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El retorno de Stallone a los cuadriláteros

"Pensé que nadie querría verme en otra película de boxeo, especialmente ahora que casi cumplo 160 años", dice el actor que se verá con Robert de Niro en el tinglado.

El Espectador
29 de diciembre de 2013 - 01:59 p. m.
El retorno de Stallone a los cuadriláteros

Si no ve con buenos ojos la idea central de la película 'Grudge Match’ – un encuentro pugilístico entre Robert De Niro, de 70 años, y Sylvester Stallone, de 67 – bueno, pues no se sienta tan mal porque Stallone pensó lo mismo.

"No tenía intenciones de regresar al cuadrilátero a hacer otra película de boxeo," reconoce Stallone, vestido de negro y sentado para la entrevista en un hotel de Nueva York, en una nevada mañana de sábado. "¿Yo en el cuadrilátero? ¿A mi edad? Nadie se lo hubiera creído.

"Pensé que nadie querría verme en otra película de boxeo, especialmente ahora que casi cumplo 160 años."

Entonces, ¿por qué ahora la película está programada para estrenarse en Navidad?

"Todo cambió cuando me habló Robert De Niro," explica Stallone. "Hablamos mucho al respecto. Los dos pensamos que estaba totalmente mal, pero estábamos interesados.

"El box es una metáfora de la vida," continúa Stallone, cuya película "Rocky’' (1976) está considerada la película definitiva sobre boxeo, excepto por aquellos que prefieren "Raging Bull’' (1980) de De Niro. "La vida nos noquea. Lo que hace que una persona tenga éxito es su capacidad de levantarse. Lo que más me atrae de los libretos estos días son los mensajes de tener una segunda oportunidad."

En persona, el actor sigue teniendo una increíble presencia física, lo que demuestra que la musculatura y la fuerza física no son exclusivas de los jóvenes. También tiene un sentido del humor que se centra en sí mismo, muy característico de Stallone.

"Cuando estaba escribiendo ‘Rocky,’ si alguien me hubiera preguntado que si seguiría actuando siendo sesentón, lo hubiera golpeado," advierte, sacudiendo la cabeza con pesar. "O le hubiera dicho que si estaba loco. Cuando empecé, pensé que haría ‘Rocky’ y que eso sería todo.

"No sabía que iba a haber un ‘Rocky 90’ o ‘Rocky 91,’" agrega con una risita gutural.

En "Grudge Match’' Stallone y De Niro interpretan a dos boxeadores retirados y archirrivales de toda la vida que, después de haberse enfrentado en algunos encuentros en sus mejores días, salen de su retiro para dirimir, de una vez por todas, quién es el mejor boxeador. Stallone interpreta a Henry Sharp, alias "Razor," que nunca desarrolló todo su potencial, dejó el oficio muy joven y ha pasado los últimos años trabajando en una planta siderúrgica. De Niro es Billy McDonnen, "The Kid," actualmente el amargado propietario de un bar, que nunca ha dejado de rumiar acerca de ese encuentro de revancha que "Razor’' nunca permitió que se organizara allá en sus tiempos.

"Esta película no es cuestión de ver quién le parte la cara al otro," aclara Stallone. "Es la historia de dos hombres que tienen algo que demostrar."

Para Stallone, el verdadero tema de la película es el envejecimiento.

"La película demuestra que no hay que andar arrastrándose ni cojeando por ahí cuando uno llega a cierta edad," explica. "El mensaje de la película es que no tenemos porqué bajarle a la actividad solo por haber llegado a cierto número de años."

Los dos actores ya habían trabajado juntos en el drama policial "Cop Land’' (1997), que fue muy bien recibido por la crítica.

"Yo quería volver a trabajar con De Niro," afirma Stallone. "Soy gran admirador suyo. ‘Raging Bull’ es una de las biografías más brillantes de todos los tiempos. Es una actuación perfecta. Si yo iba a volver a subir al ring, quería subir con él."

Además, él admite que a la fecha le sigue siendo difícil resistirse al atractivo de una película de boxeo.

"No las veo como películas de boxeo," aclara. "Éstas son biografías, pues da la casualidad de que estos tipos son pugilistas.

"Todo mundo sabe lo que es estar frustrado y querer reaccionar en un plano emocional," continúa Stallone. "Yo simplemente tengo cierta afinidad con ese tipo de historias.

"¡Además, puedo estar en calzoncillos y sudoroso durante dos horas!"

La coreografía de boxeo en "Grudge Match’' fue muy diferente a todo lo que había experimentado Stallone.

"Hicimos nuestro entrenamiento en costas diferentes," indica. "Yo vivo en la costa occidental, Bob en la oriental. Fue como si seleccionaran a los protagonistas del ‘Cascanueces’ y éstos no se vieran antes de que se levantara el telón, porque ella estaba en Idaho ensayando por su cuenta.

"Yo no dejaba de desear que Bob se viera bien – que tuviera un buen golpe."

Al otro lado del país, De Niro estaba ejercitándose con el entrenador de Stallone de manera tan seria que terminó perdiendo 9 kilos para la película.

"Por fin nos subimos al ring," recuerda Stallone. "Me di cuenta de que mi estilo era completamente diferente al de Bobby. Él tenía un estilo más agachado, como el de Raging Bull. Yo soy Rocky. Yo iba hacia atrás en la pelea. Él era el agresor.

"Le había dicho a Bobby que, una vez en el ring, todos sus premios Oscar no le iban a servir de nada," agrega con una risita.

Sin embargo, si De Niro se sintió intimidado, no lo demostró. Quizá no sabía que estaba en el siempre habrá más que decir.

uadrilátero frente a un miembro del Salón de la Fama del Boxeo.

"Me sentí un poco abochornado por eso," revela Stallone. "Yo no soy boxeador, soy actor. Pero creo que es una forma de validación pues he ayudado a promover el deporte."

Después sacude la cabeza.

"El boxeo," repite. "Hay algo en él. Ya a los siete años me fascinaba la idea de un hombre ahí nomás parado, sin nada más que su corazón para mostrar."

Stallone puede identificarse con los de abajo que, en sus películas, encuentran en sí mismos lo que necesitan para recuperarse. Después de haber sido una de las estrellas más grandes de Hollywood en los años ochenta, con sus películas de Rocky y las de Rambo, que empezaron con "First Blood’' (1982), él vivió un angustioso bache profesional en los siguientes años. Sus éxitos fueron pocos y distanciados, los fracasos fueron muchos y muy señalados. Stallone era más conocido como blanco de chistes de los comediantes de la televisión que como una estrella cinematográfica creíble.

Y después vino el cambio de situación, al parecer en el último minuto, muy al estilo de las películas de Rocky. Primero, Stallone revivió las sagas que lo lanzaron a la fama, veinte años después, recibiendo críticas sorprendentemente positivas por "Rocky Balboa’' (2006) y "Rambo’' (2008). Después escribió, dirigió y protagonizó un sorpresivo éxito, "The Expendables’' (2010), que reunió a la crema y nata de los héroes de acción de los ochenta – entre ellos el amistoso rival de Stallone desde hace más de treinta años, Arnold Schwarzenegger – y sacudió las taquillas al ritmo de 250 millones de dólares.

Stallone se había recuperado y cesaron los chistes a sus costillas de los cómicos de la televisión. Desde entonces ha tenido un promedio de dos películas por año, entre ellas, "The Expendables 2’' (2012) y "Escape Plan’' (2013).

No regresó a la vida del jet-set de gran lujo que se dio en los años ochenta, cuando ganaba y gastaba millones y millones de dólares. Ahora él pasa buena parte tiempo de su tiempo libre en su casa, pintando y esculpiendo en su estudio. Ha tenido exhibiciones de sus obras en Miami y Suiza. Y hace unos meses montó una exhibición retrospectiva llamada "Sylvester Stallone. Arte. De 1975 a 2013’' en el prestigioso museo Ruso de San Petersburgo.

"Solo espero que a la gente le gusten mis pinturas," afirma.

Otrora imán de los periódicos sensacionalistas y asiduo de las fiestas de Hollywood, el tres veces casado Stallone ahora lleva una vida tranquila con Jennifer Flavin, con quien se casó hace 16 años, y sus tres hijas, Sophia, Sistene y Scarlet. Sigue llorando la muerte de Sage, el mayor de los dos hijos que tuvo con su primera esposa, quien murió en 2012 a los 36 años de edad de una enfermedad cardiaca.

"Tengo una esposa que vive debajo de un árbol de Navidad," comenta Stallone. "Es completamente tradicional. Y yo interpreto a Santa Claus con mis propios efectos de sonido: ‘Jo, jo, jo.’"

Claro, este Santa Claus tiene unos músculos como no le veremos a ningún Santa Claus de centro comercial. Y aunque ya esté en la tercera edad, Stallone se mantiene en forma.

"Uno se oxida un poco," admite. "Hay mañanas en que me siento como el Hombre de Hojalata antes de que lo aceitaran. Eso es lo difícil de envejecer. A veces me siento muy envarado pero lo trabajo. Hay que seguir esforzándose."

Conforme han pasado los años, "Rocky’' y varias otras películas de Stallone se han convertido en clásicos y siguen siendo vistas por las nuevas generaciones de admiradores, que las respetan más de lo que fueron en tiempos de su estreno.

"Hay cosas que nunca cambian, que son verdades universales, y que están en esas películas," explica. "Al ir envejeciendo, eso se vuelve cada vez más evidente. Nos damos cuenta de lo difícil que es la vida. Es como el discurso de ‘Rocky,’ cuando habla de recibir golpes y de los golpes que nos da la vida. Pero uno se vuelve a levantar. No hay otra opción.

"Encontramos que sigue habiendo una entrada para regresar a la paz mental," continúa Stallone. "Nos levantamos y podemos empezar a reconstruirnos."

Envejecer ha sido un proceso difícil, admite, pero es algo que él ha aprendido a aceptar.

"Sigo pensando que la vida es cuestión de tener algo que probar," afirma el actor. "Mucha gente de sesenta o setenta años dice: ‘No estoy acabada. Todavía tengo algunos asuntos pendientes.’

"La vida no siempre nos da la oportunidad de rectificar nuestros errores," concluye Stallone, "pero a veces podemos corregir algunos y eso hará que sintamos que hay cierta satisfacción por los logros en nuestra vida." 

Por El Espectador

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