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“A Tokio voy a ir por el oro”: Carlos Ramírez

El bicicrosista paisa, de 22 años de edad, terminó tercero. Colombia llegó a ocho preseas y confirmó la mejor actuación de su historia.

Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial a Río de Janeiro
20 de agosto de 2016 - 03:49 a. m.
Carlos Alberto Ramírez y su medalla de bronce en los Olímpicos de Río. / EFE
Carlos Alberto Ramírez y su medalla de bronce en los Olímpicos de Río. / EFE
Foto: EFE - FAZRY ISMAIL

“Carlos Alberto Ramírez Yepes, medallista olímpico”, le dicen. Y él apenas se ríe. “Dígalo otra vez, otra vez, suena bonito”, responde con la voz entrecortada.

“Todavía no me lo puedo creer”, admitió el antioqueño de 22 años, tercero en el bicicrós masculino en los Juegos de Río de Janeiro, que terminan este domingo y en los que él conquistó la octava medalla para Colombia, una con la que nadie contaba.

“Esto es para mi familia. Mi mamá, mi papá, mis hermano, mis primos. Es por ellos que estoy acá, que no desistí y seguí en la lucha”, le dijo el pedalista a El Espectador, en la zona mixta del BMX Center, un escenario en el municipio de Deodoro, cerca de Río, pero que este viernes parecía que estuviera ubicado en pleno centro de Medellín.

“Yo esto me lo creeré cuando llegue a mi casa con la medalla, ahora es todavía un sueño. Sabía que podía llegar a la final, meterme entre los ocho. Ya ahí todo era ganancia”, señaló el aguerrido bicicrosista paisa, quien explicó las claves de su éxito: “Estábamos saliendo mal, pero teníamos confianza en remontar, en las cuevas fui muy agresivo todo el día y eso me había dado buenos resultados. En la final no me desesperé, traté de ser inteligente. En la recta final sentí que empujé con el alma, pero solo sentí que tenía la medalla cuando apareció en el tablero”.

Ramírez llegó hace doce años al bicicrós por puro accidente. Pasaba por la pista Antonio Roldán, de Medellín, mientras se realizaba allí un campeonato. Se enamoró del ambiente y la adrenalina que generaban esas carreras y desde entonces vive para ellas.

“Apenas terminé el bachillerato, porque me dediqué de lleno a esto. Así nos toca a los deportistas si queremos llegar lejos. No hay manera de combinar varias cosas, porque no termina una haciendo nada bien”, aseguró Ramírez, campeón mundial junior en 2012.

También afirmó que “una de las claves de mi medalla es que hice todo el proceso con Mariana Pajón y Carlos Oquendo. Ellos me enseñaron cómo correr a este nivel, me prepararon y me transmitieron su experiencia. Algo que en estos días valoré mucho”.

El paisa, de 65 kilos de peso y 1,78 metros de estatura, aseguró que “esto es lo más grande que ha pasado en mi carrera, pero en Tokio 2020 voy a ir por la de oro. Hoy me di cuenta de que puedo ganar lo que sea y que todos mis esfuerzos han valido la pena. Me cambió la vida”.

Y eso que estuvo a punto de retirarse en 2015. “Estaba frustrado, porque no fue un buen año, tuve muchos altibajos y no se me dieron los resultados”, explicó.

Menos mal que tampoco tenía claro qué ponerse a hacer y eso ayudó a que siguiera entrenando. “Tenía pensado ponerme a estudiar medicina, pero lo dudé porque eso es muy duro, más bien después haré una carrera que tenga que ver con administración”, confesó.

Ramírez se fue a la ceremonia de premiación, en la que estuvo al lado del estadounidense Connor Fields y el holandés Jelle Van Gorkon. Luego se abrazó con su técnico, Germán Medina.

A diferencia de Mariana, salió más rápido y pudo ir a saludar a sus familiares, quienes lo esperaban a la salida del escenario.

“No sé cómo vamos a celebrar, pero lo haremos, no todos los días se gana una medalla olímpica”, dijo entre risas, mientras le anunciaban que el Comité Olímpico Internacional había confirmado ya el bronce para el pesista Luis Javier Mosquera, otro nuevo héroe del deporte nacional.

Por Luis Guillermo Ordóñez Olano, Enviado especial a Río de Janeiro

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