Publicidad

Ozzie Guillén: "Nunca he llorado como ahora"

En una concurrida rueda de prensa, el venezolano se retractó de sus recientes comentarios sobre Fidel Castro. Se trata de un nuevo capítulo de la relación entre deporte y política.

Redacción Deportiva
10 de abril de 2012 - 09:01 p. m.

Hay una historia, innegable, entre el deporte y la política. Una historia obvia, por otra parte. “Pretender que el deporte —que mueve masas y emociones como ninguna otra actividad humana— se mantenga al margen de la política —que es el oficio de manipular esas emociones y esas masas— es una ingenuidad”, escribió Juan Gabriel Vásquez, columnista de este diario, hace algunas semanas. Y completó: “Pero además es indeseable: puesto a decir quién hizo avanzar más los derechos civiles de los negros, uno no podría escoger entre Martin Luther King y Mohammed Ali”.

Un improbable último capítulo lo escribió el venezolano Ozzie Guillén, mánager de los Marlins de Miami. En unas declaraciones a la revista Time, Guillén afirmó: “Amo a Fidel Castro”. Luego añadiría: “Respeto a Fidel Castro. ¿Sabe por qué? Mucha gente ha tratado de matarlo durante los últimos 60 años, pero ese hijo de… todavía está ahí”. El piloto de la organización de la Florida no expresaba tal vez una simpatía ideológica, sino la admiración a la duración del régimen.

Sin embargo, en Miami no cayó bien. El alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Giménez, pidió “una posición decisiva”, es decir, un despido, aunque no reclamó de forma explícita la renuncia de Guillén. A él le siguieron los comisionados Joe Martínez y Francis Suárez, que sí pidieron la dimisión. Una posición más extrema tomó el grupo de exiliados Vigilia Mambisa, que planea boicotear los partidos de los Marlins para forzar la expulsión del mánager. “Estamos en total desacuerdo con la opinión de Ozzie Guillén, que consideramos una provocación en contra de las comunidades cubana y venezolana”, señaló Miguel Saavedra, presidente de la organización.

Lo cierto es que, más allá de las voces de protesta, los Marlins decidieron suspender el sueldo y el cargo de Guillén durante cinco partidos. “El dolor y el sufrimiento causado por Fidel Castro no pueden ser minimizados, especialmente en una comunidad con numerosas víctimas del dictador”, expresó el equipo de béisbol mediante un comunicado. A su vez, el venezolano convocó una rueda de prensa en el nuevo Marlins Park. “Estoy aquí para pedir perdón por haber herido a las comunidades cubana y venezolana”, afirmó. Y entonces aclaró, con tono de retractado: “No lo admiro. Una persona que ha hecho tanto daño no tengo por qué admirarla”. Señaló que también había “traicionado” a sus “amigos cubanos”, peloteros que ha dirigido o con los que ha compartido. Cuando le preguntaron si era chavista, dijo que trabajaba para la empresa Polar y que escribía para El Universal, periódico opositor. No recordó su polémica celebración de hace unos años, cuando gritó “Viva Chávez” para festejar el triunfo de los Medias Blancas de Chicago en la Serie Mundial de 2005.

Julio Pabón, columnista del Huffington Post, en la sección Latino Voices, recordó ése y otros desvaríos (como cuando afirmó, dirigiendo a la mencionada organización de Illinois, que “nuestros fanáticos no son estúpidos como los de los Cachorros”) y escribió: “ése es Ozzie Guillén”. Al final, luego de mencionar los extremos del exilio cubano, el puertorriqueño zanjó: “No estoy defendiéndolo, ni defendiendo ninguna causa política. Sólo quiero aclarar que Ozzie no sabe de nada excepto de béisbol”.

Más allá de eso, la polémica desatada por Guillén recuerda otros capítulos, más conscientes y más álgidos, de los tiempos recientes. No sólo está el famoso episodio de Mohammed Ali, que se rebeló contra todo, empezando por su nombre, y quien, durante la guerra de Vietnam, y al oponerse a alistarse con el ejército norteamericano, afirmó: “No voy a pelear con el Vietcong (la organización armada del país asiático que resistía a Estados Unidos)… ellos nunca me llamaron negro”.

Con ocasión de la Cumbre de las Américas a realizarse en Cartagena, habría que recordar que Diego Maradona, en el encuentro que se llevó a cabo en Mar del Plata, hace ya siete años, encabezó una marcha de protesta contra el entonces presidente estadounidense, George Bush. “Creo que los argentinos tenemos que repudiar que vaya a nuestro país y yo voy a ser el primero en estar en esa marcha que hay el día 4 en Mar del Plata para repudiar a Bush. Voy a ir con mi hija junto a otros muchos argentinos, porque nos desprecia y nos pisa y, sin embargo, cree que nosotros tenemos que estar a sus pies. Yo no. ¿Quién se cree que es él? Los argentinos tenemos muchos defectos, pero la dignidad la tenemos todavía y no nos entregamos”, afirmó en aquel entonces el argentino.

Y aunque a Maradona no lo censuraron (el presidente mexicano de la época, Vicente Fox, apenas lo tildó de ser “una cabeza llena de humo”), llama la atención que, en el país que más vocifera sobre la libertad de expresión, una visión distinta haya sido puesta en la picota (y que las víctimas de la censura se hayan puesto en el mismo lugar de los antiguos victimarios). Una visión o un malentendido, que vuelve a tener al deporte de por medio.

Por Redacción Deportiva

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar