Brasil se convertirá en líder, seguido de Perú, Chile y Colombia, según Moody's

Después de experimentar una ligera recesión, América Latina se dirige hacia un nuevo ciclo de expansión en 2010.

Agencia Reuters
21 de septiembre de 2009 - 07:09 a. m.

Brasil se convertirá en el nuevo líder de la región, seguido por Perú, Chile y Colombia. México y Centroamérica se rezagarán, dada su mayor sincronización con la economía de Estados Unidos.

Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador sólo podrán avanzar si eliminan los cuellos de botella y flexibilizan sus economías. En general, se espera que la región crezca a un mayor ritmo que el del mundo desarrollado, dada la posibilidad de implementar nuevas reformas y nuevos cambios estructurales durante la década por venir, revela el informe de Moody's, dado a conocer por Reuters.

Dice que después de experimentar una ligera recesión este año, América Latina se dirige hacia un nuevo ciclo de expansión en 2010. En el corto plazo, la región crecerá hasta alcanzar un crecimiento acorde con su capacidad. En el mediano y largo plazo, la región se verá inmersa en una nueva ronda de reformas y cambios necesarios, que aumentarán su potencial y le permitirán un crecimiento más estable.

América Latina ha logrado cierto avance en términos de reformas, pero se requieren más cambios no sólo para aumentar la capacidad sino también para fortalecer su sistema de defensa macroeconómico.

A la par con la tendencia global, en la próxima década América Latina contará con instituciones más reguladas y supervisadas, aunque con una economía más flexible y reestructurada, y con un crecimiento basado más en fuentes internas.

Más cambios estructurales

América Latina ha tenido relativo éxito para contrarrestar los efectos de la debilidad global, no sólo como resultado de su saludable situación macroeconómica, sino también debido a que la región estaba mejor preparada para enfrentar la tormenta externa.

La disciplina macroeconómica fue condición necesaria para la resistencia, pero las medidas preventivas tomadas en términos de la flexibilidad fiscal y financiera fortalecieron al sistema de defensa, amortiguando así el impacto del choque externo.

Sin embargo, la crisis global destruyó tanto recursos físicos como riqueza, cambió instituciones y rompió paradigmas. Un nuevo mundo está emergiendo y un nuevo equilibrio se está creando. Por ello, América Latina necesita ajustarse al cambiante entorno global.

La región ha aprendido que la disciplina y las reformas realmente tienen una recompensa, por lo que el nuevo ciclo de expansión se caracterizará por cambios estructurales más profundos y por una modificación en las fuentes del crecimiento.

Durante la década pasada se implementaron muy pocas reformas en la región, por lo que ahora resulta necesario un reforzamiento de la estructura para enfrentar el nuevo entorno global.

Por ello, América Latina debe continuar profundizando los cambios estructurales para eliminar cuellos de botella y dar más flexibilidad a su economía. Los cambios más importantes para la próxima década se concentran en los sectores fiscal, de energía, financiero y laboral, además de las instituciones políticas.

Se requiere una segunda ronda de reformas fiscales, especialmente en países con bajos niveles de recaudación, como México y las naciones de América Central.

El reforzamiento de las cuentas fiscales, en combinación con la disciplina gubernamental, son necesarios para darle un mayor poder contracíclico a la política fiscal.

El sector energético ha llevado a cabo algunas pequeñas reformas, pero es necesario cambios más profundos en países donde se requiere que la participación de la inversión privada sea un complemento más importante para desarrollar y aumentar la capacidad de producción.

En el sector financiero se permitirá más competencia a fin de abaratar la prestación de servicios y lograr que más personas accedan a ellos. Por su parte, en el mercado laboral se logrará tener más flexibilidad al cambiar las leyes para permitir una mayor movilidad del factor trabajo.

La reforma del Estado fortalecerá a las instituciones políticas y la transparencia, a la vez que protegerá mejor los derechos individuales.

América Latina también ha aprendido que es esencial contar con un mercado interno sólido para defenderse mejor en épocas de debilidad externa.

De hecho, la resistencia mostrada por la región durante la crisis actual se explica en gran parte por la fortaleza del mercado interno. En este sentido, los gobiernos seguirán fortaleciendo sus mercados domésticos no sólo mediante el uso del gasto corriente, sino también ofreciendo mejor infraestructura y mejores servicios.

La mejoría en los mercados laborales y en las condiciones de los trabajadores, en combinación con políticas públicas con más contenido social, también reforzarán el papel del consumo privado.

Los gobiernos han aprendido que la única manera saludable de fomentar el crecimiento permanente es mediante el fortalecimiento de sus fuentes esenciales, que son el ahorro e inversión, la productividad y el cambio tecnológico.

Para lograrlo, las nuevas reformas tendrán un papel fundamental en el aumento de la inversión y en el acceso a mejores tecnologías, aumentando así la productividad multifactorial. De este modo, el ciclo de expansión de largo plazo se caracterizará por un papel más importante de la absorción interna y uno menor para las exportaciones.

El cambio en los motores del crecimiento también tendrá el propósito de hacer a la región menos vulnerable a los choques externos.

El fortalecimiento

El cambio en las fuentes del crecimiento no significa que la región implementará una política proteccionista, sino sólo que el consumo y la inversión aumentarán su aportación al PIB total.

Los esfuerzos gubernamentales por fomentar y estimular la inversión y el consumo doméstico, por medio de proyectos de infraestructura y programas sociales, tendrán un impacto sobre la absorción de la economía, al mismo tiempo que el volumen de exportaciones se reducirá a medida que el avance de la economía global sea lento y moderado.

En este sentido, los componentes internos de la demanda ganarán relevancia como razón del PIB. En última instancia, este hecho también reflejará el esfuerzo de los gobiernos por reducir la vulnerabilidad de la región a los choques externos. De hecho, durante la recesión de 2009, América Latina mitigó los impactos del exterior al estimular la absorción interna, compensando así la debilidad de la demanda externa.

De esta forma el crecimiento de la región dependerá menos del sector externo, aunque las materias primas seguirán teniendo un papel importante, ya que América Latina seguirá siendo una importante productora de bienes primarios.

El ajuste en los precios de las materias primas y su estabilidad relativa durante la siguiente década también explicará la relativa reducción en el volumen de comercio que genere la región.

Sin embargo, dado el avance del proceso de industrialización en muchos países, los productos manufactureros ganarán terreno en las exportaciones latinoamericanas. Esto también implicará una menor dependencia de las materias primas.

Desarrollo social

América Latina ha sido una región con significativa pobreza y necesidades sociales, no sólo como resultado de la colonización, sino también por su largo historial de inestabilidad política y económica.

Debido a las crisis financieras crónicas, los problemas sociales no recibieron suficiente atención. Sin embargo, durante la última década, con el ciclo de expansión apoyado por el auge de las materias primas y el ascenso al poder de nuevos líderes políticos con más compromiso social, algunos países comenzaron a implementar una combinación de políticas de libre mercado con más contenido social.

Estos esfuerzos han demostrado resultados positivos en términos de reducción de la pobreza extrema y la desigualdad en el ingreso. La crisis reciente ciertamente destruyó riqueza y trajo consigo más pobreza a los países en desarrollo.

En este sentido, la nueva estrategia para la región se enfocará en el reforzamiento de dicho modelo que combina políticas de mercado con políticas públicas para el desarrollo social.

Los esfuerzos de los gobiernos se concentrarán más en la infraestructura y los programas sociales, los cuales estimularán el consumo y la inversión.

Este tipo de estrategia no ahuyentará a los inversionistas; por el contrario, los mercados reaccionarán positivamente, ya que constituirá un esfuerzo por aliviar las presiones sociales.

Un mayor desarrollo social en América Latina también contribuirá a reducir la migración hacia países industrializados. La combinación de la estabilidad económica de la región con la mejoría social, aunada a la reducción de oportunidades de empleo para los migrantes en Estados Unidos y Europa, definitivamente contribuirán a retener en casa a los trabajadores latinoamericanos. Como resultado de ello, el flujo de remesas a la zona se estabilizará e incluso mostrará una tendencia descendente durante la próxima década.

El impacto neto para el consumo doméstico será marginal, ya que se compensará con la mejoría en las condiciones sociales.

Instituciones fuertes

Las instituciones financieras regionales han mostrado resistencia durante la recesión global de 2009, no sólo como resultado de su poca exposición a activos riesgosos, sino también por sus altos estándares de supervisión y regulación.

De hecho, hasta antes de la crisis actual, las regulaciones locales no permitían que los fondos de inversión canalizaran más de una tercera parte de sus recursos totales hacia activos riesgosos.

Gracias a ello, las instituciones financieras Latinoamericanas superaron la turbulencia global y permanecieron fuertes. El sector financiero global está evolucionando hacia una regulación y supervisión más intensas, con el fin de reducir la probabilidad de nuevos colapsos financieros.

En este sentido, las instituciones de América Latina tendrán que ajustarse y adoptar las nuevas reglas internacionales. El sector financiero de la región será más adverso al riesgo, aunque no rayará en lo proteccionista, ya que buscará aprovechar los beneficios de la globalización y fortalecer su resistencia ante los choques externos.

De aquí que, con instituciones y estructuras más sólidas, América Latina se verá inmersa en un nuevo ciclo de expansión durante la próxima década. El ciclo ha comenzado con una recuperación de la crisis actual, para luego alcanzar tasas de crecimiento congruentes con el potencial de alrededor de 4 por ciento para 2011.

En el mediano plazo, América Latina estará en posibilidad de tomar un camino de crecimiento más sostenible, apoyado por el incremento en la capacidad potencial generada por las nuevas reformas.

El crecimiento en el largo plazo promediará 5 por ciento, siendo las economías más grandes las que encabezarán el ciclo. Los países del Cono Sur estarán a la vanguardia de la expansión, ya que están más diversificados en comercio y las reformas tienen mayor posibilidad de ser aprobadas.

Por Agencia Reuters

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