“El tenis aún me hace feliz”: Rafael Nadal

Tras un 2015 irregular, el tenista español se siente ilusionado y espera recuperar la confianza de años atrás.

Alejandro Ciriza, “El País”
02 de enero de 2016 - 07:19 p. m.
Rafael Nadal, tenista número cinco del ranquin de la ATP. / AFP
Rafael Nadal, tenista número cinco del ranquin de la ATP. / AFP

En 2015, el año que terminó el jueves, Rafael Nadal se cruzó con un adversario insólito. No estaba al otro lado de la red, sino en su propia mente, en el bastión de su extensa retahíla de éxitos. Por primera vez, su armazón psicológico ha sido vulnerable a la ansiedad y los nervios, dos términos desconocidos hasta hace poco en su diccionario. Pese al carrusel emocional y las derrotas, más frecuentes de lo habitual, el ganador de 14 grandes nunca vuelve la cara ante la adversidad y ahora afronta este 2016 repuesto, con síntomas esperanzadores de juego.

El anterior fue un año muy difícil para usted, pero al final lo ha cerrado en línea ascendente, en clara progresión. ¿Confiaba realmente en poder revertir la situación?

A pesar de que las cosas vayan mal, yo soy siempre una persona positiva y siempre espero que todo pueda ir mejor. Evidentemente, conforme pasaban los meses y torneos que en teoría eran favorables para mí, y no conseguía sacar buenos resultados, todo se iba complicando un poco más. He trabajado mucho para cambiar las cosas y curiosamente todo ha ido a mejor en el tramo final del año, que habitualmente suele ser el más difícil para mí.

¿Ha sido la anterior la temporada en la que más ha aprendido?

No, qué va. No acostumbro a seguir todas esas cosas que se dicen y que en realidad son tópicos. Se aprende tanto de lo bueno como de lo malo, lo que pasa es que siempre es mucho mejor aprender de lo bueno. Uno aprende de las malas cuando normalmente no tiene los pies en el suelo, cuando no sabe bien de dónde viene o cómo ha llegado hasta ahí; yo más o menos lo he tenido claro siempre, con lo cual creo que he ido aprendiendo a lo largo de mi carrera, tanto de las situaciones positivas como de las negativas. Pero, en realidad, durante este año no he podido aprender mucho tenísticamente; eso sí, mentalmente he tenido circunstancias nuevas para mí, distintas.

¿Cómo se explica esa “lesión mental”, como usted la llama?

Son sensaciones que en un momento dado son difíciles de entender para uno, pero que ocurren. Al final, lo único que queda es aceptar el problema y trabajar para ponerle una solución. Me ha costado, he tardado meses en darle la vuelta a la historia, pero también llega un momento lógico en el que uno se relaja y dice: bueno, voy a jugar tenis, porque no se me habrá olvidado jugar tenis, ¿no? Más que un tema tenístico, ha sido un tema mental.

A la gente le cuesta entender que a estas alturas Nadal pueda tener dudas o miedo sobre una cancha. ¿Por qué ahora, cerca de la treintena?

No es miedo. Si fuera miedo no estaría avergonzado de decirlo. Es una situación extraña de descontrol: la respiración, el tiempo. Cuando uno tiene un descontrol de la respiración y del tiempo, de entender cómo viene la bola o cómo va a saltar, es porque mentalmente tiene una aceleración; esto es todo una consecuencia de la ansiedad. Al final, dentro de todo lo que ha pasado en 2015, soy el número cinco del mundo y eso obviamente no puede ser malo.

¿Dejó en algún momento de creer en sí mismo?

Pero ¿qué es dejar de creer en ti mismo?

Perder la confianza en uno mismo y en lo que hace.

Bueno, todo el mundo deja de creer en sí mismo momentáneamente. Todo el mundo tiene dudas, y cuando las cosas no salen como uno quiere, ¡claro que dejas de creer en ti mismo, claro que no tienes confianza! Lo que pasa es que 20 años atrás, ser el cinco del mundo en España era algo fantástico, y hoy día es algo muy pequeño. Dentro de un año malo, es importante tener la motivación de valorar las pequeñas cosas. No me he dejado ir en ningún momento.

¿Se ha llegado a cansar alguna vez de ser Rafael Nadal?

Todo el mundo se cansa alguna vez de uno mismo. Seguro que usted algún día se cansa de su trabajo, como yo algún día lo hago del mío, de las cosas que conlleva. Lo que pasa es que esto, aunque momentáneamente me canse, no hace que deje de hacer lo que creo que tengo que hacer, que es atender a la gente que se interesa por mí, que me ayuda y me apoya. Soy superconsciente de que soy un gran privilegiado de la vida.

Son ya muchos años en el circuito. ¿Le sigue llenando todo lo que le rodea?

Nuestra vida es monótona, pero sí. Me cuesta menos viajar ahora que hace ocho años. Cuando estoy en Mallorca me cuesta salir, pero me ha pasado durante toda la vida, y ahora que tengo 29. Antes tenía más la necesidad de volver a casa cuando estaba entre giras, y ahora he aprendido a disfrutar y a encontrar los espacios para pasármelo bien dentro del trabajo que tengo, entre torneos y giras. Hay veces que antes hubiera vuelto directamente a casa y ahora, por el tema de los cambios horarios, etc., uno se toma con un poquito más de pausa la vida... El tenis aún me hace feliz.

Si el día de mañana tiene hijos, ¿le gustaría que fueran deportistas?

El deporte es normalmente un buen compañero de viaje. Los valores son los adecuados: el esfuerzo, el trabajo diario y el espíritu de superación. No en todos los deportes, pero en según cuáles el respeto hacia los demás es algo que se tiene. Soy un apasionado del deporte. No sé que pasará en el futuro, pero, si tengo hijos, ¡claro que me gustaría que crecieran por la vía del deporte! Si son profesionales o no, eso ya depende de sus cualidades y su ilusión.

No suele levantar el pie del acelerador. ¿No desgasta demasiado tanta autoexigencia?

La gente debe exigirse a sí misma. No creo que nadie esté en condiciones de exigir a los demás. Yo no exijo a nadie. Primero me exijo a mí mismo y después empiezo a exigir a los demás.

Hay quienes piden que cambie de entrenador. ¿Con Toni hasta el final?

No, no, no. Con Toni hasta el final, no. Toni, primero, hasta que él quiera, y luego, hasta que los dos estemos contentos el uno con el otro. Con lo que yo no estoy de acuerdo nunca es con que a las primeras de cambio, cuando empiezan a ir las cosas mal después de un montón de años yendo muy bien, se señale a las personas. A la gente le falta autocrítica y tiene demasiada crítica. No es por presumir, pero no soy de esos.

2016 es año olímpico. ¿Le genera una motivación Río?

Lo primero que tengo que hacer es clasificarme, conseguir competirlos, porque en 2012 supuso un momento muy duro el no poder ir allí. La experiencia de los Juegos es especial, así que sí, por supuesto: estoy muy ilusionado con volver a estar.

Por Alejandro Ciriza, “El País”

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