Sé que la pureza
Sé que la pureza no da frutos
Las vírgenes no dan a luz niños,
Es la gran ley del ultraje
El tributo de la vida.
Mariposas azules se convierten en orugas
Las flores crecen a su alrededor,
La nieve es de un blanco impoluto
La tierra caliente es impura.
Inmaculado, el éter duerme,
El aire está poblado de microbios,
Puedes querer no nacer
Pero si eres, también te entierras.
Es feliz la palabra en el pensamiento,
Pronunciada, el oído la denigra,
¿Hacia qué platillo me inclinaré:
Hacia el sueño mudo o la fama?
Entre silencio y pecado
¿Qué elegiré: los rebaños o la flor de loto?
Oh, el drama de morir de blanco
O la muerte de vencer, a pesar de todo…
Elegía matinal
Al principio prometí callarme, luego, por la mañana,
Os he visto aparecer con la ceniza en las puertas
Sembrando, como se siembra el trigo, la ceniza.
Y no aguante más y grité: ¿Qué hacéis? ¿Qué hacéis?
Para vosotros he nevado toda la noche sobre la ciudad,
Para vosotros he blanqueado toda la noche:¡ah,
Si Entendierais lo difícil que es nevar!
Anoche en cuanto os quedasteis dormidos salí afuera.
Allí hacía oscuro y frío. Yo debía
Volar hasta el punto único en el que
El vacío hace girar a su alrededor los soles y los apaga
Y tenía que hacer refulgir un momento más aquel ángulo
Para volver nevando entre vosotros.
Cada copo lo he pensado, pesado, probado,
Modelado, bruñido con la mirada,
Y ahora me caigo de sueño y cansancio, tengo fiebre.
Observo cómo sembráis el polvo del fuego muerto
Sobre mi blanca obra y sonriendo os confieso:
Vendrán nevadas mucho más copiosas después de mí –
Y todo lo blanco del mundo nevará sobre vosotros,
Intentad entender su ley desde ahora,
Vendrán gigantescas nevadas blancas después de nosotros,
Y no vais a tener suficiente ceniza,
Y desde pequeños los niños aprenderán a hacer que nieve,
Y lo blanco cubrirá vuestro débil rechazo
Y la tierra entrará en la rotación de las estrellas
Como un astro de nieve ardiendo.
Omphalos
Una piedra es un dios que
Se mueve tan despacio
Que mi ojo mortal
No reconoce el movimiento
Así como no pedimos
A una ola,
A una nube
Que entienda qué es el mar.
Cuando todo se derrumba
Y luego se disuelve
En una mezcla tóxica
Del ayer y del mañana,
Una piedra es la semilla aún viva
Del mundo,
El sentido encogido que permanece,
Omphalos y brote del que todo el
Universo asesinado
Crecerá otra vez,
Cuando el dios dividido por igual
Entre las piedras
Se erija en una barricada.
Los testigos
¡Más culpables que aquellos a los que miramos
Son los que miran!
El testigo que no impide el crimen
Pero que lo describe minuciosamente
Y se disculpa: “no puedo hacer
Dos cosas al mismo tiempo”,
O bien: “La imagen de la víctima inocente
Es más importante que su vida
Terrestre”.
Los culpables no pueden ser sólo uno, dos, o tres,
Cuando ejércitos de testigos miran
Y esperan a que todo se acabe,
A que el verdugo se muera de viejo
Y la víctima, una segunda vez, por olvido,
Esperan que se acabe el mal sin más
Tan simple como se acaba un túnel…
Estamos suspendidos
Por nuestra pregunta ausente
Al igual que una horca
De una bandera.
“Y en vano esperáis”, responde el tiempo:
“En el juicio de las grandes pesadillas
También los testigos son culpables.”
Solo
Él es uno solo
No porque, de entre todos,
Sea el verdadero,
Sino porque
La semilla de todos es la misma.
En las hojas del roble,
En las entrañas de las aves,
En la silueta de la liebre en la luna,
En el pan y el vino,
Él es uno solo.
Tan solo
Que se siente abatido
Y nace.
Medida
Lo mejor y lo peor
No existen.
Son sólo fantasmas,
Sueños sin medida
Del bien y del mal,
Promesas
Destinadas a postergar el momento
Espantoso
En el que podríamos descubrir
Que ni el bien, ni el mal
Existen,
Y que son sólo fantasmas,
Sueños sin medida
De unos adjetivos
Insignificantes
Y ambiguos.
El arte de morir
Ars moriendi, la sabiduría
Del lento deslizarse
Por las largas pendientes del ocaso,
Te he aprendido sin prisa
Como una plegaria
De la infancia,
Para que no me asustes
Cuando llegue el momento
De tentarme,
Para que no me pese
Y no encarezca
El precio del nimbo desorbitado
Pedido por el verdugo,
Y añadido a tantos dolores,
Torturas, vejaciones, irreverencias e incendios
Mediante ondas lejanas
Desde infinitos ayeres
Salvados a través de ti,
Canción que fluye sin vergüenza
Hacia la muerte,
Ars moriendi ...
A través del no ser
Con ramas de flores en vez de cornamenta
Los ciervos el recuerdo atravesaban
Y mi ojo, que ahora los contempla
No sabiendo, aún no los admiraba;
Sin testigos, como imaginados, iban
Tan quedo que no se movía una rama
Y no cesaban de pasar mientras yo,
Precipitándose de una edad a otra, los miraba.
Sobre su frente, en las ramas, las aves dormían
Y en su flotar se oía un trino delicado.
Aún sin despertarse, ellas sentían
Mi ser, cara al futuro, desolado
Que reclamando pruebas, a ellos esperaba
Mirando, sin dar crédito, sus frentes pobladas
De ramas de flores, viendo cómo pasaban
Sin que pueda negarse, a través de la nada…
Una línea recta
Una línea recta, sólo esto,
Una línea firme
Entre los dos lados de la página
Y la posibilidad de decir:
De un lado o del otro.
Pero no, el papel absorbe,
Y en lugar de la línea, una procesión
De gusanos se arrastra
De un lado a otro
A través de la tierra arada por la pluma,
Temblorosa e indecisa,
Pero que, tenaz,
Disuelve la frontera y la tinta.
Moraleja:
No le pidas al verdugo la respuesta
De, entre el bien y el mal, la diferencia.
Balada
No tengo otra Ana,
Me emparedo a mí misma
Pero quién sabe si basta –
El muro no se derriba por sí solo,
Sino empujado por el capricho
De una sonámbula excavadora
Que avanza a la deriva en una pesadilla.
Y, otra vez, construyo
Como si construyera una ola
El segundo día, otra vez,
El tercer día, otra vez,
El cuarto día, otra vez,
Un monasterio eternamente líquido
Destinado a derrumbarse en la orilla;
Y lo construyo de nuevo,
Oh, cal
Y ladrillo,
Una criatura sin mancha,
Una criatura
Como armazón
Del sueño infame:
No tengo otra Ana
Incluso a mí misma
Me tengo
Cada vez menos.
Nostalgia del paraíso
El mal, como semilla del mundo,
Escondido como en un fruto
En los herméticos jardines del paraíso,
Continúa incluso ahora
Clonando como en trance
Bosques infinitos de árboles
Del Bien y del Mal
Como si
No pudiera dejar de
Asombrarse
De tantas victorias estúpidas
Mientras ofrece arrogante
A través de cada fruto
Otra oportunidad contra sí mismo
A la que vence
Siempre.
Uno
Eres hombre y mujer
(La esposa y el esposo, decía Orfeo)
Y sin embargo, Uno,
La cifra suprema y sola:
Hombre y mujer,
Un yo
Que domina conjuntamente
El mundo de hombres y mujeres
Separados, incapaces
De recomponer un rostro.
Sólo fragmentos, migas, vidrio, arena
Imposible de unir,
De cuajar,
Hombres y mujeres,
Soledades incompletas,
Que se reproducen tan frecuentemente,
A diferencia de ti,
Señor,
Que eres único y te has quedado solo.
¡Qué triste imperio has elegido
Oh, Rey,
Hombre y mujer, en vano!
En una herida
Vivimos en una herida
Sin saber
De quién es el cuerpo herido,
Ni el porqué.
La única certeza es el dolor
Que nos rodea,
El dolor
Que nuestra presencia
Contagia
Cuando intenta curarlo …. curarlo…
El río con una sola orilla
La muerte sobre cuya orilla estoy
Es sólo la interrupción de un segundo
Suficiente para decidir
Entrar en el agua fría como el hielo
Y avanzar con pies helados sobre piedras que resbalan
Hasta la otra orilla.
No temo la travesía
Temo el momento en que
La orilla abandonada desaparezca río abajo
Como si la muerte fuera un río
Incapaz de tener
Más de una sola orilla.
El reloj sin horas
Sacaron las horas del reloj
Como si le sacaran
Los ojos a un animal
Para que deje de ver.
En lugar de los 12 números
Había sólo
12 agujeros negros del universo
A través de los que
Se divisaba el gran
Infierno de la maquinaria,
La herramienta
Seguía girando
Las manecillas
Que tocaban a ciegas el cuadrante
De un agujero a otro,
Sin saber lo que enseñaba.