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A renacer de sus cenizas

Luego del rotundo fracaso en su Mundial, Brasil tendrá que comenzar una nueva era. Ya no se trata de escoger entre el ‘jogo bonito’ y el fútbol práctico, sino de volver a ser competitivos.

Luis Guillermo Ordóñez /Río de Janeiro, Brasil
14 de julio de 2014 - 02:00 a. m.
En Brasil 2014, la ‘canarinha’ sumó un rendimiento de 52,4%, el más bajo en 40 años. / EFE
En Brasil 2014, la ‘canarinha’ sumó un rendimiento de 52,4%, el más bajo en 40 años. / EFE
Foto: EFE - Fernando Bizerra Jr.

La derrota 3-0 ante Holanda en el partido por el tercer lugar contribuyó para que Brasil sumara la menor cantidad de puntos en un Mundial desde la cita de Alemania 1974. Con apenas tres triunfos y dos empates en siete partidos, la seleçao tuvo un rendimiento del 52,4%, levemente superior al 52,3% de la Copa Mundo de hace 40 años, cuando también terminó en el cuarto puesto.

En territorio teutón, Brasil perdió dos partidos consecutivos, con Holanda y Polonia, al igual que ahora frente a Alemania y la selección naranja. Esas han sido las dos únicas oportunidades en las que el scratch ha sufrido dos caídas seguidas en sus 20 participaciones en copas del mundo. Como si fuera poco, esta fue la primera vez que encadenó dos derrotas en serie en condición de local.

En este Mundial de 2014, Brasil se estrenó con una victoria 3-1 sobre Croacia, en la que comenzó a despertar dudas. Luego igualó con México sin goles y cerró la primera fase con un triunfo 4-1 ante Camerún. Sufrió luego en octavos de final contra Chile, con el que igualó 1-1, aunque pasó en la definición por penaltis. Venció con angustia a Colombia 2-1 en cuartos y luego cayó humillada 7-1 ante Alemania, en la semifinal, antes de despedirse con otra caída, la del sábado ante Holanda, 3-0.

Terminó con 11 puntos de 21 posibles, 11 goles a favor y 14 en contra, por lo que todos los medios coinciden en calificar la actuación del equipo de Luiz Felipe Scolari como “catastrófica, decepcionante y vergonzosa”. Para el exvolante Mauro Silva, campeón mundial en Corea-Japón 2002, “el grupo de jugadores, la mayoría muy jóvenes, no aguantó la presión de ser favorito y se derrumbó anímicamente apenas comenzó a encontrar problemas”.

El técnico Scolari, por su parte, explica que “el susto ante Alemania acabó con nuestra Copa, pero volvimos a semifinales”, tratando de calmar las críticas y justificando la pobre actuación de su equipo, que tenía la misión de borrar con una victoria contundente, como en la Copa de las Confederaciones del año pasado, el fantasma del Maracanazo, la derrota ante Uruguay en la final de 1950.

Pero en lo que coinciden todos los amantes de la pelota en este país es en que Brasil tendrá que reconstruir su fútbol, renacer de las cenizas que le deja esta fatídica derrota y volverse a inventar. La discusión ya no es si deben apostarle al famoso jogo bonito, con el que se ganaron la admiración de todo el mundo hasta 1986, o si tienen que seguir con el estilo práctico y resultadista que los llevó a la conquista de los títulos de 1994 y 2002.

Ahora, Brasil necesita volver a ser competitivo a como dé lugar. Recuperar el prestigio que en este Mundial quedó por el piso. Demostrar que sigue siendo el país del fútbol y por qué ha ganado cinco títulos. Sus dirigentes, técnicos, futbolistas y periodistas siguen en shock y todavía no se atreven a señalar caminos.

La mayoría pide la renuncia de Felipão, quien se mantiene firme en el cargo. Algunos mencionaron la posibilidad de volverle a ofrecer la selección a Pep Guardiola, como en 2012. Y casi todos coinciden en que se necesita un técnico extranjero para darle un nuevo aire al balompié del gigante suramericano.

Pase lo que pase, Brasil volverá, de eso no cabe duda. La pregunta es cuándo. En este 2014 tendrá cuatro compromisos más, en los que previsiblemente comenzará una nueva era. El 5 de septiembre enfrentará a Colombia en Miami y cuatro días después se verá con Ecuador en Nueva Jersey. El 11 de octubre jugará en Pekín, China, contra Argentina y el 12 de diciembre tiene previsto un duelo contra Turquía, en Estambul.

Por Luis Guillermo Ordóñez /Río de Janeiro, Brasil

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