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Las “Olimpiadas Judías” que se disputan en un emblema del nazismo

Los Juegos Macabeos, el mayor evento deportivo judío en Europa, tienen lugar en el Parque Olímpico de Berlín, construido por Adolf Hitler hace 79 años.

Theo González Castaño
28 de julio de 2015 - 10:19 p. m.
Agencia EFE / Agencia EFE
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Desde el pasado 27 de julio y hasta el próximo 5 de agosto cerca de 2300 deportistas provenientes de 40 países compiten en los Juegos Macabeos, una especie de olimpiadas que se organizan cada cuatro años y en las que los ciudadanos judíos son los protagonistas principales. En un hecho histórico el Parque Olímpico de Berlín fue el lugar escogido para se lleven a cabo estas justas, consideradas como el mayor evento deportivo judío en Europa, pues en ese mismo escenario, 79 años atrás, Adolf Hitler inauguró la XI edición de los Juegos Olímpicos, evento que estuvo marcado por la exclusión y el rechazo hacia los deportistas con este origen.

“Cuando vimos por primera vez el Estadio Olímpico de Berlín como posible sede para los Juegos Macabeos, la arquitectura nazi era bastante apabullante”, señaló Rebecca Kowalski, miembro del comité organizador. “Las generaciones mayores se opusieron firmemente a esta designación argumentando que mientras existieran supervivientes del Holocausto, un evento así en Berlín era impensable”, agregó Alon Meyer, presidente de la sección alemana de los Juegos Macabeos.

“Puedo entender las reticencias de esta decisión, pero reconocimos la importancia simbólica de poder ondear las banderas Macabeas donde antes estaban las banderas nazis. Queremos mostrar que no tenemos miedo”, agregó Meyer, de 32 años y miembro también del equipo de hockey alemán. “Setenta años después de la liberación del nacionalsocialismo, es hora de mostrar a Europa y al mundo que la vida judía ha vuelto a florecer aquí de nuevo y que nos hemos convertido en una parte sólida y de confianza de la sociedad alemana”, dijo finalmente.

Cuando Adolf Hitler planeó la construcción de un Parque Olímpico en Berlín, para recibir los Juegos Olímpicos entre el 1 y el 16 de agosto de 1936, lo hizo pensando en que se convirtiera en una muestra de la magnificencia y gran poderío del nazismo y de la raza aria ante el mundo. Este evento, que representaba para Alemania el retorno a la escena internacional tras la derrota sufrida en la Primera Guerra Mundial, se convertía en una oportunidad única para que Hitler y su gobierno mostrarán ante el mundo una supuesta imagen de inclusión y de prosperidad, contraria a las políticas expansionistas, antisemitas y xenófobas que estaban a punto de estallar al interior de esta nación europea.

Por tal razón, el Parque Olímpico fue levantado rápidamente y en un periodo de dos años, de 1934 y 1936, Berlín estaba lista para recibir el evento deportivo más importante del mundo en aquella época. El ambiente se tornó festivo en la capital alemana y a pesar de algunos intentos de boicot a estas justas, por parte de organizaciones judías y antisemitas, las potencias mundiales decidieron llegar hasta allí con sus respectivas delegaciones. Al lado de los aros olímpicos, ondeaban las banderas nazis con sus características esvásticas. Los cerca de 4000 deportistas provenientes de 49 países, más los miles de turistas que llegaron a disfrutar de los 19 deportes en acción y sus 129 especialidades, se llevaron una gran imagen de esta ciudad y del gobierno de Hitler, que durante ese mes ocultó las propagandas que se exhibían en las calles en contra de los judíos y de todos aquellos que eran considerados “enemigos” de Alemania. Incluso ordenó que las políticas en contra de los homosexuales, que habían sido establecidas poco después de su ascenso al poder , no fueran tenidas en cuenta en el caso de los deportistas, turistas y periodistas.

Al final, los Juegos tuvieron un aparente éxito. Alemania se llevó el primer lugar en el medallero general y con 89 medallas, 33 de ellas de oro, superó a Estados Unidos y a Hungría que completó el podio. El New York Times afirmó en sus páginas, que las Olimpíadas marcaron el regreso de Alemania a la comunidad internacional y que le habían restituido su "humanidad". Sin embargo, otros periodistas como William Lawrence Shirer, corresponsal en Europa de algunos periódicos como The Chicago Tribune y The New York Herald Tribune, afirmó que el éxito alemán durante agosto de 1936 tan sólo se constituyó en una fachada de un régimen racista y violento orquestado por Hitler y su séquito.

Cuando acabaron las Olimpiadas de Berlín se reveló ante el mundo que cientos de atletas judíos fueron expulsados de las Federaciones Alemanas de todas las disciplinas antes del comienzo de estas justas. Fue el caso del campeón aficionado de boxeo Erich Seelig, quien fue obligado a salir por la Asociación de Box Alemana en abril de 1933 por su condición de judío. Otros atletas perjudicados fueron el tenista Daniel Prenn, expulsado del equipo del Copa Davis de Alemania, y Gretel Bergmann, una atleta de salto en alto de primer nivel, que fue expulsada de su club alemán en 1933 y del equipo olímpico alemán en 1936.

Helene Mayer, esgrimista alemana de origen judío que obtuvo la medalla de plata en esgrima individual en los Olímpicos de 1936, fue utilizada por Hitler para mostrar al mundo una aparente inclusión de deportistas judíos en el equipo alemán pero no fue más que una trama. Además de Mayer ningún otro atleta con este origen compitió para Alemania. Aunque, nueve atletas judíos ganaron medallas en las Olimpíadas nazis, incluida Mayer y cinco húngaros. También se destaca la actuación de siete atletas masculinos judíos de los Estados Unidos en Berlín.

Tan sólo habían transcurrido 48 horas desde la clausura de las Olimpíadas y Wolfgang Fürstner, capitán nazi y director de la Villa Olímpica, se suicidó luego de que fuera dado de baja del servicio militar debido a su ascendencia judía. Cuando los deportistas abandonaron la Villa, y los periodistas y turistas volvieron a sus países de origen, Hitler empezó a consolidar sus políticas antisemitas y los planes de expansión territorial. No caben dudas de que el régimen utilizó estos Juegos Olímpicos para impactar al mundo y de paso se convirtieron en el inicio de una década oscura para Alemania, de la que aún muchos no se reponen por las terribles secuelas que dejó. Sin embargo, la realización de eventos como los Juegos Macabeos hacen que poco a poco se vaya reconstruyendo ese tejido social que se rompió hace ocho décadas.

 

Por Theo González Castaño

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