Rusia podría quedar este domingo excluida de los Olímpicos de Río: se los llevó el Putin

Tras el escándalo de dopaje, orquestado desde el gobierno, ya fueron marginados 68 atletas, pero el COI podría anunciar su expulsión total.

Olga Lucía Barona Torres
24 de julio de 2016 - 02:00 a. m.
Yelena Isinbáyeva es la principal estrella rusa que se quedó por fuera de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.  / AFP
Yelena Isinbáyeva es la principal estrella rusa que se quedó por fuera de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. / AFP
Foto: AFP - ALEXANDER KISILEV

A 12 días del comienzo de los Juegos de Río de Janeiro, el movimiento olímpico vive uno de sus momentos de mayor vergüenza con el escándalo de dopaje de los deportista rusos, promovido desde el mismísimo gobierno. Después del revuelo mundial por los alcances insospechados de la corrupción en el interior de la FIFA, una vez más el deporte se ve salpicado de trampa, artimañas e intereses oscuros que desdibujan su esencia.

Y es que la semana deportiva no pudo comenzar de peor manera. Un anuncio lamentable: “El Estado ruso, a través de su Ministerio de Deportes y con la asistencia de la policía secreta (FSB), organizó entre finales de 2011 y agosto de 2015 un sistema que podríamos llamar metodología de los positivos que desaparecen, para proteger a los deportistas sometidos a dopaje organizado”.

Esta fulminante conclusión fue a la que llegó Richard McLaren, un abogado de Toronto, que por pedido de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), comenzó en mayo una investigación para comprobar las acusaciones de manipulación publicadas por The New York Times por el exdirector del laboratorio antidopaje de los Juegos de Invierno de Sochi 2014. Se cuenta cómo en 2010 el Estado, preocupado por los malos resultados de los Juegos de Invierno de Vancouver 2010, elaboró su metodología para manipular las muestras de orina en los laboratorios antidopaje. El presidente ruso, Vladimir Putin, nombró entonces a un viceministro encargado de supervisar el sistema, que reportaba a su ministro, Vitaly Mutko.

El relato de la investigación puede sonar hasta con tintes de ciencia ficción, con la seguridad de que ya un libretista de Hollywood está trabajando en una película. Pues resulta que meses antes de cada evento, los técnicos rusos designaban a los deportistas que tendrían mayores posibilidades de medallas para someterlos a sus macabros planes. No debían preocuparse por que los controles fueran de competición, ya que en el laboratorio de Moscú, donde se analizarían las muestras, estaba todo bajo control.

Durante las pruebas, el laboratorio actuaba bajo control independiente de la AMA. Se cambiaban las muestras de los frascos antes de que se analizaran. A los posibles ganadores se les pedía, meses antes, congelar orina limpia. Estas muestras llegaban al laboratorio de Sochi, donde en horas de la noche expertos de la FSB abrían los frascos con muestras reales y cambiaban la orina.

Según lo reveló el diario El País de España, el director, Grigory Rodchenkov analizaba las muestras y cuando daba con un positivo consultaba con la agencia antidopaje, Rusada, para saber a quién correspondía. Después informaba al viceministro ruso de Deportes, Yuri Nagornykh: “Tal deportista ha dado positivo”. El político sólo le podía responder con una palabra en código de las dos de que disponía: salva (negativo) o cuarentena (positivo).

Y aquí viene la perla mayor: “Durante un gran evento, como los Juegos de Invierno de Sochi, el FSB (antiguo KGB) construyó un edificio adjunto al laboratorio antidopaje, ajeno al control de los inspectores de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Esta construcción estaba comunicada mediante un agujero, no mayor que una madriguera de ratón, con el cuarto en el que Rodchenkov realizaba el reparto de las partes alícuotas de la orina para los controles en horario de día. Las madrugadas las dedicaba a pasar a través de la ratonera los frascos de muestras de deportistas que el Ministerio le había comunicado que se habían dopado al cuarto de la FSB. Aunque los frascos sólo se identificaban por un código, Rodchenkov sabía a quiénes correspondían, pues los deportistas habían tomado subrepticiamente fotos de los frascos al rellenarlos y se las habían enviado por Whatsapp”, relató el periodista Carlos Arribas, experto en el tema.

Una vez conocidas estas escabrosas manipulaciones, el Comité Olímpico Internacional anunció una exhaustiva investigación y este domingo le anunciará al mundo si decide expulsar a toda la delegación de Rusia de Río de Janeiro, luego de ya dejar por fuera a 68 atletas. El panorama no es el más alentador para los rusos, pues este viernes el COI confirmó que el análisis de la segunda tanda de muestras recogidas entre los Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012 reveló 45 nuevos positivos por dopaje.

Además de la pena por la trampa, los aficionados se privarán de ver a algunos de los mejor atletas del mundo, como la saltadora de pértiga Yelena Isinbáyeva, quien tras este batacazo está considerando su retiro: “No tiene sentido seguir entrenando, gracias por enterrar el atletismo, esto es puramente político”.

Rusia es la segunda potencia mundial en atletismo. En Londres 2012 logró 17 preseas y sólo fue superada por Estados Unidos. Fue cuarta en el medallero general, con 82 metales, 24 dorados. En sus nueve participaciones olímpicas, Rusia ha ganado 404 medallas, 134 de oro, 125 de plata y 145 de bronce. ¿Cuántas de ellas con trampa? Es la pregunta que hoy todos se hacen.

Rusia no sería el primer país en quedar por fuera de unas justas olímpicas, aunque sí el primero por dopaje. En un ambiente de posguerra y por razones de carácter político, en 1920, la Unión Soviética fue excluida de Amberes, en Bélgica. A Alemania y Japón les ocurrió lo mismo en Londres 1948, pues sus deportistas estaban vetados tras la Segunda Guerra. En 1964 no se le permitió competir a Sudáfrica en Tokio por el régimen del apartheid.

Pero claro, también hay que recordar la palabra boicot en los Juegos de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984. Estados Unidos no asistió a las justas en Rusia como forma de protesta por la invasión soviética de Afganistán. Y en la siguiente cita, en suelo estadounidense, la Unión Soviética tomó su revancha y tampoco fue.

El dopaje ruso, que también se extiende a los Mundiales de Atletismo por supuesto, tocó de carambola a Colombia con una buena noticia. El marchista Luis Fernando López, quien en las justas de Daegu, Corea del Sur, en 2011 se había colgado la medalla de bronce en los 20 kilómetros marcha, terminó siendo el ganador del oro, luego de que los dos primeros, los rusos Valeri Borchin y Vladimir Kanaikin fueran despojados de sus títulos por dopaje.

Una cadena de escándalos que parece no tener fin. Este domingo, tras la reunión del COI con las federaciones internacionales para determinar si expulsan o no a Rusia, el deporte mundial podría vivir una jornada más de un duelo y los Olímpicos de Río de Janeiro un tropiezo más en su camino largo y espinoso desde que fue designada como sede.

Por Olga Lucía Barona Torres

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