Publicidad

Un sueño pintado de azul

El cuadro de Richard Páez irá a Barranquilla, este miércoles (7:00 p.m.), con tres goles de ventaja.

Manuel Dueñas Peluffo
11 de diciembre de 2011 - 09:43 p. m.

Al final del primer tiempo, el tablero electrónico anunciaba un marcador: 9 llegadas a 2. Era acaso un registro más real, tal vez más fidedigno que el magro 1 a 0 con el que Millonarios, al término de la etapa inicial, superaba a Júnior, en el partido de ida de una de las semifinales del Torneo Finalización. El equipo azul lo había hecho todo, menos concretar esas opciones. Con ahínco, pero sin afán, fue superando al cuadro barranquillero, que apenas existió 15 minutos, hasta llevarlo contra el arco de Carlos Rodríguez.

Los dirigidos por Richard Páez venían de vencer a Envigado, en una definición dramática, en los cuartos de final. En este semestre había dos antecedentes contra los tiburones: la semifinal de Copa Postobón, que ganó 4-1 en el global, y la fecha 18 del calendario regular, en la que empató 0-0. Al menos desde lo previo, daba la impresión de que sería un choque parejo, reñido, complejo.

Pero era 9-2.

Tomando como referencia esos dos últimos recuerdos, el cotejo se pareció más al de la Copa, con la diferencia de que los dirigidos por José Eugenio Hernández no alcanzaron, ni desde lo físico ni desde lo táctico, mucho menos de lo futbolístico, un primer tiempo como aquel, en el que además marcó un gol. Ahora era todo Millonarios. El estratega venezolano dijo, incluso, que este equipo, en este partido, fue mejor que aquel que le hizo cuatro goles a los tiburones.

Lo fue, sobre todo, porque no dejó jugar a Júnior, que vino a Bogotá a plantear un partido de tú a tú y terminó sin aire y sin ideas. Aunque, en rigor, nunca las tuvo. No aparecieron Giovanni Hernández, impreciso y errático, y tampoco Vladimir Hernández, que nunca encontró socio, menos Carlos Bacca, que marró la única opción que su equipo tuvo en la primera etapa. Más allá de eso, el timonel de Mérida, aun sin decirlo directamente, lo insinuó: los de Barranquilla se llevan una lección.

La enseñanza es lógica: no se puede atacar, defender y presionar a tope en los 2.600 metros, no al menos para un cuadro acostumbrado al nivel del mar. Millonarios lo aprovechó. Con un Máyer Candelo inspirado y finito, desplegó su arsenal ofensivo, utilizando el ancho y el largo de El Campín, moviendo la pelota de lado a lado para al final, casi como un golpe de gracia, dar un pase profundo y herir.

Sin embargo, no sólo fue el caleño. El cuadro de Páez también contó con un notable Ómar Vásquez, el hombre llamado a reemplazar a José Tancredi tras su infortunada lesión y que ahora, luego de acomodarse, luce pleno, como el socio ideal de Candelo y también de todos: regate, gambeta y visión de juego.

Vásquez estaba a la izquierda de Candelo cuando éste la pasó a Rafael Robayo y el capitán embajador filtró un balón a Érick Moreno, quien enganchó en las narices de Jáider Romero y la cruzó al palo izquierdo de Rodríquez, que no tuvo nada que hacer.

Con el 1-0 y un Júnior cada vez más confundido, los de Páez se tomaron confianza. Aunque manejaron el partido con calma, fueron incisivos cada vez que quisieron. Con un Robayo sobresaliente, que quitó y atacó siempre, que funciona como una suerte de termómetro anímico del grupo, los rojiblancos sólo veían las camisetas azules: cuando Toloza centró para Moreno y se fue apenas encima; cuando el remate del volante pasó tan cerca; cuando Moreno seguía y seguía inquietando, y la diferencia de solo un gol era injusta. Júnior la pasaba mal: Amaya estaba fuera de tiempo, Juan David Valencia no regresaba y Luis Carlos Ruiz se perdía con la marca de Juan Esteban Ortiz (otro de buen partido).

El público de El Campín, que había preparado una fiesta, algo así como un carnaval en el frío, no podía estar más dichoso. Es la primera vez, desde que se instauraran los torneos cortos, que Millonarios está tan cerca de una final y de romper la sequía de 23 años sin títulos. Pero era, probablemente, el mejor partido de los de Páez en el semestre, con una defensa que disimula cada vez mejor sus limitaciones. Alguna razón debe tener el venezolano cuando afirma que su escuadra está “evolucionando”.

Y lo ha logrado tanto y tan bien que, al margen de sus debilidades, hizo ver ridículo al conjunto rojiblanco, que viene en picada desde un mal partido en Barranquilla ante Chicó y que no parece tener demasiados argumentos para remontar un 3-0 en contra.

Sí, 3-0: en la etapa complementaria, Moreno volvió a enganchar y a cruzarla, y El Campín a explotar, fijándose más en la celebración y en la alegría que en insultar a los tiburones. Era cuestión de tiempo, desde luego. Atacando y atacando, Candelo lanzó un tiro libre perfecto, que volvió a vencer la resistencia de Rodríguez. Baile azul, ballet azul.

Y un sueño que toma forma. Es cierto que faltan 90 minutos y que el estadio Metropolitano será una caldera este miércoles, en el encuentro de vuelta, pero no lo es menos que Páez ha conseguido una unión de grupo que se traduce casi siempre en solidez y lucha. En la Copa Postobón, y defendiendo esta misma diferencia, los azules salieron ilesos de Barranquilla. Ahora bastará con algunos rasguños.

“Ya le había marcado doblete a Júnior”

Como futbolista profesional, Érick Moreno ha vestido las camisetas de Deportivo Pereira y Millonarios, pero muy seguramente la que mejores recuerdos le trae es la del Júnior.

Anoche, ante el equipo barranquillero, por el juego de ida de una de las semifinales de la Liga Postobón, el chocoano, de 20 años, vivió una jornada de ensueño y marcó dos goles.

En la ‘semi’ de la Copa Colombia, hace mes y medio, Moreno también le hizo doblete al Júnior y encarriló a los embajadores hacia el título, que después ganaron ante Chicó.

“Estoy feliz por los goles, pero sobre todo porque el equipo jugó bien, fue contundente y por momentos arrasó, como queremos que sea en Bogotá. Trabajamos el partido con paciencia hasta que llegaron los goles. Hicimos un primer tiempo redondo, de mucho desgaste, que a ellos los agotó físicamente”, señaló al final del partido que Millonarios ganó 3-0.

Advirtió, sin embargo, que “la serie no está definida. Ellos son peligrosos en su casa. Debemos tratar de mantener atrás el cero y jugar con la desesperación de sus jugadores, cuerpo técnico e hinchas del Júnior”.

Sobre el posible paso a la final dijo: “Primero está el partido en Barranquilla, después veremos”.

Por Manuel Dueñas Peluffo

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar