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Puede afirmarse que con Camilo Villegas se partió en dos la historia del golf en Colombia. Existe un antes y un después de la aparición de este joven nacido en Medellín el 7 de enero de 1982.
Muy temprano, desde que arrancó su preparación hacia la cumbre del golf, Villegas entendió que su físico enjuto y pequeño no lo favorecía mucho en el camino hacia la gloria y asimiló que para poder competir con los mastodontes de metro noventa que conforman la élite del golf tenía que dotarse de unas condiciones físicas diferentes, excepcionales, que le permitieran estar a salvo de lesiones musculares y de dolencias lumbares, tan comunes en este deporte. Por eso, desde sus comienzos con Rogelio González, su profesor en el Club Campestre de Medellín, Camilo ha trabajado su pequeño físico y hoy posee una impresionante imagen en la que no sobra un miligramo de grasa y todo es construido bajo el imperio del fisiculturismo y de la aplicación de métodos científicos que le permiten pegarle tan duro a la pelota como pocos colegas. Dicen los números que el colombiano figura entre los pegadores más largos del PGA Tour, aunque la experiencia lo ha hecho cambiar y cada vez busca mayor precisión en lugar de distancia.
Como dicen los que lo conocieron cuando daba sus primeros golpes, Camilo siempre fue un magnífico deportista y un esforzado estudiante. Mientras se paseaba por los clubes del país ganando cuanto torneo disputaba, también terminaba sus estudios secundarios y se disponía para viajar a Estados Unidos a estudiar becado administración de negocios en la Universidad de la Florida gracias al golf, deporte que lo llevó a hacerse profesional en 2004.
Llegar a la élite mundial del golf no es nada fácil. Miles y miles de jugadores del primer mundo, en particular en Estados Unidos y Europa, persiguen este sueño desaforadamente, dedicándole años de entrenamiento y recibiendo los apoyos de grandes empresas. Que un país donde el golf es un deporte elitista y minoritario (practicado por unos pocos miles de personas) logre producir un fenómeno como Villegas es algo insólito, que demuestra a cabalidad la disciplina, el tesón y el talento de quien con el apoyo de su familia y unos pocos empresarios colombianos escaló a la cima del golf mundial.
Justamente en 2008, el antioqueño fue reconocido por El Espectador como Deportista del Año. Es la primera y única vez hasta la fecha que un golfista es reconocido como el mejor en el país. Ese año Villegas ganó The Tour Championship, el BMW Championship y terminó segundo en la FedEx Cup, por detrás del español Sergio García. Su racha no paró ahí y dos años después levantó el trofeo del Honda Classic. Muchos golfistas, muchos de ellos prestigiosos por producto del mercadeo y la imagen, no han logrado títulos en el circuito, sin embargo, el colombiano lo supo hacer rápidamente. Este año celebró el Wyndham Championship, torneo del PGA Tour disputado en el Sedgefield Country Club de Greensboro, Carolina del Norte, demostrando su vigencia y que su sueño de ganar un major, es decir uno de los cuatro grandes torneos de la temporada, se puede hacer realidad. Todo porque, sin importar lo que se diga de él, nunca ha dejado de trabajar por un mejor futuro personal. Tras él viene una camada de golfistas nacionales que en el PGA Tour Latinoamérica están demostrando que su legado será eterno. Es el caso de Marcelo Rozo, Óscar David Álvarez y David Vanegas, quienes en esta temporada han ganado torneos en ese circuito y han puesto la bandera de Colombia en lo más alto, tal como su mentor, quien puso un día a todos los colombianos, sin importar su condición socioeconómica, a hablar de golf.
La ceremonia del Deportista del Año de El Espectador-Movistar 2014 será el 9 de diciembre a las 9:00 a.m., en el hotel JW Marriott de Bogotá, y en ella estará presente otro golfista, Marcelo Rozo, quien se sitúa como el mejor del PGA Tour Latinoamérica y muy seguramente logrará al final de la temporada el ascenso al Web.com Tour, segundo circuito más importante del golf estadounidense.