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Otra frustración 'Nacional'

En menos de una semana el equipo mejor armado del fútbol colombiano quedó por fuera de la Liga y del torneo continental.

Daniel Avellaneda / Corresponsal, Buenos Aires
08 de mayo de 2012 - 09:11 p. m.

Esos cálidos aplausos de los tres mil fanáticos paisas que desafiaron la distancia son incapaces de ocultar una realidad que difícilmente pueda maquillar este resultado. Ni siquiera ese tiro libre de Luis Mosquera, un tributo a la calidad, hace posible omitir el desenlace inesperado, frustrante y doloroso del ciclo de Atlético Nacional. El del equipo colombiano que mayor cantidad de dinero desembolsó para reforzar su plantilla, que gastó US$8 millones gracias al aporte de inversionistas privados. El que ilusionó a la mitad verde de Medellín con jugadores que terminaron decepcionando. El que se perfilaba como un serio candidato a dejar la huella de la bandera tricolor en el ámbito continental y terminó despidiéndose anoche, en Liniers, de la Copa Libertadores, el torneo que todos pensaban que podía ganar cuando empezó a disputarlo, allá por febrero, y goleó a Peñarol en Montevideo, nada menos. Ya eliminado de los cuadrangulares finales de la Liga Postobón, hizo añicos su sueño americano. En el camino quedó su técnico, Santiago Escobar, víctima de una crisis interna, cargada por la indisciplina. Desde hoy Juan Carlos Osorio deberá barajar y dar de nuevo. Necesitará cartas pesadas para dar vuelta a este presente oscuro.

Llegaron Mosquera, Calle, Bernal, Henríquez, Valencia, Mejía, Valoy, Macnelly Torres, Díaz, Murillo, Tula, Córdoba, Quintero y Fano, jugadores que no estuvieron a la altura del desafío. Hubo problemas internos, que nunca fueron admitidos públicamente, pero todos conocen en Medellín. Macnelly Torres, Pabón y Mosquera no son grandes amigos. Y el equipo nunca funcionó. Ni con Sachi Escobar ni con Norberto Peluffo en su corta estadía. El director deportivo del club tuvo que hacerse cargo de un fierro caliente. Y anoche terminó de consumirse entre las brasas, más allá de un empate decoroso que no alcanzó, porque en el Atanasio Girardot el triunfo había sido de Vélez Sársfield.

Nacional jugó con personalidad el primer tiempo. Tratando de no desesperarse por ese gol que necesitaba como el agua en Liniers. Lo hizo con el buen pie de Macnelly Torres, un futbolista que no calza el número 10 en su dorsal por obra y gracia de la casualidad. No. El volante costeño posee una alta cuota de talento. Y buscó asociarse con Dorlan Pabón, otro jugador picante. Y a pesar de un campo de juego herido en su césped por el acto que brindó el 27 de abril la presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, el conjunto verdolaga intentó hacer circular la pelota a ras de piso.

Entonces avisó Luis Mosquera con un remate desde afuera del área que se perdió por encima del travesaño. Y cuando el reloj había marcado el primer cuarto de hora, Macnelly ejecutó un tiro libre con maestría que Cristian Tula conectó en el corazón del área. No fue gol de milagro. El cabezazo del argentino pasó muy cerca del ángulo de Marcelo Barovero. Y un rato después el arquero de Vélez se lució al tapar un remate de Avilés Hurtado, que se filtró en el área gracias a otro buen pase del barranquillero.

Lo tenía encerrado Nacional a Vélez porque al dueño de casa le cuesta hacerse fuerte de local. Y la presión de su público es áspera. Baja un clima denso desde las tribunas. Y como la pelota suele quemar en este tipo de circunstancias, el crédito paisa en la Libertadores aprovechaba. Porque el juego nunca pasaba por los mediocampistas argentinos y Lucas Pratto, la única referencia del ataque velezano, sufría por la falta de asistencia. No cambiaba de ritmo el equipo anfitrión. Y eso que Alexis Henríquez, tan grandote como lento, era una invitación a meter el pie en el acelerador y jugar por su sector.

Sin embargo, Nacional se desinfló. Por esa falta de profundidad que ya empieza a ser una nociva costumbre en el equipo que anoche condujo Peluffo. Y en el amanecer del segundo tiempo se le vino encima Vélez. Y fue imparable. Primero, Gastón Pezzutti mostró todos sus reflejos para tapar un cabezazo venenoso de Sebastián Domínguez. Y después el arquero argentino no pudo evitar la debacle de su red. Alejandro Cabral sacó un zurdazo cruzado, Pezzutti rozó la pelota con su guante, el tiro pegó en el palo y Augusto Fernández encontró el rebote y el gol servido.

Pero Nacional buscó recuperarse. Y Vélez nunca se hizo un rival imbatible, a pesar de jugar en su propio estadio y con el apoyo de su gente. Y esa actitud del equipo argentino le permitió recobrar la esperanza al conjunto verdolaga. Encontró, de esa manera, el gol de tiro libre de Mosquera, quien dio clase para rematar. Peluffo movió el banco. Buscó mayor agresividad con Diego Álvarez, pero el equipo argentino copó la parada en la mitad de la cancha, con el despliegue de Francisco Cerro, un futbolista que hace un tiempo jugaba en la Primera B Nacional. No era ninguna estrella, como pretendían los jugadores del equipo paisa, tan promocionados en la presentación al estilo Real Madrid que se hizo a principios de temporada.

Después del gol de Mosquera Nacional no volvió a inquietar en el área de Barovero. Casi no llegó a las inmediaciones del número uno argentino. Lo buscó, es cierto, con Torres, con Mosquera, a esa altura lesionado. Con Pabón. Con todos. Pero nunca pudo progresar en un duelo de dientes apretados. Y Vélez, a pesar del nerviosismo que le había provocado el empate colombiano, terminó haciendo pie con los cambios de Ricardo Gareca. Un técnico ganador de verdad, que ahora espera a Santos o Bolívar en los cuartos de final de esta Copa. Una Copa de la que no beberá Nacional, ni siquiera para celebrar su 65° aniversario. Fue, a fin de cuentas, una frustración nacional. Aunque suene redundante.

Por Daniel Avellaneda / Corresponsal, Buenos Aires

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