“The last shot”, una historia que no pierde su asombro

Michael Jordan ingresó al Salón de la Fama en 2009 por su legado en los Chicago Bulls en la década de 1990.

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Cerca de 72 millones de personas vieron la última actuación de Michael Jordan sobre las tablas. Fue una audiencia récord y un número que no solo fue una cifra, sino también un dato que habló de lo que muchos no querían: el retiro del 23 de los Chicago Bulls.

Fue el 14 de junio de 1988. Era el sexto partido las finales de la NBA entre el Utah Jazz y los Chicago Bulls. En Salt Lake City se viviría un momento épico en la historia del deporte. Esa noche fue el epílogo del relato más eterno en el torneo de baloncesto más importante del mundo.

Ambas escuadras fueron las mejores de la temporada regular. De los 82 partidos disputados habían ganado 62. La serie la empezó ganando el equipo de Utah. Los Bulls, que eran los emperadores de la NBA, se fueron 3-1 arriba para demostrar su supremacía. Sin embargo, que fueran los dos mejores equipos de aquel 1998 hablaba de la rigurosidad del encuentro y de lo pareja que sería su rivalidad.

A menos de un minuto Michael Jordan le arrebató el balón a Malone con un manotazo. Enseguida emprendió su carrera hacia el arco contrario, ese arco que siempre fue cómplice para sus gestas. Esperó unos segundos. La quietud del que es paciente y escucha al tiempo que le dice cuál es el momento indicado para actuar. Hace el amague de entrar por el medio de la cancha y se detiene para dejar a su rival en el suelo. Calcula su lanzamiento y con ese último tiro dejó el partido 87-86 a favor de los Bulls.

Los gritos ensordecedores fueron el símbolo de la épica de aquella noche. Fue el cierre ideal para una carrera que parecía terminar ahí, para un nuevo campeonato y para el ocaso del ‘Dream Team’ de la NBA.