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¿Cómo le fue al tenis colombiano en 2015?

Por séptimo año consecutivo la temporada tenística culmina con un colombiano dentro del top 100 del escalafón mundial.

Pablo de Narváez, Especial para El Espectador
15 de diciembre de 2015 - 07:38 p. m.
Cabal-Farah, la pareja destacada de 2015 del tenis colombiano. Foto: AFP
Cabal-Farah, la pareja destacada de 2015 del tenis colombiano. Foto: AFP

En la élite, por séptimo año consecutivo la temporada tenística culmina con un colombiano dentro del top 100 del escalafón. Giraldo, Falla o González. En la modalidad de dobles Farah/ Cabal es la mejor dupla de la historia de este deporte de raqueta en el país, que viene coqueteándole a la Copa de Maestros a fin de año en la que clasifican los 8 mejores. En cuanto a las chicas Mariana Duque es la abanderada. Completó un 2015 muy bueno: sendas semis, oro en los Juegos Panamericanos y Nacionales y la mejor posición de su carrera: 66 del mundo WTA. Fue galardonada por el Comité Olímpico Colombiano con el premio Altius.

Antes de entrar a las profundidades del mar y analizar el resto de los escalones de la pirámide deportiva, es clave tener en cuenta dos cosas: que todos los jugadores nombrados anteriormente han recibido el apoyo desde su etapa formativa de la empresa privada (Colsánitas) que se echó al hombro en Colombia esa labor; empujón y respaldo que los ha llevado a conseguir lo que han conseguido.

Y que la estructura del deporte en Colombia tiene dos patas: la pública con Coldeportes a la cabeza y la privada conocida como deporte asociado liderada por el Comité Olímpico Colombiano y cuyas raíces son las ligas, los clubes y las federaciones. Estas últimas, entidades de derecho privado sin fines de lucro, reciben recursos públicos para inversión. Lo que se gestionan desde sus entrañas con patrocinios y aliados comerciales y estratégicos, sirve entre otras para pagar gastos de funcionamiento.

La base

Presidida desde 2004 por Gabriel Sánchez Sierra, la Federación Colombiana de Tenis (FCT) como ente rector es el referente para estudiar lo que sucede en el tenis nacional. En los cimientos de la estructura está el programa Futuras Promesas que funciona desde octubre de 2009 en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) en Bogotá, en el que se encuentran chicos de 6 a 12 años y que, según la federación, “se ha convertido en uno de los programas líderes en la búsqueda de talentos y que busca llegar en un alto porcentaje a estratos bajos”. Uno creería que es un programa gratuito y que promueve la masificación, sin embargo acarrea pago de inscripción.

Ante la poca información disponible surgen varias preguntas: ¿cómo se están detectando esos talentos, un proceso científico que métodos avanzados de ciencias del deporte y que ni Coldeportes ni el Comité Olímpico Colombiano han perfeccionado ni adaptado aún? ¿Quiénes son los cazatalentos y cómo es el scouting? Desde su creación hace casi siete años no se conocen frutos que honren su nombre.

En la base también está el Equipo Milo –compañía que se vinculó a la Federación mediante un patrocinio de entre 300 y 400 millones de pesos al año–, que integran los 16 mejores jugadores de entre 10 y 14 años de 9 departamentos del país. Según la Federación, el equipo tienen un programa propio de entrenamiento y rendimiento, y los chicos reciben incentivos ofrecidos por los patrocinadores, dinero para tiquetes aéreos, patrocinios de torneos diferentes a los de Federación, descuento en tiquetes para su familia, concentraciones deportivas, acceso al Centro Biomédico médico, acompañamiento nutricional y deportivo y productos Nestlé.

Y el Equipo de Rendimiento dirigido por Patrick Farah, padre de Robert, cuya base es el CAR. Está compuesto por 24 jugadores de todo el país, la mayoría los No. 1 de su categoría. (Las selecciones nacionales de 12, 14 y 16 años son equipos que se reúnen para representar al país en Suramericanos y si clasifican a Mundiales. La mayoría de los convocados hacen parte del Programa de Rendimiento).

Estos dos equipos tienen a sus integrantes diseminados por todo el país y cada uno trabaja con su entrenador, con metodologías pedagógicas y formativas distintas. Ahora bien, es importante saber cuál es su dirección y cuáles sus líneas de desarrollo, cómo se establecen los criterios de enseñanza y de entrenamiento en edades tan disímiles como lo son los de 10 y los de 14 por ejemplo, teniendo en cuenta la fisiología, el nivel y la sicología; y especialmente el trabajo de seguimiento constante a los jugadores talentos y el equipo interdisciplinario que lo lleva a cabo.

Uno de los requisitos en el Equipo de Rendimiento es que los integrantes estén desescolarizados, pues la jornada en este programa va de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Para la FCT, “generalmente los padres que escogen desescolarizar a los hijos lo hacen porque los niños aman el tenis y quieren dedicarse a él, o ven en el deporte blanco una oportunidad para alcanzar la beca universitaria en Estados Unidos”.

Casos ejemplares

En la mitad de la pirámide se encuentra un eslabón clave: la transición al profesionalismo. En los últimos días la noticia de la salida de Juan Carlos Spir del tenis de alto rendimiento puso nuevamente en la palestra la dificultad que tienen los jugadores de llegar a vivir del tenis. Un problema de muchos países del mundo, pero no por eso incombatible y crónico.

A Spir, de 25 años, quien justamente estuvo en Estados Unidos becado, un joven con un biotipo excepcional, se le avizoraba un futuro sobre todo en la modalidad de a parejas fructífero. En abril de 2014 estuvo 120 del mundo en dobles. Sin embargo aspectos emocionales en competencia atentaron contra su proceso de alpinista, además de la falta de respuesta con semejante potencial tras tocar las puertas para un acompañamiento ante las entidades rectoras. Algo parecido pasó con Juan Sebastián Gómez cuando ganó la medalla olímpica juvenil en Singapur 2010 y llegó a ser #1 del mundo en la categoría. Su futuro trastocó tras una lucha de egos entre dirigentes, entrenadores y familiares.

En los últimos años Spir y Gómez han sido los dos tenistas colombianos con mayor proyección, que parece diluirse como un alka seltzer. Actualmente Gómez, que sigue batallando, está entrenando junto a Juan Montes y Daniel Mora en otro equipo reciente de la FCT en el CAR dirigido por Cristian Bohórquez, quizás su único equipo de inserción al profesionalismo, que contrapesaría la política de la beca. Los muchachos cuentan con entrenador, canchas, pelotas, preparador físico en ocasiones determinadas y las facilidades del Centro Biomédico de Coldeportes. El alojamiento y los viajes los pagan ellos de su bolsillo.

“La FCT jamás pensó en convocar a Mora o en Gómez hasta que empezaron a tener resultados. Creo que no se debe pensar en los jugadores, sino en la estructura general de la cual van a salir los jugadores”, expresa Antonio Cordonnier, director deportivo de la Liga de Tenis del Atlántico.

¿Tres jugadores no son muy pocos para integrar el proyecto de inserción? En qué se están invirtiendo los recursos estatales y cómo se están utilizando en los programas y en los “equipos existentes los recursos de la empresa privada Milo, del millonario ingreso del arriendo de las canchas del CAR, del negocio de las becas universitarias, de los cursos de capacitación de entrenadores, del resto de patrocinadores de Copa Davis, de la ITF por avanzar de ronda en ronda en la competencia entre países, del almacén deportivo.

Dos brazos

Hace unos meses la FCT entabló un convenio con Match Point para ser “la empresa oficial que ayuda a todos sus tenistas en su proceso universitario”, entablando acuerdos con las ligas y academias. En Colombia existe la cultura de ir a estudiar a la universidad generada por la práctica del tenis, influenciada por lo incierto del futuro y porque los jugadores jóvenes no ven el tenis como una salida laboral.

El ejemplo de Spir, como la gran mayoría de los casos, demuestra que la vía de la beca –una buena opción si piensas en asegurar el futuro con una profesión y en combinar el estudio con el deporte– no es prenda de garantía para incursionar con éxito al mundo profesional (aunque hay casos contrarios y contados como el Robert Farah, Nicolás Barrientos o Jhon Isner, entre otros) debido al poco tiempo que demanda la formación de un tenista; como tampoco es garantía acelerar el entrenamiento y el fogueo en esa fase.

Por eso, la Federación debería tener sólidas ambas opciones en el abanico para ofrecerles a los jóvenes, evitando ilusionarlos. Y en los casos de los deportistas con mucho talento y proyección, ¿cuál es el respaldo integral y el trabajo a largo plazo que se está implementando en este período de transición?

La alarma que suena hoy en el tenis chileno tiene luces que reflejan la realidad nacional. La deuda de unos premios que tiene la Federación Chilena de Tenis presidida por José Hinzpeter, con los jugadores del equipo de Copa Davis, fue la excusa matriz para que ellos, Hans Podlipnik, Christian Garín, Gonzalo Lama, Juan Carlos Sáez y Nicolás Jarry, con la anuencia del capitán Nicolás Massú, redactaran una carta de queja y protesta contra la gestión y administración del ente rector.

El tenis chileno se ha deteriorado luego del boom que lideró la generación de Marcelo Ríos, Fernando González y del mismo Massú. En ese entonces había cerca de 5.000 federados, chicos jóvenes jugando en todo el territorio en el circuito. Hoy, por la ausencia de programas de masificación y desarrollo, quedan menos de 550. Además las riendas del tenis nacional están influenciadas por intereses personales y por manejos, dicen en la interna, turbio de los recursos.

Para aplaudir la valentía de los jugadores de Copa Davis por afrontar con amor y sensatez la realidad de su deporte y por plantársele a la federación con la cual tienen un vínculo tácito. “Cuando el “Chino” (Ríos) empezó a abrir camino, en Chile el tenis estaba masificado y todo el mundo hablaba de eso, casi como con el fútbol. Los periodistas iban a los torneos, había una efervescencia. Pero en vez de producir una organización fuerte, de crear un sistema, los dirigentes se dejaron estar, lo importante para ellos era lo que hacían Ríos, González y Massú, no importaba lo que venía de abajo. Ahora estamos sufriendo las consecuencias”, declaró en una entrevista en El Mercurio, Leonardo Zuleta, prestigioso entrenador chileno radicado en Estados Unidos.

Vigas y ladrillos

Aunque la FCT, que consiente y mucho a sus jugadores de Copa Davis repartiendo muy generosamente las utilidades que producen las series, no tiene deudas con los tenistas que se conozcan públicamente, el eco de la situación de Chile retumba en forma de pregunta por estos lares en aspectos vitales y estructurales.

¿Cómo se está trabajando en el recambio y en las nuevas generaciones de tenistas, esos que reemplazarán a los Giraldo, los Falla, los Cabal, los Farah? ¿Cuál es el sistema que ha instaurado la Federación para posibilitar el desarrollo de los tenistas talentos que compiten en circuito nacional juvenil colombiano, que tiene cerca de 2.600 participantes? ¿Cuál es la articulación y el liderazgo de la Federación con las ligas, clubes y academias para desarrollar el tenis en el país y formar tenistas, que propicie el despegue que reclama el tenis nacional en la base y la mitad de la pirámide?

Descontando la construcción de complejos con canchas en Cúcuta y César en los últimos 12 años, de realizar los cursos de capacitación a entrenadores y del convenio con Win Sports, no existen desde la FCT programas participativos ni métodos que promuevan la difusión del tenis y la llegada de más adeptos.
La punta del iceberg no debe ser el centro de atención. Debajo de la superficie, en donde se debe poner la lupa de las autoridades, se advierten falencias integrales en el desarrollo del tenis en Colombia, atentando contra su cultivo y las esperanzas de los jóvenes.

Por Pablo de Narváez, Especial para El Espectador

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