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Golf: ‘el juego de los ricos ociosos’ vuelve a la Cuba de Castro

En los primeros tiempos de la revolución, Castro expropió los campos de golf y convirtió a algunos de ellos en centros comunitarios.

Bloomberg News
23 de marzo de 2016 - 03:31 p. m.
El golf sigue estando fuera del alcance de la mayoría de los cubanos. / Bloomberg News
El golf sigue estando fuera del alcance de la mayoría de los cubanos. / Bloomberg News

Al igual que la mayoría de los pueblos cubanos, Carbonera consiste en ruinosos monoblocks de hormigón pintados de celeste, rosa y verde dispuestos a lo largo de calles de tierra con baches con un pequeño almacén general. London and Regional Properties Ltd. se está preparando para invertir allí US$500 millones.

El desarrollador británico planea construir una cancha de golf de 18 hoyos, mil residencias y apartamentos, un hotel de 135 habitaciones, una escuela de tenis y una marina en un lugar al que piensa rebautizar como The Carbonera Club. Conforme la visita del presidente Barack Obama a la isla marca un nuevo capítulo en la historia cubana, la compañía dice que prevé llevar a turistas en avión para jugar lo que una vez Fidel Castro denominó “un juego para los ricos ociosos y los explotadores del pueblo”.

Cuba no tiene centros vacacionales de playa de alta gama como este”, dijo Desmond Taljaard, director gerente de hoteles de London and Regional, con respecto a los planes del centro turístico cubano de Florida Straits, al sur de Cayo Hueso.

Los desarrolladores extranjeros han propuesto por lo menos una docena de centros de golf en los últimos años. Beijing Enterprise Group el año pasado firmó una carta de intención para construir una cancha de 18 hoyos y condominios cerca de La Habana. Y la española Urbas Grupo Financiero dijo haber reunido el 30 por ciento del financiamiento para un centro vacacional con una marina y seis canchas de golf en Cienfuegos, sobre la costa sur.

Camino difícil

Los pioneros tienen por delante un camino difícil. Desde 2008, cuando el Ministerio de Turismo anunció ambiciosos planes para atraer a golfistas extranjeros, no se ha construido ni un solo punto de salida, calle o green. El emprendimiento pone de relieve las dificultades de invertir en Cuba: leyes que prohíben que la tierra tenga dueños y limitan la participación extranjera en las empresas conjuntas al 49 por ciento, acceso complicado a los suministros y los equipos y una burocracia del Partido Comunista que aprueba cada decisión.

En los primeros tiempos de la revolución, Castro expropió los campos de golf y convirtió a algunos de ellos en centros comunitarios, dejando a otros en poder de la naturaleza. Hoy día, Cuba tiene sólo dos lugares donde se puede jugar al golf: una cancha de nueve hoyos en La Habana que data de los años 40 y en general es utilizada por los diplomáticos y una de 18 hoyos en el centro turístico de Varadero.

El juego sigue estando fuera del alcance de la mayoría de los cubanos. La tarifa de las canchas de 18 hoyos de Varadero ronda los US$70, o aproximadamente tres veces el salario mensual promedio de las compañías estatales. Los clubes cuestan el salario de dos meses (US$50) y un carrito de golf –necesario para jugar- sale US$30 por persona.

Algunos analistas dicen que el mercado golfístico del Caribe está saturado: República Dominicana tiene 28 canchas, Puerto Rico 20, las Bahamas 11 y Jamaica 10, según la consultora KPMG.

Otros aseguran que eso no detendrá a Cuba.

“Estoy seguro de que Cuba dominará el turismo caribeño en los próximos veinte años”, señaló David I. McMillan, presidente de la consultora de Ontario AXIS Hospitality International, que brindó asesoramiento en Cuba. “Si los cubanos hacen las cosas bien, podrán orquestar un enorme mercado de golf allí”, después que vuelva a funcionar el servicio de ferry desde Florida.

Por Bloomberg News

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