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Campesino a todo humor

La parte más reposada del dúo Los Tolimenses, que mezclaba la música con el humor, murió el jueves pasado en Bogotá.

Juan Carlos Piedrahíta B.
10 de noviembre de 2012 - 01:50 a. m.
Lizardo Díaz era un apasionado del folclor colombiano.  / Archivo  - El Espectador
Lizardo Díaz era un apasionado del folclor colombiano. / Archivo - El Espectador

Emeterio y Felipe eran todo lo contrario a lo que exhibían durante sus largas jornadas de música y humor. Mientras que el primero, interpretado por Jorge Ezequiel Ramírez, demostraba no tener límites en su lenguaje y se expresaba siempre bajo la guía del doble sentido, el segundo, personificado por Lizardo Díaz, reflejaba la autoridad y la sapiencia para tenerlo todo bajo control. Sin embargo, los personajes tenían las esencias invertidas porque el más agudo en sus comentarios, el más desparpajado y el más alegre siempre fue Díaz, mientras que Ramírez, por su misma condición de hombre solitario, tenía en su trato cotidiano cierto grado de inconformidad con lo que había hecho a lo largo de su vida.

Lo de Emeterio y Felipe, Los Tolimenses, era un montaje bien logrado, porque se veía genuino, auténtico y especial. El público, que los siguió en radio en aquella época en la que había espacios dedicados en exclusiva para los chascarrillos, y luego en televisión, medio en el que multiplicaron sus seguidores, se sentía asistiendo a un homenaje semanal a la población rural de Colombia, que durante las décadas de los 70 y los 80 representaba más de la mitad del censo nacional.

No era una burla, como pasa con algunas expresiones actuales, de la condición humilde del colombiano promedio. Era, más bien, una forma de resaltar las características especiales del campesino, sobre todo de la región del Tolima Grande. El secreto estaba en la utilización del folclor andino para contar anécdotas, para echar historias, una más exagerada que la anterior, y para hablar sobre lo divino y lo humano.

Tanto Felipe como Emeterio siempre estuvieron orgullosos de sus orígenes y por eso jamás se sintieron disfrazados cuando portaban sus atuendos blancos, sus ruanas coloridas o sus alpargatas. Esa era la manera de completar el homenaje y de verse más creíbles, más auténticos, más campesinos. Abordaban el folclor de forma especial y nunca necesitaron mucho más que una guitarra y un tiple para conectarse con el auditorio.

Jorge Ezequiel Ramírez se fue primero. Dejó encargado a Lizardo Díaz el proceso de inmortalizar la idea de Los Tolimenses. Y él lo consiguió. Lo hizo, con esfuerzo, con más bondad que imposición, y aunque desde hacía más de siete años estaba alejado de los medios debido a una hidrocefalia que se fue complicando, mantuvo vigente el recuerdo del dúo. Hoy, Emeterio y Felipe son mucho más que dos campesinos colombianos.

El último adiós al compadre Felipe

En medio de la tristeza, Raquel Ércole, esposa de Lizardo Díaz, recibió a todas las personas cercanas a la familia que quisieron manifestarle su solidaridad por la partida del reconocido compadre Felipe, del dúo Los Tolimenses. La actriz contó que tanto ella como sus tres hijos estaban en proceso de luto desde hacía varios días, cuando dieron la autorización de interrumpir cualquier ayuda médica al artista y permitirle pasar sus últimas horas en su casa, tal y como él lo había solicitado.

Ayer, durante todo el día, se llevó a cabo la velación de sus restos mortales en una funeraria del norte de Bogotá. Hoy en la tarde se realizará la cremación, también en la capital, ceremonia a la que asistirán solamente los familiares y los amigos más cercanos.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

 

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