Laura Rangel: una mujer imparable

Ya son 15 años los que Laura Rangel ha dedicado al deporte. Decidida a demostrarse a sí misma cuán lejos puede llegar, se ha permitido sobresalir en la serie de carreras Medio Ironman. Su próximo encuentro será en el mundial de Tennessee, en septiembre.

Paula Prins
26 de junio de 2017 - 02:31 a. m.
 Laura Rangel, quien competirá en el mundial de Medio Ironman en Chattanooga, Tennessee, en septiembre de este año.  / Archivo particular
Laura Rangel, quien competirá en el mundial de Medio Ironman en Chattanooga, Tennessee, en septiembre de este año. / Archivo particular

Cuando tenía siete años, entró al equipo de baloncesto del colegio Andino de Bogotá, pero ya en los juegos, las canastas no le entraban y la pelota parecía rebotarle más de la cuenta. Sin embargo, allí encontró dos personas que siempre la cuidaron, las mismas que le mostraron que si las cosas no sucedían como ella quería, era porque quizás algo mucho mejor le estaba esperando. Fueron sus profesores Martín Gracia y Olga Sánchez, quienes la incitaron a practicar atletismo. Ellos permanecían horas junto a esta pequeña niña, que poco a poco fue descubriendo su talento de la mano de ambos.

Para Laura Rangel, este par de docentes fueron la visión de su futuro, por lo que hoy en día los considera parte de su familia. Recuerda que cada vez que terminaba las clases salía corriendo a la pista de 800 metros que había en su colegio, no importaba que lloviera o el sol ardiera sobre sus hombros, lo que quería era demostrarse a sí misma su grandeza.

De repente, la niña que un día decidió ser atleta por seguir el consejo de sus maestros, a los 12 años se encontraba inscribiéndose en su primera competencia. Este fue uno de los eventos deportivos de la Uncoli (Unión de Colegios Internacionales), donde le demostró al público lo que era capaz de lograr mientras corría pistas que iban desde los 1.200 hasta los 2.000 metros.

El momento duro llegó tras un año de estar preparándose para participar en el Suramericano de Colegios Alemanes. Se lesionó dos semanas antes de la competencia. Fue allí donde algo surgió en ella, algo que inclusive desconocía. Encontró en sus debilidades sus mayores fortalezas. Estuvo lista para no dejarse vencer de las adversidades.

Optó por competir lesionada. Corrió tanto que era como si sus piernas se desprendieran de su cuerpo. Le dolían, pero sabía que debía darlo todo. Ocupó el tercer puesto y, con 15 años, supo que el poder de la mente era el que impulsaba sus piernas.

Después de superar esta crisis se encontró de nuevo con el profesor Martín Gracia. Él hacía triatlón, competencia que ella siempre pensó en practicar. Luego de la lesión, sintió que esa era su oportunidad. Entró en 2010 a Goodwillrunners, equipo donde se inició en esa nueva aventura. Fue una transición difícil, nunca se había sometido a una prueba igual a la que haría en ese momento en triatlón, competición donde la distancia más corta es de cinco kilómetros y se denomina sprint.

Al graduarse de bachillerato, con 17 años, comenzó el camino de la que es su otra pasión, la medicina. Se inclinó por la misma profesión que ejercía su abuelo paterno. Él siempre había sido su fuerza, inspiración y apoyo espiritual. Aunque no esté de forma presencial, cada vez que tiene un problema acude a él para encontrar una solución. El ritual de la atleta antes de iniciar una carrera consiste en cerrar los ojos y pensar en su abuelo, dibujar su rostro, imaginarlo sonriendo y diciéndole que todo estará bien.

Para ella, encontrar la manera de dividirse entre sus dos ocupaciones no es fácil. Su abuela es clave en ese proceso. Desde pequeña le ha enseñado la importancia de la disciplina para salir adelante. Por otro lado está su mamá, el miembro más extrovertido de la familia. “Para cada locura que tengo, mi mamá está ahí apoyándome”.

Con perseverancia se mantuvo compitiendo en triatlón en distancia olímpica y sprint durante casi cinco años. Participó en el Acuatlón de San Andrés y en el campeonato nacional de Milwaukee, Estados Unidos, dentro del grupo superedades en la categoría 16 a 19 años. Ahí clasificó al mundial de distancia olímpica en Edmonton, Canadá, en 2014, donde obtuvo el cuarto lugar.

Por sus tíos, quienes también practican triatlón como aficionados, conoció la competencia Ironman, que consta de 3,86 km de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera a pie (maratón).

Laura escogió empezar a hacer Medio Ironman 70.3 –una versión menos exigente que la original–, donde las distancias son 1,9 km de natación, 90 km de ciclismo y 21,1 km de atletismo. Su primera carrera fue en Puerto Rico, en categoría 20 a 24 años, en el 2015. En ese mismo año estuvo en el Medio Ironman de Miami.

Un año más tarde viajó a Cartagena, allí obtuvo el primer lugar de su categoría. La sorpresa más grande fue ver entre el público a su hermano, quien por primera vez asistía a una de sus competencias. Escuchar los aplausos de él y de su madre la reconfortaban en el recorrido. “Cuando pasé corriendo junto a ellos, ambos aplaudían, sentí que me desvanecía. Es un momento que conservaré por siempre”.

Gracias a ese logro, clasificó al mundial de Medio Ironman 70.3, que será en Chattanooga, Tennessee, en septiembre de este año.

Piensa que eso habría sido imposible sin el apoyo de su familia y su novio, el triatleta Andrés Mercado. Su respaldo incondicional es lo más valioso.

Después de estar en Cartagena compitió con él en el Medio Ironman de Lima. Allí sufrió una lesión y su novio decidió sacrificar su carrera para acompañarla. “Me dijo que no era capaz de dejarme atrás sabiendo que estaba lesionada, no le importaba ganar. Me esperó y llegamos juntos. Es una persona realmente especial”.

Ahora espera correr la Media Maratón de Bogotá en julio, el Mundial de Ciclismo en Boyacá y nuevamente correr el Medio Ironman de Cartagena, esperando ganar para lograr ir al mundial de Sudáfrica en 2018. Su meta es correr el Ironman completo el próximo año, el cual siempre se disputa en Hawai.

Lo más gratificante de esta experiencia es que en cada meta asume el reto de cumplirla. “Uno cree que las cosas son muy duras y lo logra. Aunque a veces vaya lesionada, creo en mí misma, en terminar una carrera y demostrarme que sí puedo”. Le hace feliz compartir con la gente que quiere. Cuando entrena junto a su novio lo disfruta, se relaja y se desahoga de todos sus miedos, todos los fantasmas que le pueden pasar por la mente quedan atrás.

Aunque lo más duro de competir en triatlón han sido las lesiones por las que ha pasado, hay otras situaciones complicadas que ha tenido que enfrentar, como que en Colombia no haya los espacios propicios para entrenar. “No hay respeto por las mujeres, si salgo a practicar siempre me chiflan o me observan de una manera incómoda. Hace poco iba montando bicicleta sola y un motociclista frenó, me pegó en la cola y luego aceleró. Son cosas que no motivan a las mujeres deportistas en el país. La falta de respeto es una cosa con la que a diario debo lidiar”. Para evitar estas situaciones, Laura Rangel se unió a la iniciativa de la Secretaría de la Mujer, que busca concientizar a la comunidad a través de una mesa de mujeres deportistas que estarán el 9 de julio exigiendo el respeto de cada una.

Todos los días agradece el poder dedicarse a lo que ama. Es duro despertar a las cuatro de la madrugada para entrenar, salir corriendo a clases, estudiar y, nuevamente, repetir el proceso al día siguiente. La confianza que tiene en sí misma se la debe a los quince años que lleva dedicando su vida a seguir sus instintos, forjar su talento y demostrarse que puede hacer mucho más de lo que en un inicio se creía capaz.

Por Paula Prins

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