Santiago Giraldo ya no es “romperraquetas”

Desde niño ha sufrido por salirse fácilmente de casillas y perder el control de su cabeza en momentos de adversidad en la cancha. Luego de un trabajo de años, se siente mejor en este aspecto y sueña con darle al equipo nacional el triunfo ante Croacia.

Luis Guillermo Montenegro - lmontenegro@elespectador.com - @luisguimonte
17 de septiembre de 2017 - 02:41 p. m.
Santiago Giraldo es el mejor tenista colombiano de  la historia. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Santiago Giraldo es el mejor tenista colombiano de la historia. / Mauricio Alvarado - El Espectador

En un partido de primera ronda del US Open, Santiago Giraldo le dio tan duro a la raqueta contra el piso, que rebotó, salió a volar y quedó engarzada en una valla. En vez de ir a coger una raqueta nueva a su maleta, fue a buscar una silla para encaramarse a la valla y recuperar la que estaba usando. El partido lo perdió, pero ese episodio lo puso a recapacitar. Le dio tanta pena que desde ese día se prometió a sí mismo no volver a desahogar su rabia o frustración de esta manera. Claramente el tiempo pasó y esa promesa no la pudo cumplir, porque una que otra vez, en momentos de presión, el desespero lo llevó a lanzar swings con fuerza hacia el piso.

Desde que Santiago Giraldo comenzó a jugar tenis en el Club Campestre de Pereira y su talento lo llevó a participar en torneos ante niños de otros clubes del país, tenía fama no sólo por ser un jugador con un futuro promisorio, sino por desesperarse fácilmente, perder el control de los partidos por jugadas aisladas y terminar cometiendo errores como romper las raquetas o patear las pelotas.

Tal vez fue el perfeccionismo lo que lo llevó a la frustración. Desde que comenzó a jugar fue de los mejores y no se acostumbró a fallar. Tenía de dónde salir bueno para el tenis, pues Eduardo, su padre, es jugador aficionado, estudioso y dirigente del tenis. Elsa Salazar, su mamá, también juega de manera recreativa. Daniel, su hermano, era de joven igual o más talentoso que él y como si fuera poco, Carmiña, su hermana, fue tenista profesional cuando en Colombia el tenis femenino apenas cogía fuerza.

Santiago fue como un producto hecho a mano, en casa, con las mejores especificaciones técnicas. No se podrían repetir los errores de su hermana Carmiña y en ese aspecto fue fundamental que su padre delegó a Peter Hernández, el profesor más experimentado del Club, para que lo guiara. Con cuatro años, Santiago era flaquito, bajito y la raqueta se veía inmensa en sus manos. Pero eso no fue impedimento para que el tenis fluyera en él. Y las victorias y trofeos comenzaran a llegar.

El tiempo pasaba y el nombre de Santiago Giraldo era reconocido en su club y en la ciudad. Sabían todos que ahí había talento. Por eso se fijó en él Colsánitas, que lo invitó a hacer parte de un proyecto tenístico que buscó consolidar a una base de colombianos que practicaran ese deporte y que con el paso de los años son quienes hoy en día son los mejores de la historia en Colombia.

El exitismo hizo mella en la mentalidad de Santiago. Y cómo no, si no sólo era bueno en el país, sino en el mundo. Con 15 años ganó un torneo de futuras promesas que se disputó en París, en el mismo escenario en el que se juega Roland Garros. Fue realmente en ese momento cuando él y su familia entendieron que el tenis no sería sólo un pasatiempo, sino un proyecto de vida.

A los 17 años ganó su primer título futuro en Colombia y ese fue de alguna manera un punto de partida para su ascenso en el ranquin de la ATP. En ese momento era 717 del mundo. En enero de 2010, por primera vez entró al Top 100. Y en octubre de 2014 llegó a ser 28 del planeta, consolidándose como el mejor tenista colombiano de todos los tiempos.

El proceso positivo le daba la razón a Giraldo para seguir sintiéndose frustrado con las derrotas. Quería siempre más, pero poco a poco comenzó a darse cuenta de lo importante que era trabajar su cabeza. Desde hace mucho tiempo, un deportista de alto rendimiento no sólo debe trabajar físicamente su cuerpo, sino que también debe enfocarse en el ejercicio mental. Fue justamente eso lo que le permitió a Santiago comenzar a relajarse en los momentos de adversidad en la cancha. “Si no me volvía más tranquilo, no iba a poder mejorar en otras falencias. Faltan otras cosas por lograr, de eso no tengo duda, pero trabajar la parte mental fue fundamental”, le dijo a este diario.

Pero claramente el proceso no ha sido fácil. En julio de 2016, en uno de los intentos de Colombia por acceder al Grupo Mundial de la Copa Davis, en ese momento ante Chile en Iquique, Giraldo se salió de casillas.

No había comenzado el partido y ya estaba indispuesto y no quería jugar, por el pésimo estado de la cancha. Le reclamaba al árbitro por todo, el público lo chiflaba y su cabeza estaba cada vez más lejos del lugar indicado. No escuchaba ninguna recomendación de sus compañeros ni de su capitán.

Cuando se vio abajo en el marcador, el pereirano comenzó a decir que se retiraría, pero sus compañeros de equipo le pidieron que dejara los problemas a un lado y se concentrara en el partido. No lo logró. A tal punto que cuando iba a perder otro set, decidió agarrar su maleta y dejar todo tirado. El equipo colombiano terminó perdiendo la serie 3-1 y el sueño de llegar al selecto grupo de los 16 mejores países del mundo terminó.

Giraldo dio sus explicaciones, que seguramente varias eran válidas. Pero algo le quedó sonando en la cabeza. Le costó pasar la página de ese episodio, a pesar de que en todo momento contó con el apoyo de los directivos de la Federación Colombiana de Tenis y de sus mismos compañeros del equipo de Copa Davis.

Su gran virtud como tenista son la derecha y el revés. Sus golpes de fondo son como los de un jugador Top 15 o 20. Pero el servicio y la cabeza le han jugado malas pasadas y por eso ha variado tanto en el escalafón en los últimos años. Lo del servicio lo ha ido mejorando y lo de la mentalidad también.

La transformación

“La verdad es que el tema mental ha sido el más difícil durante mi carrera. Siempre fui un jugador con mucho potencial, en cuanto a mi nivel tenístico, los golpes, la técnica, el físico, pero la cabeza me jugaba malas pasadas”, le acepta Santiago a El Espectador. “Intenté mejorar ese aspecto de muchas maneras. Con psicólogos, siquiatras, entrenadores mentales, psicoanalistas, de todo. Pero al final me di cuenta de que la experiencia es la que lleva a hacer un cambio”.

Y eso se nota. En el juego del viernes, por el segundo punto de la confrontación de la Copa Davis ante Croacia, no se dejó derrumbar a pesar de verse abajo en el marcador. “Estoy orgulloso de mi comportamiento en la cancha, de cómo me mantuve. Ya en anteriores confrontaciones de Copa Davis tuve partidos durísimos. Alejandro González y Alejandro Falla no estaban y sabía que si queríamos llegar hasta esta instancia era necesario sumar mis puntos. Así que hice un compromiso conmigo y el que me pueda comportar me emociona. Me he enfocado más y ahora estoy encontrando un balance que está siendo por fin una realidad en la cancha. Ya veremos si da frutos a largo plazo. Pero estoy muy contento personalmente por eso”, dijo un emocionado Giraldo, que este domingo buscará dar la sorpresa y vencer al número cinco del mundo, Marin Cilic, para poner a soñar a Colombia con la clasificación al Grupo Mundial.

Saldrá a la cancha tranquilo, no romperá raquetas e intentará seguir enfocado y motivado en lo que realmente sabe hacer desde que tiene cuatro años: jugar tenis.

Por Luis Guillermo Montenegro - lmontenegro@elespectador.com - @luisguimonte

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