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Tibaduiza, el imbatible

Ganó la San Silvestre en 1977 y es el único atleta colombiano que ha subido cuatro veces al podio de los Juegos Panamericanos. Hoy vive en Estados Unidos.

Ricardo Ávila Palacios
22 de septiembre de 2014 - 02:12 a. m.
De bigote, a la derecha, Domingo Tibaduiza, en los Panamericanos de Caracas en 1983. / Archivo
De bigote, a la derecha, Domingo Tibaduiza, en los Panamericanos de Caracas en 1983. / Archivo

Es increíble. Han transcurrido 36 años y las marcas nacionales del boyacense Domingo Enrique Tibaduiza Reyes (Sogamoso, 22 de noviembre de 1949) en 5.000 (13:29.07 minutos) y 10.000 metros (27:53.02), logradas en Zúrich y Viena respectivamente, con dos meses de diferencia, siguen vigentes. Esta circunstancia habla muy mal de sus sucesores, que han sido incapaces de superar al mejor fondista en la historia del atletismo colombiano.

Se trata de dos guarismos de alto nivel competitivo que aún figuran en el registro de las mejores marcas de todos los tiempos en el ranquin suramericano: al 15 de septiembre de 2014, la de 5.000 estaba en el octavo lugar del escalafón, mientras la de los 10.000 aparecía en el quinto. El brasileño Marilson Gomes es el dueño de las marcas suramericanas en estas distancias, con registros de 13:19.43 (8 de junio de 2006) y 27:28.12 (2 de junio de 2007) respectivamente.

A modo de ejemplo, el récord mundial más antiguo, en masculino, tiene una vigencia de 28 años y está en poder del alemán Jürgen Schult, quien el 6 de junio de 1986 lanzó el disco a 74,08 metros y ya le arrebató el récord de longevidad al legendario estadounidense Jesse Owens con su plusmarca de longitud establecida con un salto de 8,13 metros. Owens batió aquel récord el 25 de mayo de 1935 y su marca perduró hasta el 12 de agosto de 1960, es decir, 25 años y 79 días, hasta que su compatriota Ralph Boston la batió con 8,21.

En pista cubierta, Carl Lewis tiene el récord absoluto de longevidad. El 27 de enero de 1984, dos años antes de la plusmarca de Schult, saltó 8,79 metros y su registro perdura todavía en las listas. En categoría femenina, el récord más viejo (tres años más que el de Schult) es el de 800 metros establecido por la entonces checoslovaca Jarmila Kratochvilova, el 26 de julio de 1983, con un tiempo de 1:53.28.

Gran mérito de Tibaduiza, el imbatible, quien desde Reno, Nevada (EE.UU.), donde vive, rememora que el 11 de junio de 1978, en el estadio de Viena (Austria), se celebró un festival atlético organizado por un magnate local de las comunicaciones que convocó a los mejores atletas del momento. Ese día Tiba —su nombre artístico en las pistas— corrió como una liebre. Durante la primera mitad de los 10.000 metros marcó un ritmo prefijado de carrera y resguardó del viento al llamado “dios de los estadios”, el keniata Henry Rono, quien observaba atento al colombiano contratado por el magnate de marras, cuyo nombre ha quedado en el olvido, con el objetivo de que ayudara a Rono a navegar en la pista para romper la marca mundial.

Y la liebre, como se llama en atletismo a los encargados de marcar el ritmo de carrera, cumplió con la tarea encomendada. Aquella segunda semana de junio, Rono comenzaría a completar una hazaña hasta ahora inigualable en la historia de las carreras de fondo: en apenas 81 días estableció cuatro récords mundiales (10.000, 5.000 y 3.000 metros, así como los 3.000 metros con obstáculos). En los 10.000 metros impuso 27:22.47, Tiba finalizó segundo, a 31 segundos del récord de Rono, que permaneció indestronable hasta el 2 de julio de 1984, cuado el portugués Fernando Memede fijó 27:13.81. El récord progresó hasta los 26:17:53, impuesto en 2005 por el etíope Kenenisa Bekele, hoy vigente.

***

Tiba salió a la palestra al debutar con dos títulos en el Nacional Juvenil de 1968 en Cartago (Valle), donde impuso nuevas marcas en los 3.000 (8:53.5) y los 1.500 metros (4:08.8). Su primer título internacional lo consiguió en octubre de 1970 en los VI Juegos Bolivarianos de Caracas, al vencer en los 10.000 metros con nuevo registro bolivariano de 31:23.8. A mediados de los setenta viajó a Estados Unidos para vincularse a la Universidad de Nevada, donde durante un lustro logró sostenerse con una beca y lavando platos en restaurantes. Así se graduó como máster en educación física. Durante muchos años fue entrenador de atletismo en ese campus.

Su carrera tuvo tres temporadas brillantes: 1975, por su consagración en los Juegos Panamericanos; 1978, por sus marcas nacionales yo comentadas, y 1983, por sus triunfos en la Segunda Maratón Internacional de Manila, la maratón de San Diego y los 10 kilómetros de la Carrera Internacional de Campeones de México. De su triunfo en Manila nunca olvida que recibió la distinción de manos del dictador Ferdinand Marcos, presidente de Filipinas entre 1965 y 1986. “Entonces, a través mío, mi patrocinador le hizo llegar un regalo de su propia marca y cuando se lo entregué me invitó al Palacio Presidencial y terminé cenando con él y su esposa, Imelda, la famosa señora de los 3.000 pares de zapatos”, recuerda Tiba.

Su única victoria en la tradicional carrera de San Silvestre fue en 1977: recorrió los 8.900 metros en 23 minutos y 50 segundos, derrotó al alemán Karl Fleschen y se convirtió en el tercer colombiano en imponerse en la tradicional prueba paulista. “Veinte minutos antes de terminar el año 76 se dio la desenfrenada partida a la San Silvestre. Me ubiqué bien en el primer grupo en la bajada y los primeros columpios, y al comienzo de la subida en la avenida Consolación hice un cambio fuerte de velocidad que no aguantó ninguno de mis rivales. Entré al último kilómetro sobre la avenida Paulista con más de 100 metros de ventaja. Había tenido suerte ya que durante la carrera llovió, bajando la temperatura de manera considerable, y eso me facilitó la victoria en San Silvestre con un guarismo de 23.50 minutos. Creo que fue una de las victorias más fáciles de mi carrera deportiva y tal vez la que más recuerda la gente, si no la única. Al podio subimos junto con Jairo Cubillos, quinto lugar”, evoca.

Una marca muy recordada de Tiba la logró en 1983 en la maratón de New York, donde finalizó octavo y consiguió un registro que permaneció incólume durante 13 años: 2 horas, 11 minutos y 21 segundos, que en 1996 fue batido por Carlos Mario Grisales (undécimo en los olímpicos de Atlanta), quien borró el récord nacional de Tibaduiza al parar el reloj en 2:11.17 en su participación en la maratón de Boston, guiado por su entrenador, Álvaro Mejía.

La temporada del 83 también fue importante por su victoria en la maratón de Berlín (Alemania). Días antes, Tiba había terminado segundo en la maratón de Toronto (Canadá).

En los Juegos Panamericanos de 1975, en México, Tiba se colgó el metal dorado en los 5.000 metros planos (14.02). Por una exhalación superó al mexicano-estadounidense Theodore Castaneda (14:03.20). También dejó atrás a un gigante de la época, el mexicano Rodolfo Gómez (14:05.25). Es decir, derrotó a los anfitriones, que daban por descontada la victoria. Además fue el primer colombiano que en este deporte consiguió dos preseas en una misma edición de los Juegos Panamericanos, pues fue tercero en los 10.000 metros (29:25.45); el manito Gómez llegó segundo (29:21.22). Ambos fueron derrotados por Luis Hernández (México), con registro de 29:18.28.

En los Panamericanos de Caracas-83 obtuvo plata y bronce en los 5.000 (13:59.68) y 10.000 metros (29:17.12), respectivamente. Hasta el momento, es el único corredor colombiano que ha conseguido cuatro medallas en la máxima justa deportiva de América.

ravila@elespectador.com

 

Por Ricardo Ávila Palacios

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