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Óscar Figueroa, el dirigente

El pesista, ganador en los 62 kilogramos de las pesas, en Río 2016 se tomará dos años de descanso para terminar su carrera académica, luego decidirá si va a Tokio 2020 como deportista o directivo.

Luis Guillermo Montenegro
16 de agosto de 2016 - 02:55 a. m.
Óscar Figueroa y su hermano Wilson miran la portada de El Espectador del pasado 8 de agosto. / Jimmy Pachón - Coldeportes
Óscar Figueroa y su hermano Wilson miran la portada de El Espectador del pasado 8 de agosto. / Jimmy Pachón - Coldeportes

Óscar Figueroa habla con autoridad, como siempre lo ha hecho. La medalla de oro colgada en su cuello le da motivos para exigir más y para demostrar que tenía razón. Que aunque lo llegaron a tildar de cansón —por constantemente pedirles a los directivos mayor respaldo—, se ha salido con la suya y gracias a ese apoyo por parte de Coldeportes, el Comité Olímpico Colombiano y la Federación Colombiana de Pesas, hoy en día es el mejor del mundo en la categoría de los 62 kilogramos. “Yo soy defensor del buen trato a los deportistas y no tengo nada malo que decir ahora. El apoyo fue a tiempo y por eso los resultados. Hoy se demuestra que en lo que yo pedía tenía la razón”, confesó el antioqueño de 33 años, quien se tomará dos años de descanso y ahí sí determinará si se prepara para Tokio 2020 o inicia su camino como dirigente deportivo, que es para lo que está estudiando.

En sus primeras palabras en Colombia, tras su hazaña en Río 2016, se mostró muy feliz e igual de nostálgico a aquel día que se subió a lo más alto del podio y oyó el Himno de Colombia. Los ojos se le humedecieron al recordar el camino que tuvo que recorrer para cosechar ese oro y especialmente cuando se reencontró con su hermano Wilson, quien es militar del Comando Conjunto Suroriente Número , y con quien no se veía desde hace más de año y medio.

Pero El Espectador sorprendió al doble medallista olímpico al entregarle postales de su gesta en Rio. “Qué belleza”, exclamó al ver la portada de este diario al otro día de su triunfo. “Nos ganamos el Óscar”, fue el titular, el cual le causó sorpresa y emoción. Luego le mostró a su hermano, con quien estuvo reunido en un salón del Comité Olímpico Colombiano, hablando por varios minutos.

“Para mí ha sido un gran honor y una gran satisfacción esto tras 22 años de carrera. Gracias a Dios he logrado este objetivo al lado de los míos”, dijo, haciendo referencia a su entrenador Oswaldo Pinilla, a quien considera un padre, que no sólo le enseña sobre una plataforma, sino a ser una buena persona. Y ahí envió su primer mensaje sobre lo que se debería hacer desde la parte dirigencial con los entrenadores nacionales, algo que será uno de su objetivos el día que tenga la oportunidad de ser directivo. “Espero que el COC y Coldeportes valoren a los entrenadores colombianos. No soy xenofóbico, pero en las pesas los entrenadores colombianos son los dueños de todos nuestros resultados. Es algo por lo que he venido luchando. Recuerden el significado del amarillo, azul y rojo, hagámosle honor a esa bandera. Creamos en Colombia. Entre más culturas conozco, más quiero a mi país y a nuestro talento”, comentó.

“Ojalá haya mil Óscar Figueroa y así vamos a ganarle a todo el mundo en las pesas. A los rusos, a los chinos, a todos. Tenemos a un campeón que vale oro”, dijo un emocionado Oswaldo Pinilla, quien afirmó que espera seguir al frente del seleccionado de levantamiento de pesas para mejorar en Tokio la participación en Río, en la que su balance fue de una medalla de oro y seis diplomas olímpicos. “Si comenzamos la preparación para Tokio desde ya, y no un año antes de esas justas, estoy seguro de que los diplomas olímpicos podrán convertirse en oros”, enfatizó Figueroa.

Según el campeón olímpico, “no estamos lejos de las potencias. Además, tenemos un relevo generacional muy interesante en las pesas”. También confesó que va a tomar un descanso de dos años, va a terminar sus estudios, posteriormente comenzará una maestría en gestión pública y después le gustaría iniciar formalmente su carrera como directivo. “Necesitamos dirigentes deportivos de mi nivel, pero hay que educarse”, finalizó, antes de partir rumbo a su amado Valle del Cauca.

Por Luis Guillermo Montenegro

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