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Óscar Figueroa: oro sólido

El pesista vallecaucano se subió a lo más alto del podio en Río de Janeiro en la categoría de los 62 kilogramos.

Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial a Río de Janeiro
09 de agosto de 2016 - 03:38 a. m.
El pesista colombiano Óscar Figueroa lloró como niño chiquito cuando recibió la medalla de oro en los Olímpicos de Río de Janeiro. / AFP
El pesista colombiano Óscar Figueroa lloró como niño chiquito cuando recibió la medalla de oro en los Olímpicos de Río de Janeiro. / AFP
Foto: AFP - GOH CHAI HIN

Colombia vivió este lunes en la noche el momento más bonito de su historia olímpica. Óscar Figueroa conquistó la medalla de oro olímpico en la categoría de los 62 kilogramos del levantamiento de pesas y puso a celebrar a todo el país.

Su conmovedora celebración, llorando de rodillas mientras besaba los discos y la barra que lo consagraron, emocionó a sus 44 millones de compatriotas, representados por no menos de 400 hinchas con camisetas amarillas en el pabellón 2 de Riocentro, que desde una hora antes de la competencia parecía el estadio Metropolitano de Barranquilla.

Se veía venir el tercer oro tricolor en Juegos Olímpicos, luego de los de María Isabel Urrutia en 2000 y Mariana Pajón en 2012. Por eso, nadie faltó a la cita. Todos los miembros de la delegación nacional llegaron cargados de buena energía y corearon constantemente el nombre de Figueroa, ante la mirada sorprendida de los aficionados brasileños y algunos chinos que venían a apoyar a su gran estrella, Lijun Chen, campeón mundial en 2013 y 2015, quien llegaba como favorito.

Pero desde el comienzo de la prueba, Figueroa sacó a relucir su experiencia, así como la de sus entrenadores, Oswaldo Pinilla y José Óliver Ruiz. En el arranque fue contundente. Levantó fácilmente 137 kilos en su primer intento y luego hizo 142, los mismos que el indonesio Eko Yuli Irawan, quien lideraba la prueba.

Y la suerte que le faltó a Colombia el sábado en la prueba de ciclismo en ruta, cuando Sergio Luis Henao se cayó a 10 kilómetros de la meta, apareció, pues Lijun Chen falló sus dos primeros movimientos por problemas físicos y se retiró.

Óscar terminó el arranque en el primer lugar, beneficiado por su menor peso corporal con respecto a Irawan. El tercero, el kazajo Farkhad Kharki, ya estaba muy lejos, con 135 kilos.

En el receso el grito de “¡Colombia!” retumbó en el coliseo, en el que políticos, empresarios, dirigentes deportivos y aficionados comenzaban a planear la celebración, porque Figueroa, nacido en Zaragoza, Antioquia, el 27 de abril de 1983, pero vallecaucano de crianza y de corazón, se veía muy sólido.

Y lo confirmó en el envión. Con una estrategia perfecta. Hizo su primer levantamiento con 170 kilos y aseguró el bronce, pues superó a los pesistas que ya habían terminado. Fallaron dos veces más el indonesio y el kazajo, mientras que Óscar Figueroa se apuntó 176 kilos, para convertirse en el mejor deportista olímpico de la historia de Colombia, pues el orazo de este lune se le sumó a la muy meritoria plata de hace cuatro años en Londres. En Pekín 2008 se lesionó en la primera ronda y en Atenas 2004 había sido quinto, en la categoría de 56 kilogramos.

“Dijeron que estaba viejo, pero demostré que no, que con trabajo, disciplina y dedicación se pueden cumplir todas las metas”, aseguró justo después de recibir su medalla y escuchar el Himno nacional.

Y aunque mientras celebraba su victoria se quitó las zapatillas y las puso en el escenario, lo que en las pesas simboliza el retiro, después advirtió: “De repente me siento bien y con ganas de ir a Tokio 2020, pero por ahora mi prioridad será terminar los estudios de administración de empresas”, lo que significa que no tiene planeado volver a competir.

Y si Figueroa (un hombre temperamental y frentero, que se ha quejado por la falta de apoyo a los deportistas) hablaba antes, imagínenselo ahora. Desde este lunes se encargó de dejar en claro que su voz debe ser escuchada: “Este es un premio a 22 años de carrera, de lucha, de sacrificios, de incomprensiones a veces, porque la gente cree que uno molesta y se queja mucho, pero lo hace por el bien del deporte, porque quiere que las cosas se hagan bien. Tuve problemas con la dirigencia deportiva, pero ya se han superado”.

“Lo que logramos hoy se llama excelencia. Se lo agradezco a todo mi cuerpo, a mis entrenadores, a mi familia, a mis compañeros, pero también a Coldeportes, que en este último tiempo ha sido magnífico conmigo y con las pesas, así como el Comité Olímpico. Ahora nada más le pido al Gobierno que nos sigan apoyando, que nos hagan en Cali el gran centro de alto rendimiento deportivo Óscar Figueroa, para que no tengamos los deportistas que estar sufriendo traumatismos cada vez que la Federación tiene problemas económicos, muchas veces generados por dirigentes corruptos”, aseguró después un poco más tranquilo, cuando recibió la felicitación de sus amigos cercanos y de algunos familiares, entre ellos su madre, Hermelinda, que vinieron a Río de Janeiro para acompañarlo.

Eso sí, la chispa se le volvió a prender cuando un periodista extranjero trató de referirse a la violencia y la mala imagen de Colombia. “No, a mí no me hagan preguntas de doble sentido, yo estoy aquí para que se hable bien de mi país, para que ustedes vean lo bueno”, señalo de inmediato, amable pero vehemente.

Ahí está pintado Óscar Figueroa, un rebelde con causa que a punta de esfuerzo se ganó un puesto en el olimpo del deporte colombiano, incluso del deporte mundial.

 

Por Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial a Río de Janeiro

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