Medallas como semillas

En Río de Janeiro Colombia redondeó su mejor participación en unos Juegos Olímpicos con ocho medallas, tres de ellas de oro, y 22 diplomas. Estos logros, que no pueden nublar la realidad de todo el deporte nacional, deberán servirles a las autoridades para ponerse el overol del liderazgo, crear estructura organizativa y generar desarrollo en las bases.

Pablo de Narváez, Especial para El Espectador
31 de agosto de 2016 - 09:37 p. m.
Caterine Ibargüen celebra la obtención de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río. Foto: AFP
Caterine Ibargüen celebra la obtención de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río. Foto: AFP

Lo realizado por Colombia en Río 2016 demuestra el talento y la casta de los deportistas colombianos y también el gran crecimiento en el deporte competitivo. Se obtuvieron ocho medallas, tres de oro, dos de plata y tres de bronce, y 22 diplomas olímpicos. El objetivo de posicionar a Colombia en el mundo a través del deporte, la única política deportiva que existe en el país, se está logrando. Desde Sídney 2000 hasta Río 2016 se consiguieron 21 de las 27 medallas de la historia olímpica en 7 deportes, todos individuales: pesas, ciclismo (BMX y ruta), judo, boxeo, atletismo (velocidad y salto triple), taekwondo y lucha.

“Hay muchas perspectivas para observar esta coyuntura. Si es superficial y matemática de contar el número de medallas ganadas es indudable la mejora. Ahora, afirmar que es consecuencia de una política de Estado, o sea, de una estructura organizada, sólida y pensada a futuro, eso no es cierto”, dice Alfonso Martín, filósofo, docente, ex decano de la Facultad de Educación Física de la Universidad Pedagógica y expresidente de la Liga de Gimnasia de Bogotá.

Luego de los Olímpicos de Atlanta 1996, en los que Colombia ganó un diploma, los recursos para el deporte han ido aumentado considerable y progresivamente. En 2016 cerca de 37.000 millones de pesos se destinaron a la preparación de los deportistas que compitieron en Río y a su apoyo metodológico, biomédico y logístico, al pago de entrenadores, a los estímulos económicos para los medallistas y entrenadores, a las federaciones nacionales y al programa de apoyo Deportista Excelencia que cuenta con 235 atletas divididos en cinco niveles (Juvenil, Ascenso, Avanzado, Élite y Áltius) dependiendo de sus resultados, desde ser top 5 en el ranking panamericano juvenil hasta ser campeón mundial de mayores. El estímulo económico mensual (desde 1.5 hasta 6 salarios mínimos legales vigentes) está sujeto al nivel, dinero que gastan en arriendos, complementos de alimentación, indumentaria deportiva, estudios. “El programa Deportista Excelencia procura tener beneficiados a los atletas de más alto nivel de resultados dentro de la estrategia que busca darles más garantías a quienes se perfilan a mejorar nuestro posicionamiento y liderazgo deportivo”, dice Carlos Iván Bermeo, ex director técnico de Posicionamiento y Liderazgo Deportivo de Coldeportes. Por ser medallistas olímpicos y campeones del mundo a los deportistas y a sus entrenadores también se les otorgan por ley estímulos económicos adicionales.

El Comité Olímpico Colombiano (COC) viene implementando acciones en el alto rendimiento priorizando determinados deportes en los que hay fortalezas y posibilidades de triunfo, contratando entrenadores extranjeros de alto nivel para esos deportes, brindando a los atletas preparación, acceso a medicina deportiva y a equipos interdisciplinarios de ciencias del deporte, y planificando su fogueo y su competencia en el ámbito internacional. “En Río comenzó el gran desarrollo de nuestro deporte, que ya había venido mostrando grandes progresos. Con buenos presupuestos es la única forma de salir adelante”, afirma Ciro Solano, integrante del Comité Olímpico y jefe de emisión de Colombia en Río 2016.

El capital económico es muy importante. Sin embargo tener una política deportiva integral es más que invertir dinero y beneficiar a la élite. ¿Qué está pasando con el resto de la pirámide, con los demás deportistas que no están dentro del programa Deportista Excelencia pero que son también prospectos, con los estímulos para los que ganan diplomas olímpicos, con la detección de talentos y la reserva deportiva, con la gestión de las entidades del deporte asociado (federaciones, ligas y clubes) y la de los entes municipales y departamentales, con el deporte formativo y las escuelas de formación, con las inversiones y el funcionamiento de los escenarios, con el desarrollo en las regiones más apartadas, con los entrenadores, con los deportes colectivos, con los deportes individuales que no son olímpicos, con la inspección de los dineros malgastados por algunos dirigentes en viáticos y viajes?

“Son muchos los componentes que influyen en el deporte de altos logros que se deben analizar para saber si verdaderamente obedecen a un plan sistemático de desarrollo o no”, aporta Esnel González, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte de la Escuela Nacional del Deporte.

Pilares

Se ha dicho que a partir de 1996 el gobierno empezó a ver el deporte como un tema de Estado. ¿Por qué entonces luego de veinte años aún no existe un programa de detección de talentos ni una reserva deportiva? En el Plan Decenal del Deporte 2009 - 2019 se encuentra el objetivo estratégico “Colombia una potencia deportiva continental”, en el que se está trabajando. Allí, entre otros puntos, se habla de “establecer un sistema de detección de talentos y preparación de reservas estratégicas para el deporte de altos logros”. Pero este apartado no existe.

Los Juegos Supérate son un programa de competencias académicas, deportivas y de jornadas complementarias creado por Coldeportes con una inversión anual de 50.000 millones de pesos. Son una especie de juegos intercolegiados que lo han vendido como la plataforma de detección de talentos. Supérate no obedece a un proceso de selección con unos lineamientos técnicos claros utilizados uniformemente en todo el país ni con el apoyo consistente que incluya a esos talentos en un programa formativo que los guíe y prepare en el camino hacia el profesionalismo.

Para el marchista Luis Fernando López, la política de Estado es clara: mostrar el progreso del país a través del deporte de alto rendimiento. “Ahora, creo que eso tiene que ser revaluado pensando en las futuras generaciones, porque si bien existe Supérate, que entrega 40 millones al ganador condonables en estudio, los deportistas no tienen supervisión ni evaluación constante para armar una reserva deportiva. El premio es bueno pero el fondo no”.

Santiago Ramos, licenciado en educación física y docente investigador de la Universidad de Caldas, considera que crear estructura es construir cimientos. “Indudablemente los recursos para el deporte han crecido. Sin embargo siguen siendo insuficientes y desequilibrados sobre todo para formar las bases que son muy grandes y a las cuales no les llegan esos beneficios económicos. En la iniciación y captación de talentos cada escuela deportiva, cada club, cada liga hace las cosas como a bien tiene, y se cometen errores, como la especialización precoz o el salto de etapas”.

Tendría que haber una política publica de apoyo a las escuelas de formación deportiva particulares y a las que crean los entes deportivos municipales. Para Juan Marcelino Unigarro, secretario de Deportes de Nariño de 2008 a 2012, “sería excelente y vital que el máximo organismo del deporte tuviera un contacto directo con las escuelas de formación deportiva, que les brindaran apoyo, acompañamiento y asesoría en la organización, en las herramientas que necesitan, y en la supervisión de su plan pedagógico-deportivo. Hoy cada una es una isla y el Estado está totalmente ausente”.

En cuanto al Programa Deportista Excelencia –al que ingresarán 150 deportistas más anunció hace unos días Clara Luz Roldán, directora de Coldeportes, una excelente noticia–, no es continuo en ninguno de sus niveles, ni siquiera en el Juvenil. El huilense Esteban Soto, el mejor marchista colombiano en Río 2016, terminó en el noveno lugar, fue retirado del programa en diciembre de 2015 por no lograr los resultados esperados. Su papá financió el viaje –los padres de familia son el principal motor en las etapas formativas en el deporte colombiano– a República Checa, en donde consiguió la marca para poder participar en los Olímpicos.

“Lastimosamente el sistema es así, los resultados mandan. Deberían darnos la confianza que necesitamos para entrenar y competir, y esperar un poco cuando en algún momento no conseguimos las marcas”, afirma Soto, quien también integra el Programa 40x40 del IDRD. Justamente los entes departamentales y municipales del deporte, que tienen recursos gracias a los impuestos a la telefonía móvil y al tabaco, también ejecutan programas de estímulos a la obtención de logros para los mismos deportistas del Programa Deportista Excelencia.

Liderazgo

El deporte asociado, la rama privada del deporte, está liderado por el COC, del que se ramifican federaciones, ligas y clubes, entidades de carácter privado y sin ánimo de lucro. Esta es la fábrica en la que se cuecen los deportistas y sus procesos deportivos. La otra pata del deporte es la pública representada por Coldeportes. Ambas lideran el Sistema Nacional del Deporte. Aunque el caudal generado por el Comité Olímpico gracias a la alianza con sus patrocinadores ha aumentado en los últimos años, sigue siendo una entidad que no es autosuficiente y que depende del Estado. Y no alcanza a cubrir sus necesidades. “En Colombia el Estado regenta la mayoría de deportes con partidas insuficientes. La inmensa mayoría de las ligas y las federaciones no producen gran cantidad de ingresos por gestión propia. El deporte asociado no hace lo que debiera, estira la mano esperando a que le den. Si el progreso deportivo depende de lo que el otro te proporcione, nunca va a ver desarrollo”, resalta Alfonso Martín.

Además lo que reciben las federaciones –algunas de ellas manejadas por personas cuyos intereses personales priman sobre los comunes y en las que no existe una verdadera inspección, vigilancia y control público– varía cada año imposibilitándoles hacer una planeación a largo plazo. El ente rector del olimpismo nacional tampoco acompaña ni supervisa los procesos de las federaciones, ni estás los de las ligas. Un círculo vicioso. “La mayoría de las federaciones cumplen con asistir a los eventos del calendario internacional de su deporte y organizar sus torneos internos. Muy pocas trabajan en la formación pensando en los relevos”, manifiesta Luis Fernando López.

“Coldeportes y el COC deberían hacer reuniones con los presidentes de ligas y federaciones y sus comisiones técnicas, e involucrarse en lo que cada una necesita para fortalecerse y crecer. Saber cómo y para dónde vamos. Solamente nos reúnen cada vez que necesitan votos y a comienzos de año cuando nos presentan el proyecto de la distribución de la plata”, expresa Óscar Bautista, presidente de la Federación Colombiana de Balonmano.

En los años en que Juan Marcelino Unigarro fue secretario de Deportes de Nariño nunca fueron convocados por el Comité Olímpico a una reunión para escuchar qué pensaban, como tampoco lo hicieron con la secretaría municipal de deportes. Si hubiera un matrimonio y no un divorcio entre el Coldeportes, COC, las ligas deportivas y las entidades territoriales, los resultados serían mejores. “El COC recibe a los deportistas ya formados luego de años de un esfuerzo muy grande, y termina sacando pecho por los logros internacionales que consiguen. ¿Pero dónde nacen esos deportistas? En el barrio, en la vereda, luego pasa a un club, luego a una liga. Si tuviera el interés de conocer todo el proceso de cómo se construyen, se forman y cómo llegaron hasta allá, las cosas serían diferentes”.

Ejemplo y plataforma

La Federación Colombiana de Rugby es una de las pocas federaciones que son ejemplos de buena gestión, a pesar de no ser un deporte priorizado con chances de medallas o títulos mundiales. En Río 2016 participaron Las Tucanes, la selección femenina de rugby, el único deporte de conjunto además del fútbol que ha clasificado a unos Juegos Olímpicos por Colombia, sin tener casi escenarios, sin estar aún en el programa de Juegos Nacionales y con dos años a penas en los Juegos Intercolegiados.

Fundada en 2012, sus dirigentes han viajado por el mundo, aprendido de diferentes países y copiado la estructura del rugby argentino con clubes muy fuertes y un buen sistema competitivo. “Tenemos políticas claras del orden nacional en el alto rendimiento y en masificación y desarrollo. Esas políticas se bajan a través de entrenadores capacitados, mediante documentos orientadores, a las ligas y a las regiones que activan la práctica”, dice Andrés Gómez, presidente de la Federación Colombiana de Rugby, desde la que han sabido vender un producto, comercializarlo y mercadearlo para generar ingresos, pues entendieron que no pueden quedarse mendigando la asignación estatal. También reciben un gran apoyo por la seriedad de su proyecto de la International Rugby Board.

Además del 10% para el alto rendimiento, Coldeportes invierte de los 450.000 millones de pesos de su presupuesto, cerca del 70% en infraestructura deportiva. El resto va para programas de actividad física, recreación, fomento, deporte social comunitario y aprovechamiento del tiempo libre, que buscan promover el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos, y contribuir a la salud pública, a la educación y a la cultura. Su labor más importante y prioritaria. “Su responsabilidad de garantizar el derecho social al deporte a todos los colombianos no la han cumplido, quizás porque se ha quedado apuntándole a generarle prestigio al país y al gobierno de turno fijando su atención en el deporte competitivo”, dice Hernando Ayala, periodista y director del Programa Deporte Visible 2020 de gobernanza deportiva.

Según Carlos Eduardo Vargas, doctor en ciencias del deporte y director del Centro de Investigación SFBD (Sport & Freizeit Beratung Dienst), “la política pública del deporte no debe desconocer el papel del deporte de alto rendi¬miento pero tampoco hacerlo prevalecer como el único modelo por promover y apoyar. Debe abrir espacio a otros modelos con gran importancia sociopolítica”.

Volviendo al tema de los escenarios, es sabido que en Valle, Antioquia, Bogotá y Bolívar –cuyos proceso deportivos además son marcadamente desiguales entre ellos y con respecto a las demás regiones–, existe una buena infraestructura deportiva. Allí se trasladan muchos deportistas de otros departamentos para prepararse y vivir. En el resto de regiones hace falta mucho por hacer. En Argentina pasa algo parecido. “Debemos armar una estructura para el interior del país, que es de dónde vienen el 93 por ciento de los deportistas. No podemos desarraigar a los deportistas. Buenos Aires puede ser el punto final, pero no el único”, declara Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino, en entrevista con La Nación, luego de Río 2016.

La descentralización de los recursos para el deporte con la creación de los entes municipales y departamentales en la Constitución de 1991 fue una idea buena. Un problema que sufren las regiones es que quienes administran esos dineros a veces no tienen la formación suficiente, o son engañados o terminan tentados y dilapidando esos dineros. También existe la politiquería, la falta de planeación y la corrupción en la contratación pública. Ejemplos hay bastantes: los Juegos Nacionales de San Andrés 2008, ciudad en la que aún no han acabado de construir los escenarios, igual en los Juegos Nacionales de Ibagué 2015, en los que se detectaron gravísimas irregularidades en la contratación que están siendo investigadas, o la construcción del estadio de béisbol en Quibdó, ubicado en una zona en la que ni siquiera hay alcantarillado.

El alto rendimiento es una consecuencia del desarrollo que se realiza en las bases y en las regiones, de las que surgen la inmensa mayoría de los deportistas colombianos. ¿Por qué aún no se ha hecho el mapa especializando las regiones dependiendo de sus fortalezas y del biotipo de sus deportistas, lo que sería un salto de calidad poderoso? Por ejemplo, atletismo en Urabá, una mina de oro de talento de la que han brotado campeones mundiales y olímpicos y que no ha tenido la atención que merece ni del Estado ni de las autoridades deportivas. “Descontando Turbo, en donde funciona el Centro Deportivo, en los demás municipios la liga de atletismo no cuenta con implementación adecuada como jabalinas, discos, ni los chicos con tenis para correr. Tampoco tenemos capacitaciones de alto nivel para nuestros entrenadores”, dice Wilder Zapata, coordinador de deportes del Municipio de Apartadó; o en Chigorodó, tierra natal de Yuberjén Martínez, no hay un coliseo de boxeo profesional como denunció Wilber Blanco, uno de los formadores del talentoso boxeador.

Escuela

Justamente la falta de escenarios lleva a que en algunos deportes los clubes no crezcan ni se fortalezcan. “Un ejemplo es el Club Tigres de Balonmano de Bogotá, que se reúne los fines de semana en el Salitre a entrenar en un rincón porque no tienen unas instalaciones para organizarse”, comenta Óscar Bautista. Una solución puede ser integrar a los colegios que tengan escenarios y convertirlos en aliados de los deportes, de las ligas y de los clubes, así como a las cajas de compensación; crear fórmulas y alianzas para ir construyendo una estructura en la que los niños puedan acercarse al deporte e imitar a los ídolos colombianos que ven por TV. Para eso se necesita mandato de las autoridades deportivas y también del Ministerio de Educación.

Estados Unidos es la principal potencia deportiva del mundo, primero en el cuadro de medallero en Río 2016. “La fórmula allí es clara. No necesitan que exóticos filántropos o clarividentes entrenadores que se fijen por azar en un niño o una niña talentosos. Para eso está el sistema educativo, que en casi todos los rincones del país tiene un potente módulo deportivo. Así, la propia actividad escolar permite desde temprana edad seleccionar a los mejores en sus sitios de estudio”, escribe el periodista y director de El Malpensante, Andrés Hoyos, en su columna en El Espectador.

“Ahora que andamos pensando en el posconflicto, ¿no habrá por ahí un alma caritativa que les explique a los insignes pedagogos del Ministerio de Educación las virtudes de robustecer progresivamente el andamiaje deportivo de la educación? Que se formalicen y se financien toda suerte de juegos intercolegiales, que haya canchas y dotaciones mínimas en cada colegio para los deportes más populares. Lo que todavía no se puede decir es que lo de Río de Janeiro sea un triunfo colectivo”, agrega Hoyos.

La mayoría de deportistas colombianos vienen de hogares humildes, muchos no han completado su etapa académica, “porque ni en los colegios ni en las universidades se los acoge con un pensum especial. Por eso terminan retirándose del deporte o del estudio”, dice Camila Andrade, estudiante de la Universidad Piloto y nadadora juvenil. Con la única institución educativa con la que Coldeportes tiene convenio para que el deportista pueda estudiar, sea del nivel que sea, es con la Escuela Nacional de Deporte. “Sería muy bueno tener otras opciones e impulsar al deporte universitario y también escolar como plataforma de desarrollo”, dice Andrade.

Para establecer una política deportiva integral y más incluyente, además de lo que se ha anotado, habría que sostener sin importar los resultados a los beneficiarios del Programa Deportista Excelencia, profesionalizar la labor de entrenador deportivo con contratos anuales, dándoles el valor que tienen; no disminuir cada vez que comienza un año la asignación presupuestal al alto rendimiento, crear una ley nacional de pensiones para las glorias más acorde con sus resultados y para los deportista en general en la que no tengan que esperar a cumplir los 55 años para jubilarse y estén protegidos luego del retiro o de una lesión o accidente; crear una ley que cubra a los deportistas que compiten en los Juegos Bolivarianos en adelante con la seguridad social como cotizantes independientes, establecer una política de estímulos para que la empresa privada invierta más en el deporte, lo que no se ha terminado de lograr de manera potente por medio de la excepción de impuestos estipulada en la Ley 181 del Deporte de 1995; actualizar la Ley 181 que luego de un año de haber sido presentada en el Congreso está archivada, que haya voluntad política real para sacarla adelante, y que no se quede en una colcha de retazos sin directriz ni marco. 

“Falta mucho apoyo. Yo tuve una gran preparación, por eso mi seguridad al competir. Pero considero que no tengo que ser solo la prioridad de Coldeportes y del Comité Olímpico. Todos necesitan el mismo trato sea cuando tienen aspiraciones de medalla o cuando solamente tienen el sueño de conseguirla o de competir”, declaró Caterine Ibargüen luego de ganar la medalla de oro olímpica en salto triple. “Nos hemos hecho solos en este bonito y duro deporte con la ayuda de pocos”, anotó Winner Anacona, ciclista profesional en sus redes sociales en respuesta a un tuit del presidente Juan Manuel Santos. El deporte de las bielas es uno de los más populares y con mayor arraigo histórico y cultural en el país, sin embargo el apoyo que reciben los jóvenes en su proceso de formación no está a la par de esa importancia.

“El alto rendimiento está siendo manejado de una muy buena forma. Coldeportes ha ayudado en el rendimiento y el alto rendimiento cuando los deportistas ya están hechos, pero el apoyo en formación aún no es completo y hace falta más compromiso”, dice Clara Luz Roldán, directora de Coldeportes. Para Baltazar Medina, presidente del Comité Olímpico Colombiano, “estos logros deben sensibilizar a quienes toman la decisiones en favor del deporte, que tienen una gran responsabilidad a futuro, sobre todo en la parte presupuestal para mantener los resultados y el posicionamiento a nivel internacional. Solo así se garantizará la sostenibilidad de los procesos deportivos”. Y agrega: “Además se debe mejorar y cualificar la gestión del deporte y de sus autoridades buscando que cada vez los dirigentes estén más capacitadas, y sean transparentes y honestos, porque a veces nos encontramos con personas que no saben administrar bien los recursos del deporte. El problema no es la falta de dinero, sino como se están administrando”.

Para Esnel González, en Colombia hay un avance significativo en el desarrollo de los eventos deportivos y los procesos en el alto rendimiento. “Pero no estoy tan seguro que ese desarrollo vaya a tener una tendencia al ascenso. Para eso hay que resolver la integración de los niños y los jóvenes a la práctica deportiva, la cualificación de los entrenadores sobre todo aquellos que trabajan en la formación y la organización del deporte formativo y creación de las reservas deportivas que generarían un cambio generacional sensible, clave en el futuro”.

Es importante que los logros de Río 2016 no nublen la realidad del deporte colombiano en todas sus aristas. Las autoridades le están apuntando a ganar medallas y a posicionar la bandera del país en el exterior. La deuda está en la raíz, en el liderazgo, gestión, intervención y articulación de los organismos deportivos y ministerios afines para echarle agua a las semillas y construir una estructura que catapulte al deporte colombiano a un desarrollo planeado y sostenible.

Por Pablo de Narváez, Especial para El Espectador

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