La historia la escriben los ganadores: Jaime Cuervo

Jaime Cuervo es el técnico de la selección colombiana de fútbol de salón desde 2009.

“La historia la escriben los ganadores”. Una simple frase que pocos pueden decir. Y a Jaime Cuervo, un hombre de Manizales de 54 años, le sobran méritos. Como director técnico de la selección Colombia de Fútbol de Salón ha ganado dos campeonatos del mundo, ha sido campeón suramericano, obtuvo la medalla de oro de los World Games y se ha mantenido invicto en todos los partidos que ha disputado a nivel internacional.

Carismático, sencillo y con una sonrisa de oreja a oreja, dice que su filosofía de juego es la misma del mítico entrenador de baloncesto en Estados Unidos Philip Douglas Jackson, el Señor de los anillos, el hombre que ganó 13 títulos en la NBA -nueve de ellos como entrenador- y que fue seleccionado como el técnico que, de llegar a ser posible, dirigiría al equipo de los mejores jugadores del salón de la fama en las Grandes Ligas del baloncesto.

Este deporte es la razón de que hoy en día Jaime Cuervo sea el hombre más respetado en el fútbol de salón en Colombia. De no ser por su pasión de joven por el baloncesto, jamás habría descubierto su real vocación. Era tan sólo un estudiante de grado once cuando por primera vez vio que en una cancha, con las mismas dimensiones a la de una de baloncesto y con el mismo número de jugadores, se practicaba un deporte que se asemejaba el 100% con el suyo.

Fue en Medellín cuando por primera vez conoció el fútbol de salón. En su región poco o nada se practicaba. Decidido, habló con los árbitros, les pidió una copia del reglamento y llegó a Manizales para replicarlo. Se graduó del Instituto Universitario de Caldas y en el 78, junto a sus profesores, comenzó el proyecto de profesionalizar el fútbol de salón en la región. En el 82 su carrera despegó cuando logró crear la Liga de Caldas.

En Colombia empezó a ser reconocido por obtener gran variedad de títulos nacionales. Jaime Cuervo aprendió de entrenadores paraguayos, argentinos, chilenos, uruguayos y brasileños. Fue entonces que gracias a sus títulos fue llamado por Manuel Sánchez para que fuera el segundo de la selección de Colombia. Su gran paso llegó en 2009, cuando Sánchez pasó a ser el presidente de la Federación de Fútbol de Salón y él, técnico absoluto del seleccionado nacional.

Mientras realizaba ese proceso entendió que el fútbol de salón necesitaba profesionalizarse. La falta de apoyo de la empresa privada y la poca fe de varias personas que veían el deporte como un juego recreativo de barrio no permitían el crecimiento esperado del deporte en un país que era semillero de jugadores. Pero según Jaime Cuervo, todo cambió en 2009, cuando Sánchez llegó a la presidencia de la Federación, ya que se logró crear la primera liga profesional en el país.

Esto catapultó el nivel del país y permitió tener una baraja más amplia de jugadores. Con sus tres pilares, el orden del trabajo, la disciplina y la seriedad, Jaime Cuervo llevó a Colombia a coronarse por segunda vez en la historia campeón de una copa del mundo. Lo hizo en 2011, en suelo colombiano, en Bogotá, en un coliseo a reventar. Sobrepasaron a sus rivales con creces. Cuatro años más tarde borró cualquier duda que tuvieran los incrédulos. En el alejado y frío Bielorrusia, en el oriente europeo, ratificó el pasado 25 de abril que su equipo era el mejor del planeta. Derrotó en la final 4-0 a Paraguay, y Cuervo, junto con sus muchachos, fueron recibidos como héroes.

Dice Cuiervo: “Lo primero que les digo a mis jugadores es que cuando se ponen la camiseta de Colombia, sólo podemos pensar en ganar. Convertimos el fútbol de salón en el deporte de conjunto más ganador del país. A los jóvenes que llegan al equipo los mentalizamos en que tenemos que ganar y que ellos son fundamentales en ese objetivo, porque la huella positiva que se puede dejar es la del ganador”.

El ganador del galardón al Mejor Técnico del Año precisó que las últimas grandes victorias del deporte colombiano han sido gracias al cambio de mentalidad de los deportistas, porque antes sobraba la técnica, pero la debilidad psicológica nos limitaba.