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Caterine Ibargüen: La sonrisa dorada

Caterine Ibargüen se consagró la noche de este domingo como campeona olímpica en el salto triple. Anunció que intentará batir el récord mundial.

Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial a Río de Janeiro
15 de agosto de 2016 - 04:05 a. m.
Caterine Ibargüen levanta la bandera de Colombia. / AFP
Caterine Ibargüen levanta la bandera de Colombia. / AFP
Foto: EFE - Marcelo Sayão

Por primera vez en la historia, el Himno nacional de Colombia se cantará este lunes en un estadio olímpico. Esta noche, ante 50 mil personas, la antioqueña Caterine Ibargüen recibirá la medalla de oro como campeona del salto triple en los Juegos de Río 2016, pues la noche de este domingo, como se esperaba, confirmó que es la mejor del mundo en esa especialidad y con una marca de 15,17 metros se impuso en la prueba en la que ha reinado durante los últimos cuatro años.

Ella sabía que venía a su coronación y desde que pisó la pista actuó como la reina de la noche. El rey fue el jamaiquino Usaín Bolt, quien mientras la colombiana terminaba de celebrar, se impuso en la final de los 100 metros planos por tercera vez consecutiva. Será una velada inolvidable por la consagración de Caterine y por la séptima presea dorada del hombre más veloz de la historia.

Ibargüen comenzó a labrar su medalla desde la mañana del sábado, cuando apenas necesitó un salto para cumplir con la marca mínima, 14,52, y avanzar a la final. Pero alcanzar la gloria no es una cosa sencilla y tuvo que exigirse al máximo para lograr la vigésima tercera presea para nuestro país desde que el atleta Jorge Perry Villate defendió los colores patrios en Los Ángeles 1932, la cuarta dorada tras las que se colgaron la pesista María Isabel Urrutia en Sydney 2000, la bicicrosista Mariana Pajón en Londres 2012 y el también pesista Óscar Figueroa hace un par de días aquí en Río.

Aunque, a diferencia de esos otros tres campeones, Caterine sí dio la vuelta olímpica. Ellos se coronaron en coliseos pequeños, ante asistencias escasas, pero la antioqueña, de 32 años, lo hizo en el mejor escenario posible, en el que se disputa el deporte más importante de las justas.

Fue exactamente a las 8:08 p.m. hora colombiana, 10:08 p.m. en Brasil, cuando Caterine se convirtió oficialmente en campeona olímpica. La venezolana Yulimar Rojas, quien con apenas 20 años seguro heredará próximamente el trono de Ibargüen, saltó 14,95 metros en su sexto y último intento, con lo que consagró a la antioqueña. Tercera finalizó la kazaja Olga Rypakova, con 14,74.

Cinco de las ocho finalistas, entre ellas Caterine, hicieron sus mejores registros de la temporada, lo que demuestra que fue una final de alto nivel, nada que ver con la eliminatoria, en la que apenas tres atletas, de las 37 que se presentaron, lograron la marca mínima, por lo que nueve más avanzaron por arrastre.

Una vez se supo ganadora, Caterine cumplió con su salto final, de 14,80 metros, la misma distancia que hace cuatro años apenas le alcanzó para lograr la plata.

Después fue por una bandera tricolor que tenía lista en su maletín y comenzó la celebración. Primero abrazó a su técnico, el cubano Ubaldo Duany, quien perfeccionó su técnica y la puso a otro nivel. Luego se arrimó a la tribuna de los atletas y saludó a sus compañeros de equipo antes de iniciar, sombrero en mano, su paseo triunfal por el estadio.

Mandó besos a diestra y siniestra, repartió abrazos. Posó para las cámaras con esa sonrisa dorada que enamora y se despidió finalmente de la afición, que no paraba de aplaudirla.

“Es un sueño hecho realidad, el resultado de muchos años de esfuerzos y sacrificios. Esto no se logra de la noche a la mañana”, dijo Caterine apenas llegó a la zona mixta, llena de periodistas de todo el mundo que querían abordarla.

Luego agregó: “Estoy muy orgullosa de darle, aunque sea por un día, una alegría a mi país. Espero que este sea un granito de arena para que tengamos la mejor participación de nuestra historia”.

Les dedicó el triunfo a su madre y su abuela, pero también a su sobrina Angie, quien cumple años este lunes: “A Dios, que me ha iluminado siempre; a toda mi familia y a la gente del Urabá. A Colombia. Mi intención siempre ha sido mostrarle al mundo que en mi país hay mucho talento y con triunfos como este lo estamos logrando”.

Recordó sus dos títulos mundiales, en Moscú 2013 y Pekín 2015, así como la plata olímpica de Londres 2012, pero aseguró que “nada se compara con esto”.

Y eso que apenas este domingo escuchará el Himno en el estadio olímpico, ese que la ovacionó este domingo cuando el locutor oficial la presentó y que la aplaudía cada vez que iba a saltar o aparecía en las pantallas gigantes, que la siguieron para registrar cada detalle de su actuación.

Mostraron su figura estilizada y coqueta. Era la única competidora con maquillaje y que usaba cadena, pulsera y aretes. Y la que más rituales realizaba. Se ponía una licra roja luego de cada salto (los seis fueron válidos) con camiseta amarilla, azul o roja, prendas que se quitaba minutos después para estirar o preparar su siguiente intento.

Realmente fue una de las estrellas que más brillaron en la noche. De hecho, en el folleto que les entregan a los aficionados al ingresar al escenario, en el que está el programa de cada velada, aparece la imagen de la colombiana al lado de la de Bolt y Mo Farah, las grandes figuras del atletismo en el momento.

Cuando tuvo un respiro acudió a un salón privado y se encontró con algunos dirigentes amigos, que no se cansaban de destacar que el domingo 14 de agosto, fue el día más exitoso de nuestra historia olímpica, pues Yuberjen Martínez consiguió una plata y Caterine el oro.

Colombia llegó así a 23 medallas en las justas de verano, cuatro de oro, ocho de plata y 11 de bronce, en 21 participaciones.

En esta versión, la trigésima primera, nuestro país aparece en el puesto 17, con dos oros y dos platas, por encima incluso del país organizador, Brasil.

Este domingo podría haber una nueva alegría, con el ciclista Fernando Gaviria en el ómnium. Quedan, además, las participaciones de la luchadora Jackeline Rentería, doble medallista olímpica de bronce, y la campeonísima Mariana Pajón, con quienes Colombia podría redondear una participación brillante, aparte de que clasificó a 148 atletas, casi el 50 % más que a Londres 2012, otro indicador claro del progreso de nuestro deporte.

Esta noche se entonará el Himno de Colombia en los Juegos Olímpicos y Caterine volverá a brillar. Recibirá un justo premio a tantos años de lucha, pero aunque había dicho que el oro sería “la cereza en el pastel” para una exitosa carrera, ya anunció que seguirá buscando nuevos retos: “Hay Caterine para rato. Ahora viene el récord mundial. No sé si me alcance para ir a Tokio 2020, pero ahora mismo no es algo que me preocupe. Quiero disfrutar de este momento, compartir mi alegría con mi gente y descansar un poco, porque llevo mucho tiempo trabajando duro para llegar a Río en la mejor condición posible y darle a mi país un nuevo oro. Lo logré, me puedo ir tranquila, pero no del atletismo, sino a descansar”.

Por Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial a Río de Janeiro

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