Cuando los hombres creían que las mujeres no eran capaces de correr un maratón

El 19 de abril de 1967, Katherine Switzer completó el maratón de Boston. Ese día forjó el destino de las mujeres atletas del mundo.

Redacción Deportiva
16 de mayo de 2015 - 10:10 p. m.
libertaddigital.com / libertaddigital.com
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Cuando Katherine Switzer empezó a correr a los 12 años, lo hizo porque anhelaba participar del equipo de hockey sobre hierba de su escuela. Sin embargo, no imaginó que cambiaría la historia del atletismo femenino en el mundo entero años más tarde.

"Mi papá me animó para que corriera una milla al día. Yo era una niña flaca e insegura, y cuando corrí esa milla, aunque nunca entré al equipo de hockey, me convertí en una persona muy empoderada", recuerda Switzer.

Con el paso de los meses Kathe, como le decían sus amigos y familiares, ya no corría una milla, sino dos, luego tres y así sucesivamente. Por eso cuando cumplió 20 años y tuvo la oportunidad de conocer a Arnie Briggs, uno de los entrenadores del equipo de cross-country masculino de la Universidad de Syracusa en Nueva York, le hizo una propuesta que lo dejó atónito.

"Quiero correr el maratón de Boston", le dijo Switzer al instructor deportivo. "Él me respondió sin titubear que las mujeres no podían correr ese tipo de competencias", añade. "Ni las mujeres mismas entendían que ellas tenían la capacidad. Tenían los temores de todo lo anticuado de las señoritas, que se agrandaran las piernas, que les saliera un gran bigote, que el útero se cayera. Finalmente, y luego de discutir por un largo rato, Arnie me dijo que si le mostraba en la práctica que podía correr la distancia del maratón -26 millas y 385 yardas (algo más de 42 kilómetros)-, el mismo se convertiría en la primera persona en llevar una mujer a una competencia de este tipo", relata la atleta acerca de la manera en que logró acceder a la histórica carrera.

Cuando hicieron la prueba, Katherine recorrió 31 millas (49 kilómetros) y el instructor tuvo que inscribirla en la carrera tal como lo había prometido. "No había nada sobre restricciones de género en el reglamento ni tampoco en el formulario. Pagué los dos dólares y me inscribí con mis iniciales. Los organizadores supusieron que era un hombre y me dieron el número 261. Fue memorable", recuerda la alemana que actualmente tiene 68 años.

El gran día del maratón

El 19 de abril de 1967, día del Maratón de Boston, Katherine Switzer estaba a punto de forjar el destino de las mujeres corredoras en Estados Unidos y el resto del mundo.

En las horas de la mañana estaba nevando con un terrible viento de frente y por eso Katherine no pudo exhibir una bonita camiseta que llevaba puesta. "Estaba tan frío que no fui capaz de quitarme mi pesado suéter de entrenamiento. Empecé a correr así. Las primeras dos millas estuvieron fantásticas. Pero la prensa me vio desde afuera, y se volvieron locos: "¡Una chica en la carrera! ¡Tiene un número!", gritaban. Y también nos tomaban fotos", recuerda la europea.

Lo que vino después permite entender la importancia de lo hecho por esta atleta. "Nosotros respondimos saludando con la mano, ya que era simplemente un instante mediático. Pero de repente, escuché detrás de mí el sonido de unos zapatos de cuero, claramente no eran zapatos para trotar. Y vi a este hombre, un juez de la carrera, clavándome una mirada furiosa. Fue aterrador. Me tomó por los hombros y me empujó hacia abajo, y trató de quitarme el número del pecho", relata una emocionada Switzer.

"Sal de mi maldita carrera y entrégame esos números, me dijo el comisario. Y aunque me dio mucho miedo, mi novio lo tomó y sacó de fuera de la carrera. Sin embargo, sobre la milla 21 la rabia me invadió. Uno no puede correr largo si está enfadado, pero sabía que tenía que terminar esta carrera así sea fuera sobre mis manos y mis pies, porque si no la terminaba nadie creería que las mujeres puedieran hacer esto, que las mujeres debían estar aquí", agrega con una sorisa.

Cuando Katherine terminó los 42 kilómetros, sintió que tenía un plan de vida, una meta y un propósito para cumplir. Se sintió plena porque sabía que había corrido su primera carrera bajo las circunstancias más difíciles, y después de eso nada más sería tan duro.

"A partir de ese día organizamos más de 400 carreras en 27 países, y usamos las estadísticas de esos eventos para hacer lobby ante el Comité Olímpico Internacional, hasta que logramos incluir a la competencia el maratón femenino, en 1984. Sabemos que si logramos empoderar a las mujeres podemos hacer cualquier cosa", concluye esta leyenda del atletismo femenino.

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Por Redacción Deportiva

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