Reconocimiento: el pilar de los negocios del siglo XXI

La razón de ser de las organizaciones se ha transformado. Ya no se piensa únicamente en maximizar utilidades, ahora el objetivo es contribuir a realizar aportes de valor que trasciendan en el tiempo y que promuevan un mejor lugar para vivir donde todos salgan ganando.

MARÍA ALEJANDRA MORENO TINJACÁ
25 de abril de 2017 - 08:41 p. m.
Reconocimiento: el pilar de los negocios del siglo XXI
Foto: Getty Images/iStockphoto - StockRocket

El sector empresarial, para muchas personas, se ve como un actor al que solo le interesa lucrarse y alcanzar sus objetivos, olvidando la condición de su entorno. Este panorama ha cambiado en los últimos diez años. Quienes hoy dirigen las empresas, identificaron las inconformidades de los trabajadores, las exigencias de la sociedad y los retos que enfrentan en un ambiente de constante cambio y ahora de crisis. Por eso, ahora orientan a sus dirigidos, desde sus campos de acción, a través de un liderazgo consciente que ayuda a resolver problemas humanos y a construir mejor futuro.

Este concepto de liderazgo consciente busca romper los paradigmas de los estilos convencionales de las personas que dirigen empresas, oenegés o entidades públicas o privadas que impactan a la sociedad. Es pasar del autoritarismo, del ejercicio del poder o del interés personal, a objetivos comunes basados en la sensibilidad, la responsabilidad y la ética. Según Juan Aristizábal, director del Centro de Estudios de Liderazgo del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), “es participar de las soluciones que requiere la sociedad, sin buscar aprobaciones, figuración o pasar por encima de los demás. Es entender que para liderar no se necesita cargo ni poder, sino convicción, ética y determinación”.

Por supuesto, para ejercer este liderazgo es indispensable formar desde los hogares, colegios y universidades a hombres y mujeres con valores. Que respeten la diversidad, transiten en la legalidad, reconozcan sus habilidades y las pongan al servicio de la comunidad. Es lograr que descubran qué los apasiona, cuáles son sus sueños, qué los hace felices y qué quieren aportar. “Al final serán los responsables de liderar en alguna parte del mundo y para eso necesitamos que crean en sus talentos, empoderarlos y mostrar que hay otro camino”, destaca Lina Rengifo, directora estratégica de Labranza Cero, firma especializada en liderazgo y emprendimiento.

Tal vez en estos tiempos en que la incertidumbre, la desconfianza y los actos de corrupción son una constante, el tema parezca inalcanzable. Pero lo cierto es que es una oportunidad para escribir una nueva historia empresarial y social. Que las organizaciones creen espacios para desarrollar una gerencia más consciente y sigan el ejemplo de las que ya están transitando por este camino y que han mostrado resultados. “Las empresas que aplicaron este modelo en 2015, generaron alrededor de US$122 billones en beneficios, producidos por líneas de negocios sostenibles”, afirma Gustavo Ordóñez, experto en temas de estrategia y liderazgo del CESA.

Para crear este ecosistema se requiere que desde la alta gerencia se construya una visión colectiva, que involucre desde los accionistas hasta los proveedores y que logre alinear los sueños de unos y otros con los de la organización. Se trata de desarrollar esos objetivos en consenso, aportando herramientas y oportunidades desde la experiencia adquirida. Y lo más importante: hacer que todos los implicados en el desempeño de la empresa se sientan importantes. Reconocer que cada persona juega una parte fundamental para que el esfuerzo colectivo pueda transcender en el tiempo y ayudar a la construcción de una mejor sociedad.

Según Alejandro Jaramillo, gerente corporativo de CMAN -consultora en liderazgo-, “el líder debe apreciar y reconocer las acciones de su equipo. Renunciar a su ego y cambiarlo por un sentimiento de servicio y de gratitud”. Cuando los trabajadores perciben este sentimiento y se dan cuentan de que todo el sistema está actuando para su bienestar, se crea una relación de confianza y lealtad que impacta de forma positiva los negocios y la rentabilidad de la organización. “Es la mejor manera de crear grandes empresas. Tener personas felices es un efecto multiplicador y sostenible”, advierte Daniel Puche, siquiatra especializado en liderazgo consciente.

Este tipo de liderazgo trabaja de una forma holística y se basa profundamente en la exaltación de los valores y la ética. Un tema que para muchos se trata solo en las aulas, pero que realmente es fundamental sobre la mesa en el mundo actual. Por eso, se trata de una visión de liderazgo que siempre está buscando que todo acto que ejecute un grupo determinado se pueda convertir en una máxima universal. “Es decir, es un tipo de liderazgo consciente que entiende el efecto y el impacto de las acciones individuales y colectivas, sin romper las reglas éticas que dominan la interacción humana”, recalca Juan David Aristizábal, del CESA.

La correcta ejecución de este modelo reduce las conductas tóxicas y mitiga la corrupción, precisamente porque busca la participación directa de todos los colaboradores en el cumplimiento de los objetivos. Evita los procesos burocráticos y, sobre todo, hace que los temas en la organización se traten de manera transparente ante los ojos de los demás. Por otro lado, este modelo empodera a todos los actores para que exijan justicia y no permitan que quienes estén en posiciones de poder sigan haciendo de las suyas al anteponer sus intereses personales. El liderazgo consciente abarca otras esferas: un propósito superior, liderazgo de ejemplo, colaboradores con la misma directriz y ética. El interrogante es: ¿Estamos listos para formar esas empresas conscientes?

Por MARÍA ALEJANDRA MORENO TINJACÁ

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