que nunca. Todos saben que soy de Racing y la rivalidad que existe con Independiente. Y también, el cariño que tengo por Santa Fe. Le tengo confianza para esta llave. Creo que si consigue un resultado conveniente, incluso perdiendo 2 a 1 como nos pasó a nosotros con Estudiantes, allá puede clasificarse, porque en Bogotá se hace muy fuerte.
¿Qué análisis se puede hacer del juego de hoy?
Independiente, desde que llegó Mauricio Pellegrino, cambió de mentalidad. Tiene jugadores de más experiencia, ha recuperado el juego y en este momento anda muy bien. Pero Santa Fe también está pasando un buen momento. Por eso insisto, si saca un buen resultado acá, allá es muy difícil que se le escape.
Si pudiera darle un consejo al profe Gerardo Pelusso, ¿qué le diría?
Él sabe muy bien qué hacer. Pero yo creo que hay que pelearle la mitad de la cancha, donde tienen mucha influencia el Marciano Ortiz y Jesús Méndez. Es muy importante no dejarle tener el balón a Independiente. Hay que presionarlo alto.
¿Qué cambio nota del equipo que dejó usted a este?
No presiona tan arriba. Ahora, Santa Fe arranca desde más atrás. Y no tuvo a Ómar Pérez durante muchos partidos, por lo que tuvo que cambiar el sistema. Con Ómar podés jugar 4-3-1-2; sin él, 4-4-2.
¿Le gustaría llevarse a Pérez al equipo que dirija a partir del año próximo?
Ómar es una debilidad. ¿A qué técnico no le gustaría dirigirlo? A veces no está 10 puntos, pero lo mandás a la cancha y te desequilibra con un pase o con una pelota parada. Es fundamental.
¿Le gustaría volver a dirigir a Santa Fe?
Claro que sí. Dejé una buena relación con todos allá. Con el presidente Pastrana, con los jugadores, con la gente. De las tres competencias que disputamos, ganamos dos. Fue algo único.
¿Y algún otro club de Colombia? Lo llamaron varios…
Sí, pero no era el momento de volver. Igual, yo no cierro ninguna puerta. Me llamaron de Colombia, de Chile, de México. Ya ando con ganas de dirigir.
¿Por qué cree que no dirige en su país, a pesar de haber ganado tantos títulos?
No creo que acá me hayan perdido el rastro. Jugué diez copas Libertadores, muchas contra equipos argentinos. Incluso cuando gané el campeonato con Santa Fe, acá tuve más repercusión que nunca. En la calle me reconocían y me hablaban de lo bien que me había ido en Colombia. No sé, deben querer otra clase de entrenadores. Yo estoy orgulloso de que me llamen del exterior. Nunca pensé que me iba a ir de Racing y de Avellaneda, y me fui. Y la verdad, de esta manera, mal no me está yendo.