Publicidad

'Teo' mostró su jerarquía

El equipo millonario ganó 1-0 y luchará por quedarse con el título de la Copa Sudamericana. El juego de ida será el miércoles en Medellín.

Daniel Avellaneda, Buenos Aires
28 de noviembre de 2014 - 01:40 a. m.
'Teo' mostró su jerarquía

Teo la pisa contra el córner, de espaldas a la cancha, y sonríe cuando siente la respiración de Daniel Díaz en la nuca. Se enoja el Cata. Lo derriba con una patada impotente, despojada de criterio, inadmisible. La roja es directa, inapelable. Y el Monumental explota. Porque Gutiérrez es uno de los puntales de River Plate. Porque se pone el equipo al hombro en la semifinal de la Copa Sudamericana, que parece una final por el marco, por la tensión, por la adrenalina con la que se vivió el Superclásico. Entonces, Germán Delfino marca el círculo central. Y se desata una fiesta interminable. Por el coloso de la banda roja sobre el pecho blanco puso de rodillas a Boca Juniors, el rival de siempre. Con ese penal que tapó Marcelo Barovero cuando recién amanecía el partido. Con ese gol de Leonardo Pisculichi. Con un segundo tiempo en el que fue inteligente para conservar la ventaja, que sostuvo con la firmeza de los marcadores centrales y ante un equipo que no tuvo claridad. Ahora deberá enfrentar a Atlético Nacional, el miércoles en Medellín. Será un adversario muy duro para el crédito colombiano.

¿Cuánto deberá lamentarse Emmanuel Gigliotti, que no sólo falló un tiro desde los doce pasos? ¿Cuánto sufrirá el pueblo azul y oro, que se había ilusionado con la última ficha del año? Desperdició su gran oportunidad y nunca pudo recomponerse Boca. Por eso, ahora, medio país es un festival millonario. Por la personalidad de Leonardo Ponzio, por la zurda mágica de Pisculichi, por la dinámica de Carlos Sánchez, por la jerarquía de Teo. De todos ellos deberán cuidarse los verdolagas que conduce Juan Carlos Osorio para poder sumar su sexta estrella internacional. Aunque el entrenador paisa debe estar conforme con el ilustre rival con el que le tocará definir la Copa. Ya había advertido en São Paulo, tras la heroica clasificación en la instancia de los penales, que prefería a River Plate porque “juega mejor” y “Boca Juniors es copero”.

Fue emocionante el comienzo, como si quisieran dejar atrás la imagen del primer clásico, aquel que se disputó en la Bombonera y fue decepcionante. Salió con todo Boca, consciente de que el gol en el Monumental le daba una ventaja en el caso del empate por el cero a cero de la ida. Y apenas se habían consumido 17 segundos cuando llegó el desborde de Nicolás Colazo, Gigliotti anticipó en la puerta del área y Ariel Rojas, en el afán por rechazar, levantó por el aire a Marcelo Meli. Fue un penal infantil, producto de la desatención del volante, y una posibilidad inmejorable para los xeneizes. Y tomó la pelota Gigliotti, que ni siquiera tenía pensado jugar de entrada hasta la lesión de Andrés Chávez que relegó al exdelantero de Banfield al banquillo de suplentes. Se tenía fe el goleador. Sin embargo, pateó a media altura, anunciado, y Barovero tapó el tiro, haciendo del silencio de Núñez una explosión de júbilo, salvando a River de la caída prematura y el nerviosismo. El número uno cordobés tuvo la sangre fría y el carácter que le faltó al atacante.

River comenzó a acomodarse en el campo de juego. Con Ponzio como abanderado, mostrando que tiene capacidad de lucha, pero también inteligencia para tocar. En su cabeza nació el gol millonario. Porque fue el mediocampista santafesino el que observó que Leonel Vangioni se filtraba por la izquierda, a espaldas de Leandro Marín. Y abrió rápido el juego para el desborde del lateral, que quiso patear al arco, pero encontró un pase exacto para Pisculichi, que de zurda remató abajo, a un rincón, y dejó estático a Agustín Orión.

Hubo mayor fricción en el segundo tiempo. Entonces River fue inteligente, administró mejor la pelota con Pisculichi, el juego de Teo, que retrocedió para conectarse con el enganche, y Sánchez. Teo tuvo una clarita, pero su disparo, cruzado, fue controlado por Orión. Siempre estuvo más cerca River del segundo que Boca del empate. Aun resolviendo mal en la zona de fuego, los locales llegaron más.

 

Y terminaron celebrando sonoramente, después de un bajón futbolístico que terminó con el récord de 31 partidos invicto y lo dejó sin la punta del campeonato doméstico, aquella que perdió a manos de Racing Club, el domingo en Avellaneda. Diez años después de aquella eliminación en la Copa Libertadores ante Boca Juniors, River Plate tuvo su revancha internacional. Atlético Nacional aspira a que se repita el desenlace, claro. Entonces, el campeón fue Once Caldas en Manizales. Sería un cuento de hadas para los verdolagas.

Por Daniel Avellaneda, Buenos Aires

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar