Daniela Mendoza, la reina de Nanjing

Siendo juvenil, la caleña de 18 años fue la gran figura de la selección colombiana, que consiguió en China su título 14 del mundo. Perfil.

Luis Guillermo Montenegro
22 de septiembre de 2016 - 04:31 a. m.
 Daniela Mendoza Caldas, quíntuple campeona mundial de patinaje en Nanjing, China. / Mauricio Alvarado
Daniela Mendoza Caldas, quíntuple campeona mundial de patinaje en Nanjing, China. / Mauricio Alvarado
Foto: MAURICIO ALVARADO

El patinaje llegó a la vida de Daniela Mendoza como cura para sus problemas médicos. Con apenas cinco años de edad, se le dificultaba respirar y eso le estaba generando múltiples problemas en su cuerpo, así que la recomendación del pediatra para Walter y Lucero, los padres de Daniela, fue que su hija practicara algún deporte. Entre muchas opciones, la pequeña eligió el patinaje, pues María Camila, una de sus amigas de infancia, tenía ese hobby. Pero lo que comenzó como una obligación para sentirse bien, terminó siendo su mayor pasión. Hoy, con 18 años, Daniela es una de las grandes promesas del patinaje de velocidad. De hecho, fue la deportista que más medallas ganó en el Campeonato Mundial que se disputó a comienzos de este mes en Nanjing, China, con cinco oros.

Desde el primer día que se subió en unos patines, Daniela se sintió cómoda. No importaron las caídas ni los momentos de llanto tras echarse isodine en las heridas. La sensación de ir rápido y que el viento pegara con fuerza en su cara, era todo para ella. Luego llegaron los triunfos, las medallas, y eso la motivó a meterse de lleno en el deporte. Ya no lo hacía para distraerse, sino para crecer como patinadora y llegar a ser de las mejores del mundo. “Yo veía a la Chechi Baena, Andrés Felipe Muñoz y Jercy Puello y quería imitarlos, seguir sus pasos”, le cuenta a El Espectador esta caleña, que perfectamente podría llegar a ser como sus ídolos.

En su colegio, el Philadelphia Internacional de Cali, apoyaron su talento y le permitieron darle prioridad al patinaje. Claro que debía cumplir con todas las obligaciones académicas, pero cuando necesitaba tiempo para preparar una competencia, podía fallar. Luz Mery Tristán, campeona del mundo en patinaje en los años 90, fue su profesora y a la que hoy agradece. “Es literalmente mi mamá. Está conmigo desde que tengo uso de razón y lo que soy en el patinaje, es en parte gracias a ella”, reconoce Daniela, quien actualmente no entrena con Tristán, porque lo hace con el equipo de la Liga del Valle.

En 2015, Daniela se graduó del colegio y antes de iniciar una carrera profesional optó, con el apoyo de sus padres, por dedicarle estos años al patinaje, ganarse un cupo en la selección nacional e ir al Mundial de Nanjing. Dio cada uno de los pasos que se necesitan para llegar a la selección. Primero obtuvo grandes resultados a nivel local, luego clasificó al selectivo y de ahí se ganó uno de los cupos para integrar el equipo nacional. “En el selectivo éramos veinte y solo elegían a tres. Fueron cuatro días de competencias muy duras, en los que hay tanta presión que uno se vuelve muy sensible y llora por todo. Es un estrés bastante complicado, pues en los cuatro días pasa de todo. En los entrenos uno está mamado de hacerlo, pero el querer lograr tus sueños es lo que te hace seguir”, recuerda.

Ya con el uniforme de la tricolor, Daniela partió a su primer Mundial con el objetivo de colgarse por lo menos una medalla en la categoría juvenil, pero todo salió bien y hasta ella misma se sorprendió al lograr cinco preseas de oro, convirtiéndose en la deportista de la delegación nacional con más metales dorados, por encima de los de la categoría mayores. “Aún no lo creo, ¿será que estoy soñando?”, se pregunta la caleña, que sabe que aunque ha comenzado muy bien su carrera, pero hay mucho más por ganar. “Siempre digo que uno tiene que disfrutar las cosas pero debe tener los pies en la tierra. Las cosas se me han dado de buena manera, pero tengo claro que a veces se gana y otras no. Me queda un año de juvenil, espero representar a Colombia en 2017 y luego llegar a mayores, que es aún más duro. Voy bien, pero falta mucho”.

Aparte de llegar mucho más lejos en el patinaje, Daniela sueña con estudiar Ingeniería Ambiental y en el ámbito académico ser tan destacada como en el deportivo.

Por Luis Guillermo Montenegro

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